Este primate acaba de ser incluido en la lista de los 25 más amenazados del mundo, de la UICN.
La mujer no tenía alientos. Su
familia decía que parecía como si la energía se le hubiera acabado para
siempre, en la antesala de una larga agonía. La solución: tomar un caldo
de marimonda del Magdalena. Un millón de pesos se le entregaría a la
persona que consiguiera un ejemplar de este animal, con el cual se
pudiera cocinar aquel supuesto sancocho milagroso.
No es un cuento. Esto ha ocurrido durante años en el Magdalena Medio, donde la carne de este mico -que solo se ve en Colombia y en algunos lugares aislados de Venezuela- ha sido acreditada como la única solución para que enfermos con anemia se levanten del lecho. Una tradición sin sustento científico, que entre muchas otras amenazas ha llevado al borde de la extinción a este carismático primate colombiano, tal vez uno de los más exóticos y representativos de las selvas húmedas del país.
Tanto lo han cazado en las últimas décadas para hacer consomés 'levantamuertos', que acaba de ser incluido en una lista infame, de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN): la de los 25 parientes vivos más cercanos al hombre en máximo riesgo de extinción -entre simios, monos, lémures y otros primates-, al punto de que si no se toman medidas de protección podría desaparecer antes de que termine el siglo XXI.
La marimonda, conocida científicamente como Ateles hybridus, habita también en la serranía del Perijá y las selvas del Catatumbo.
Tiene brazos largos, es muy rápida y usa su cola, más larga que su cuerpo, como otra extremidad para trepar los árboles y dar saltos que alcanzan los 15 metros. Tanta es su gracia, que en algún momento de la historia se la bautizó como mono araña café -el color se usa para diferenciarlo de otros de su mismo género, que suelen ser negros o con manchas blancas y amarillas-. Y hace tiempo, cuando se veían miles, tanto en la sierra Nevada de Santa Marta como en otros lugares de la Costa, inspiró el baile de las marimondas del Carnaval de Barranquilla.
Por esa supuesta capacidad curativa fueron cazadas miles de hembras "porque, según la tradición, la carne de ellas era más efectiva. Y si al momento de matarlas estaban acompañadas de una o varias crías, estas se vendían como mascotas", explicó Alexánder Monsalve, director de gestión e investigación de la fundación Proaves. Un choibo -otro de sus nombres comunes- se puede vender en 500.000 pesos en el mercado negro.
Según la Evaluación Mundial de Mamíferos de la UICN, casi la mitad de las 634 especies de primates del mundo (48 por ciento) está clasificada en la lista roja de especies bajo algún grado de vulnerabilidad. Pero esto ocurre por algo peor que la cacería: la deforestación y rápida pérdida de sus hábitats. Este es otro factor que en Colombia crece todos los años y que también ha diezmado las poblaciones del mono araña.
Cálculos optimistas indican que en el país se han talado y transformado cerca del 80 por ciento de los bosques húmedos tropicales que eran el hogar de la marimonda del Magdalena, entre otras cosas, para la ganadería, los cultivos extensivos de palma africana o de aceite, para introducir cultivos ilícitos, consolidar proyectos mineros de extracción de oro o comerciar con la madera extraída ilegalmente.
Esta situación es aún más notoria, según los expertos, en la serranía de San Lucas. Se podría decir que las poblaciones de monos araña cafés están fuertemente diezmadas en vida silvestre en departamentos donde antes se veían con frecuencia: Bolívar, Antioquia, Santander, Boyacá y Caldas; así como en las vertientes oriental y occidental del río Magdalena. No quedarían más de 3 mil ejemplares.
Precisamente los pocos bosques que aún sobreviven en estas regiones se sustentan, entre otras razones, por la presencia de este primate. "Por ser el más grande de los bosques del Magdalena Medio y basar su dieta en una gran diversidad de frutos, es un gran dispersor de semillas, dice el biólogo Andrés Link, que lleva 7 años estudiándolos a través del Proyecto Primates.
Al comer frutas, ayudan a llevar las semillas de un lado a otro, que
luego son depositadas a través de sus excrementos en lugares aislados e ideales para su germinación. Así, la selva renueva su flora constantemente y mantiene la dinámica de las selvas tropicales. Un solo mono dispersa más semillas que las que logran diseminar otras muchas especies al mismo tiempo.
Link explica que este primate, que puede alcanzar los 10 kilos de peso, es un animal muy sensible a la presencia del ser humano en su entorno. Ocupa grandes áreas de bosque para sobrevivir y por eso la tala lo está dejando cada vez más aislado. Además, no es como un jaguar u otro mamífero terrestre, que pueden atravesar extensiones de áreas deforestadas. La vida del mono araña café está estrechamente ligada a los árboles y cuando ellos no están se vuelve un ser indefenso.
Su fragilidad y vulnerabilidad se hace más evidente debido a su largo ciclo reproductivo, en el cual las hembras solo pueden tener una cría cada tres años y empiezan a reproducirse después de cumplir los 8 años. "Lo que se logre hacer en los próximos años por cuidar al mono araña café, determinará el futuro de la especie, que ahora más que nunca enfrenta su peor situación, no solo por el avance de la agricultura, sino por los proyectos mineros que se están concretando en su hábitat. Por eso ha sido muy difícil sacarlo de la lista roja", informó Link.
