Por este motivo, este invertebrado denominado comúnmente como lapa ferruginosa dispone desde 2008 de una Estrategia Nacional para la conservación de la especie. La multa por realizar labores de marisqueo con esta lapa oscila
ECOticias.
La especie de lapa endémica del Mediterráneo Patella ferruginea
comparte el triste privilegio, con otras especies más conocidas como el
lince ibérico y el águila imperial, de estar incluida en el Catálogo Español de Especies Amenazadas en su máxima categoría de protección, ‘en peligro de extinción’.
Por este motivo, este invertebrado denominado comúnmente como lapa ferruginosa dispone desde 2008 de una Estrategia Nacional
para la conservación de la especie. La multa por realizar labores de
marisqueo con esta lapa oscila entre los 60.000 y 300.000 euros.
“Uno de los problemas para la recuperación de la Patella ferruginea
es la escasez de conocimientos acerca de aspectos básicos de su
biología. Nosotros hemos descubierto, por primera vez, esta parte de su
estrategia reproductiva de forma experimental”, declara a SINC Javier
Guallart, autor principal del trabajo e investigador del Museo
Nacional de Ciencias Naturales.
El desconocimiento biológico de la especie no es extraño ya que está
tan amenazada que quedan pocas poblaciones naturales en buen estado
en las que poder llevar a cabo estudios. Uno de los enclaves, tal vez
el más destacado en toda su área de distribución, es el archipiélago
español de las Islas Chafarinas frente a las costas norteafricanas.
Un grupo de trabajo liderado por Guallart ha estado desplazándose
hasta este territorio para estudiar durante más de seis años uno de los
aspectos más vitales de su biología, su modo de reproducción.
“Sexar” a las lapas, una ardua labor
Según explica el científico, hasta ahora se consideraba a la lapa
ferruginosa como una especie hermafrodita proterándrica. “Como
estrategia reproductiva, este término significa que los juveniles,
cuando alcanzan la madurez sexual, lo hacen como machos y,
posteriormente –en algún momento de su ciclo vital– cambian de sexo y
se transforman en hembras”.
Esta habilidad es frecuente en moluscos y, en particular, está
generalizada en las lapas. Sin embargo, en la mayoría de las ocasiones
se ha llegado a esta conclusión a través de datos indirectos. “Por
ejemplo, se basan en el hecho de que los ejemplares de menor talla
tienden a ser machos y que los más grandes suelen ser hembras”, añade
Guallart.
Para confirmar que realmente cambian de sexo, comenzaron en 2006 una
compleja labor consistente en sexar a una serie de ejemplares y
volver a hacerlo un año más tarde, en su siguiente periodo reproductor
–esta especie solamente se reproduce una vez al año–, para comprobar
si habían cambiado de sexo.
“Esto puede parecer sencillo, pero no lo es. Sexar los ejemplares
supone que en la época del año en que están maduras, entre octubre y
noviembre, hay que separarlas del sustrato, manipularlas, y hacerles
una pequeña biopsia con una jeringuilla para tomar una pequeña muestra
de la gónada para saber, según lo extraído (ovocitos o esperma) su
sexo”, subraya el autor.
Después devolvían a los ejemplares al litoral, en el mismo punto
donde se habían capturado, e intentaban hacerlo de manera que se
adhirieran al sustrato y de ese modo garantizar que siguen su modo de
vida.
Además, dado que se trata de una especie protegida al máximo nivel,
debían minimizar la mortalidad asociada a esta manipulación, algo que,
tal y como indica el artículo, se ha conseguido siguiendo un
protocolo diseñado y ensayado al efecto.
Las hembras también cambian de sexo
En 2007 se comprobó que un ejemplar previamente sexado como macho en
2006 era en ese momento una hembra, lo que suponía una primera
demostración directa, inédita, de cambio de sexo en Patella ferruginea.
La continuación de los trabajos entre 2007 y 2008 supuso un nuevo
avance. Por una parte, se confirmó en varios ejemplares previamente
sexados como machos, el cambio de sexo a hembras, y se introdujo un
nuevo hecho inusual: una hembra que habría cambiado de sexo a macho
entre periodos reproductivos sucesivos.
“Los resultados obtenidos fueron fascinantes. Este cambio inverso de
sexo de hembra a macho era algo anecdóticamente descrito para alguna
especie de lapa. En períodos posteriores, entre 2010 y 2011,
comprobamos que no era un hecho aislado; todo un cambio de
planteamiento en el modo de reproducción de esta especie protegida, que
les ayuda a su supervivencia”, apunta el científico. Cuándo y por qué
tiene lugar el cambio de sexo en cada caso es algo aún por dilucidar.
Conocer los principales parámetros biológicos de especies amenazadas
como ésta es fundamental para la implementación de cualquier
estrategia dirigida a su conservación y a su recuperación. “Queda mucho
camino por delante”, reitera Guallart.

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