Un paseo sosegado por el Parque Regional del río Guadarrama en su curso medio, en la proximidad de La Rozas, permitirá al viajero disfrutar de un entorno muy interesante, variopinto y algo desconocido y, además, de la vista del puente del Retamar, que en su momento facilitó la unión de Madrid con Galicia.
El ojo siempre atento del fotógrafo tiene en esta zona concreta
mucho y bueno donde elegir y, si por ende es aficionado a las letras
clásicas, también a la investigación y a refrescar la memoria
estudiantil.
El recorrido del Guadarrama, río de la zona oeste de
la Comunidad de Madrid, se alarga de norte a sur durante unos 50
kilómetros, con un desnivel de unos 320 metros. Es decir que, el
paseante no tendrá más dificultades que las que le ocasione el tiempo y
su estado de forma. Como siempre, la suficiente reserva de agua y
calzado adecuado son necesarios.
Ocupa este espacio una superficie
de 22.656 hectáreas, que se reparten nada menos que entre 19
municipios, situados entre el citado río y su afluente más importante,
el Aulencia, que contribuye con sus aguas a mantener lo mejor posible al
cercano embalse de Valmayor.
Naturaleza y descanso
Una
opción cómoda de ruta, en la que pueden disfrutar los mayores, los
pequeños y las mascotas, los caminantes y los ciclistas, es la que
empieza al pie del puente del Retamar, donde además, hay un pequeño
espacio de juegos y algunas mesas y bancos de piedra para descansar y
reponer fuerzas.
La marcha se puede iniciar en sentido sur, al pie
del puente y en compañía del murmullo, más o menos agitado, de las
aguas según la estación del año. La primavera es, en este sentido, una
época especialmente atractiva.
Disminuirá el murmullo a medida que
nos alejemos del puente y será paulatinamente sustituido por el trino
de algunos de los pájaros de la zona, como el estornino negro, el
gorrión común o el gorrión chillón y el abejaruco, uno de las más
comunes en este espacio, acompañados por otras muchas especies y siempre
temerosos de que algún águila imperial se fije en ellos.
Sorpresa latina
El
caminante, si cuenta ya con algunos años, quedará quizá algo
sorprendido de los nombres latinos de algunas especies arbóreas del
parque: así será con populus nigra y populus alba, como rezan en los
carteles explicativos que, aparentemente están equivocados; ¡un
sustantivo masculino con una adjetivo femenino! Pero no, no hay tal
error.
Resulta que populus, con la "o", pronunciada un poco
alargada, es femenino y se traduce precisamente por chopo o álamo, que
es lo que que interesa, en este caso, al caminante, aunque de paso se
tranquilice al latinista. Hay que agradecer a la Fundéu esta notable
aportación.
Y, de vuelta de la excursión, es el momento de
ocuparse del puente que es obra añeja, pues data del siglo XVIII y del
que se desconoce su autor.
Este paso formaba parte de la
estructura radial de calzadas que se pusieron en servicio, junto con las
carreteras de Badajoz, Cádiz, Alicante y Francia, a través de Bayona y
Perpiñán.
Es curioso el concepto centralista de la red viaria
hispana que prácticamente ha durado hasta hoy, tal y como apunta Juan
Guerra Estena en su web "pasionpormadrid.blogspot.com.es", donde aporta
interesantes datos sobre este puente.
Está construido en sillares
de granito, es de rasante horizontal y se apoya sobre siete bóvedas de
medio punto, de 8,40 metros de luz. Con respecto al tablero, su anchura
es de aproximadamente 6,50 metros.
Espera pues el curso medio del
Guadarrama a quien quiera conocerlo y se dejará fotografiar sin más
trabas que la existencia de una luz adecuada y la habilidad de quien
aprieta el botón. EFEverde
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