En trabajos anteriores a 2011, centrados en uno de los cinco pares de cromosomas de D. subobscura y en una población cercana a la ciudad de Santiago de Compostela
ECOticias.
Una investigación de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) ha monitorizado la evolución de Drosophila subobscura,
una pequeña mosca muy común en todo el continente europeo, desde
1976. La investigación se centra en un tipo concreto de variabilidad
genómica denominado polimorfismo cromosómico de inversiones. El
estudio, que publica hoy la revista Biology Letters, ha
permitido comparar cómo cambian los genomas de las moscas de primavera a
verano, de verano a otoño y de otoño a primavera a lo largo de los
años.
En trabajos anteriores a 2011, centrados en uno de los cinco pares de cromosomas de D. subobscura
y en una población cercana a la ciudad de Santiago de Compostela, los
investigadores observaron que este tipo de variación está relacionada
con la adaptación a la temperatura ambiental. Pudieron identificar dos
tipos de variantes genéticas: una que confiere adaptación al frío, ya
que su frecuencia aumenta siempre durante el invierno, y otra que
confiere adaptación al calor, con una pauta de comportamiento opuesta.
Los científicos observaron cómo la frecuencia relativa de ambos
tipos de variantes ha venido evolucionando tal y como se esperaría de
los efectos del calentamiento climático. Comparadas con las moscas de
los años 70, las actuales presentan una mayor proporción de variantes
tolerantes al calor.
Ola de calor
En abril de 2011, la monitorización coincidió con la intensa ola de
calor que asoló el oeste de Europa y otras partes del mundo. Los
científicos ampliaron el estudio considerando no solo el par
cromosómico investigado hasta entonces, sino los cinco pares de
cromosomas de la especie, y tomando muestras de moscas en una población
adicional localizada en Gordexola, cerca de Bilbao. Las conclusiones
son extrapolables a escala genómica y geográfica al tercio norte de
España.
En un artículo en la prestigiosa revista Biology Letters,
de la Academia Nacional de Ciencias del Reino Unido, los científicos
demuestran que la ola de calor de 2011 alteró dramáticamente la
composicion genética de las poblaciones naturales de Drosophila subobscura. En
plena primavera, y en tan solo una generación, las poblaciones
adquirieron una configuración genética típica del verano a causa de la
ola de calor.
Según han podido calcular los investigadores, la diferencia en éxito
reproductivo entre genotipos sensibles y resistentes a la ola de
calor fue extremadamente intensa: durante la ola de calor las moscas
portadoras de las variantes genómicas tolerantes al aumento de
temperatura dejaron por término medio cinco veces más descendientes
que las portadoras de las variantes sensibles a estos cambios.
Los investigadores han podido también observar que, tras la ola de
calor, las poblaciones recobraron la composición genética anterior al
evento. Esto demuestra que algunos organismos poseen una elevada
resiliencia genética frente a este tipo de perturbaciones ambientales.
“Nuestros resultados indican que la resistencia al calor tiene un
origen genético. No obstante, no podríamos hablar de un gen del calor o
un gen del frío, sino que los factores genéticos de la resistencia al
calor están distribuidos por todo el genoma, al menos en estos
organismos”, afirma Francisco Rodriguez-Trelles, investigador de la UAB
que ha coordinado el hallazgo. Para Rodriguez-Trelles “los resultados
que hemos obtenido son una prueba fehaciente de que el incremento de
temperatura está influyendo en la evolución de algunas especies”.
En la investigación también han participado Rosa Tarrío y Mauro
Santos, investigadores del Grupo de Biología Evolutiva del Departamento
de Genética y de Microbiología de la UAB.
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