sábado, 3 de noviembre de 2012

El curso medio del Guadarrama, donde el latín y el agua refrescan la memoria

Un paseo sosegado por el Parque Regional del río Guadarrama en su curso medio, en la proximidad de La Rozas, permitirá al viajero disfrutar de un entorno muy interesante, variopinto y algo desconocido y, además, de la vista del puente del Retamar, que en su momento facilitó la unión de Madrid con Galicia.


El ojo siempre atento del fotógrafo tiene en esta zona concreta mucho y bueno donde elegir y, si por ende es aficionado a las letras clásicas, también a la investigación y a refrescar la memoria estudiantil.
El recorrido del Guadarrama, río de la zona oeste de la Comunidad de Madrid, se alarga de norte a sur durante unos 50 kilómetros, con un desnivel de unos 320 metros. Es decir que, el paseante no tendrá más dificultades que las que le ocasione el tiempo y su estado de forma. Como siempre, la suficiente reserva de agua y calzado adecuado son necesarios.
Ocupa este espacio una superficie de 22.656 hectáreas, que se reparten nada menos que entre 19 municipios, situados entre el citado río y su afluente más importante, el Aulencia, que contribuye con sus aguas a mantener lo mejor posible al cercano embalse de Valmayor.
Naturaleza y descanso
Una opción cómoda de ruta, en la que pueden disfrutar los mayores, los pequeños y las mascotas, los caminantes y los ciclistas, es la que empieza al pie del puente del Retamar, donde además, hay un pequeño espacio de juegos y algunas mesas y bancos de piedra para descansar y reponer fuerzas.
La marcha se puede iniciar en sentido sur, al pie del puente y en compañía del murmullo, más o menos agitado, de las aguas según la estación del año. La primavera es, en este sentido, una época especialmente atractiva.
Disminuirá el murmullo a medida que nos alejemos del puente y será paulatinamente sustituido por el trino de algunos de los pájaros de la zona, como el estornino negro, el gorrión común o el gorrión chillón y el abejaruco, uno de las más comunes en este espacio, acompañados por otras muchas especies y siempre temerosos de que algún águila imperial se fije en ellos.
Sorpresa latina
El caminante, si cuenta ya con algunos años, quedará quizá algo sorprendido de los nombres latinos de algunas especies arbóreas del parque: así será con populus nigra y populus alba, como rezan en los carteles explicativos que, aparentemente están equivocados; ¡un sustantivo masculino con una adjetivo femenino! Pero no, no hay tal error.
Resulta que populus, con la "o", pronunciada un poco alargada, es femenino y se traduce precisamente por chopo o álamo, que es lo que que interesa, en este caso, al caminante, aunque de paso se tranquilice al latinista. Hay que agradecer a la Fundéu esta notable aportación.
Y, de vuelta de la excursión, es el momento de ocuparse del puente que es obra añeja, pues data del siglo XVIII y del que se desconoce su autor.
Este paso formaba parte de la estructura radial de calzadas que se pusieron en servicio, junto con las carreteras de Badajoz, Cádiz, Alicante y Francia, a través de Bayona y Perpiñán.
Es curioso el concepto centralista de la red viaria hispana que prácticamente ha durado hasta hoy, tal y como apunta Juan Guerra Estena en su web "pasionpormadrid.blogspot.com.es", donde aporta interesantes datos sobre este puente.
Está construido en sillares de granito, es de rasante horizontal y se apoya sobre siete bóvedas de medio punto, de 8,40 metros de luz. Con respecto al tablero, su anchura es de aproximadamente 6,50 metros.
Espera pues el curso medio del Guadarrama a quien quiera conocerlo y se dejará fotografiar sin más trabas que la existencia de una luz adecuada y la habilidad de quien aprieta el botón. EFEverde

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