Una reciente investigación —publicada en la revista Green and Sustainable Chemistry por Jaime González Velasco, Catedrático de Química Física y Electroquímica de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM)—
ECOticias.
Año tras año la capa de ozono se reduce en las zonas polares.
Como causa de este fenómeno los científicos han identificado en dichas
zonas la presencia de óxidos de nitrógeno, átomos de cloro y radicales
monóxido, entre otras especies químicas que participan como sustancias
intermedias en reacciones en cadena de degradación de las moléculas de
ozono. Se sabe que el origen de estas especies químicas se encuentra en
muchos productos y combustibles utilizados especialmente en las zonas
más pobladas y desarrolladas del planeta, pero hasta ahora no se ha
constatado cuál es el mecanismo que las transporta hasta las zonas
polares.
Una reciente investigación —publicada en la revista Green and Sustainable Chemistry por Jaime González Velasco, Catedrático de Química Física y Electroquímica de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM)—
ofrece nuevos elementos para explicar la presencia en las zonas
polares de las especies químicas que degradan esa capa que en la tierra
funciona como filtro de las radiaciones ultravioleta.
En su trabajo,
González Velasco encuentra que el motor de este mecanismo son las
propias características magnéticas de las especies químicas. En
concreto, resalta la distinción entre sustancias diamagnéticas y
sustancias paramagnéticas. Esta distinción es la que permite entender
que, en un campo magnético, unas sustancias —las paramagnéticas— sean
atraídas hacia la región donde el campo es más intenso, mientras que
otras —las diamagnéticas— sean atraídas hacia la región donde el campo
es más débil.
En base a esto el autor argumenta que, en el campo magnético
terrestre, las moléculas de oxígeno, al ser paramagnéticas, serían
dirigidas hacia los polos, donde la intensidad del campo es máxima. Por
el contrario, las moléculas de ozono, al ser diamagnéticas, serían
transportadas por el campo magnético terrestre hacia zonas en las que su
intensidad es mínima, es decir, hacia las zonas tropicales y
ecuatoriales.
Para el investigador, el que las moléculas de oxígeno sean
paramagnéticas y las de ozono diamagnéticas, podría explicar también la
reducción anormal que cada año sufre la capa de ozono durante las
estaciones de primavera y su consiguiente recuperación durante las
estaciones de verano. De hecho, el catedrático propone un mecanismo que
explica estos ciclos anuales de degradación-recuperación.
El mecanismo de transporte, un asunto en cuestión
La degradación de la capa de ozono no tiene lugar en las zonas
templadas de los hemisferios norte y sur de la tierra, que es donde se
acumula la mayor concentración de población contaminante. Puesto que la
degradación aparece en latitudes polares, los científicos han
concluido que debe existir un mecanismo de transporte hacia esas
latitudes que explique la presencia de los átomos de cloro, óxidos de
nitrógeno y demás sustancias que actúan en la destrucción de la capa
ozono.
Otro indicio importante de este mecanismo, es el hecho de que la
degradación de la capa de ozono se produce en primavera, que es cuando
comienzan a llegar fotones a las zonas polares, los cuales inducen los
procesos fotoquímicos necesarios para que se produzca la desaparición
de las moléculas de ozono.
Además, el agujero de la capa de ozono que aparece en las latitudes
australes suele ser de mayor magnitud que el que se produce en las
zonas boreales, pese a que es en el hemisferio norte donde se produce
la mayor acumulación de actividades industriales y de tráfico de
diversos tipos de vehículos responsables de la generación de óxidos de
nitrógeno.
Como mecanismos de transporte de las especies degradantes se ha
recurrido hasta el momento a considerar como responsables a los vientos
dominantes a diversas alturas de la atmósfera, que generan corrientes
capaces de llevar hasta los polos las moléculas, átomos y radicales
perjudiciales. No obstante, bajo esta teoría quedan sin explicación
muchas cuestiones, como la distribución de concentraciones de óxidos de
nitrógeno a diversas alturas de la atmósfera.
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