sábado, 8 de junio de 2013

La extraña muerte de las abejas genera inquietud

No zumban de planta en planta como antes y en vez de ser un alivio para quienes les temen, es una preocupación para el mundo.
Se acaban las abejas. Sí. Y la situación es dramática en regiones como Estados Unidos, Europa, Israel y China. n el invierno que pasó, un tercio de las colonias comerciales de abejas de miel desaparecieron, cifra más allá de cualquier explicación natural.
No es un juego. Un reporte en la revista Discover indicó que a finales de febrero en el Valle Central de California no hubo insectos suficientes para polinizar los 800.000 acres de almendros, debiendo recurrir los desesperados agricultores a importarlos de Australia.
La disminución de abejas por el llamado Desorden del Colapso de las Colonias no solo se limita a las de la miel sino a las poblaciones llamadas ferales o silvestres.

¿Qué pasa? ¿Es nuevo el fenómeno? ¿Tiene solución? ¿Se limita a esas regiones?
“Si queremos cultivar frutas, nueces y fresas esto es importante”, expresó Dennis vanEngelstorp, entomólogo de la Universidad de Maryland quien documentó el declive.
Cerca de un tercio de los alimentos consumidos provienen de plantas polinizadas por abejas. La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza estima que más de 20.000 especies de plantas podrían desaparecer debido a la crisis de los polinizadores.
Danny Vélez, profesional del Instituto de Investigación de Recursos Biológicos von Humboldt reveló que en el país el tema se ha estudiado poco. Se conocen afectaciones en la Apis mellifera, pero de las silvestres no se sabe mucho. “Rodulfo Ospina y Guiomar Nates de la Nacional de Colombia reportaron que en los últimos 20 años se ha visto cómo el número de abejorros (género Bombus), importantes polinizadores de plantas en la región andina, ha disminuido año tras año en la Sabana de Bogotá”.

En el mundo debe haber 20.000 especies de abejas según cálculos del experto Charles Michener. En Colombia se han documentado algo más de 400 en palabras de Vélez.

A mediados de los 90 apicultores franceses notaron que las abejas que se alimentaban de flores rociadas con Imidacloprid se tornaban más lentas y menos productivas.

A este insecticida, un neonicotinoide, le atribuyen muchos la disminución en el número de abejas luego de que científicos de Harvard duplicaran los síntomas del Síndrome tras exponer los insectos a dosis bajas del químico.

Otro artículo en Plos One halló también altos niveles de los neonicotinoides y otras toxinas químicas en el polen recolectado por abejas. Ante la evidencia, las autoridades europeas limitaron el uso de ese compuesto. La Agencia Ambiental de Estados Unidos aún no toma una decisión.
Pero no parece la única explicación. El parásito Varroa destructor común en abejas puede haberlas hecho más propensas al Síndrome. Este ha sido reportado en Colombia, indicó Vélez. El Departamento de Agricultura de Estados Unidos considera que es la principal peste de las abejas. El parásito chupa la hemolinfa, equivalente a la sangre del insecto y lo debilita quedando más expuesto a los insecticidas.
Christian Krupke, de Purdue University, citado por Wired, cree que hay otros implicados. Diana Cox-Foster, de la Universidad de Pensilvania, y vanEngelstorp dijeron que se han relacionado 121 pesticidas con nidos de las abejas.

En el país el von Humboldt y la Nacional lideran la Iniciativa Colombiana de Polinizadores, pero falta mucho por investigar”, indicó Vélez.

El mundo no halla aún una solución a un problema crítico para la seguridad alimentaria. En el trópico la mitad de los polinizadores son abejas. Eso ya dice mucho sobre la amenaza.

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