Este mono ingresó a la biodiversidad nacional después del 2001. Antes había sido considerado equivocadamente como una subespecie del mono araña amazónico Ateles belzebuth, que habita entre la Amazonia y la Orinoquia. Se creía que eran la misma especie, ya que ambos tienen un parche blanco en la frente. Por eso, ha habido pocos trabajos hacia su conservación.
Uno de ellos es liderado por la Fundación Proaves, en la reserva El Paujil, situada en la serranía de las Quinchas, entre Puerto Boyacá (Boyacá) y Bolívar (Santander), donde se han hecho monitoreos con cámaras trampa y se preservan 3.200 hectáreas donde el mono ha podido resguardarse.
Por su parte, la Fundación Proyecto Primates, desde 2005, ha monitoreado las poblaciones de marimondas en los bosques húmedos tropicales de Remedios y Puerto Berrío (Antioquia), así como en algunas zonas de Barrancabermeja, Puerto Parra y Cimitarra (Santander). Aquí se busca conocer con precisión su ecología, comportamiento social, sus ciclos reproductivos y su variabilidad y estructura genética, lo cual complementa los pocos estudios aislados logrados sobre estos primates en la década de los 70.
Para estos grupos de estudio del mono araña café, así como para otras instituciones como la Fundación Biodiversa, Wildlife Conservation Society (WCS) y Conservación Internacional (CI) que también se han interesado en su conservación, el proceso ha tenido que incluir trabajos con la comunidad para que los pobladores conozcan la crítica situación de estos primates, se involucren cada día mas con su cuidado y dejen a un lado la cacería. "Pero aún falta mucho camino", explica Link, quien opina que muchos de los esfuerzos de preservación nacionales deben ir dirigidos a esta especie. "Colombia no pude darse el lujo de ser el primer país en permitir la extinción reciente de un primate y ver cómo desaparece uno de sus animales emblemáticos".
No es un cuento. Esto ha ocurrido durante años en el Magdalena Medio, donde la carne de este mico -que solo se ve en Colombia y en algunos lugares aislados de Venezuela- ha sido acreditada como la única solución para que enfermos con anemia se levanten del lecho. Una tradición sin sustento científico, que entre muchas otras amenazas ha llevado al borde de la extinción a este carismático primate colombiano, tal vez uno de los más exóticos y representativos de las selvas húmedas del país.
Tanto lo han cazado en las últimas décadas para hacer consomés 'levantamuertos', que acaba de ser incluido en una lista infame, de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN): la de los 25 parientes vivos más cercanos al hombre en máximo riesgo de extinción -entre simios, monos, lémures y otros primates-, al punto de que si no se toman medidas de protección podría desaparecer antes de que termine el siglo XXI.
La marimonda, conocida científicamente como Ateles hybridus, habita también en la serranía del Perijá y las selvas del Catatumbo.
Tiene brazos largos, es muy rápida y usa su cola, más larga que su cuerpo, como otra extremidad para trepar los árboles y dar saltos que alcanzan los 15 metros. Tanta es su gracia, que en algún momento de la historia se la bautizó como mono araña café -el color se usa para diferenciarlo de otros de su mismo género, que suelen ser negros o con manchas blancas y amarillas-. Y hace tiempo, cuando se veían miles, tanto en la sierra Nevada de Santa Marta como en otros lugares de la Costa, inspiró el baile de las marimondas del Carnaval de Barranquilla.
Por esa supuesta capacidad curativa fueron cazadas miles de hembras "porque, según la tradición, la carne de ellas era más efectiva. Y si al momento de matarlas estaban acompañadas de una o varias crías, estas se vendían como mascotas", explicó Alexánder Monsalve, director de gestión e investigación de la fundación Proaves. Un choibo -otro de sus nombres comunes- se puede vender en 500.000 pesos en el mercado negro.
Según la Evaluación Mundial de Mamíferos de la UICN, casi la mitad de las 634 especies de primates del mundo (48 por ciento) está clasificada en la lista roja de especies bajo algún grado de vulnerabilidad. Pero esto ocurre por algo peor que la cacería: la deforestación y rápida pérdida de sus hábitats. Este es otro factor que en Colombia crece todos los años y que también ha diezmado las poblaciones del mono araña.
Cálculos optimistas indican que en el país se han talado y transformado cerca del 80 por ciento de los bosques húmedos tropicales que eran el hogar de la marimonda del Magdalena, entre otras cosas, para la ganadería, los cultivos extensivos de palma africana o de aceite, para introducir cultivos ilícitos, consolidar proyectos mineros de extracción de oro o comerciar con la madera extraída ilegalmente.
Esta situación es aún más notoria, según los expertos, en la serranía de San Lucas. Se podría decir que las poblaciones de monos araña cafés están fuertemente diezmadas en vida silvestre en departamentos donde antes se veían con frecuencia: Bolívar, Antioquia, Santander, Boyacá y Caldas; así como en las vertientes oriental y occidental del río Magdalena. No quedarían más de 3 mil ejemplares.
Precisamente los pocos bosques que aún sobreviven en estas regiones se sustentan, entre otras razones, por la presencia de este primate. "Por ser el más grande de los bosques del Magdalena Medio y basar su dieta en una gran diversidad de frutos, es un gran dispersor de semillas, dice el biólogo Andrés Link, que lleva 7 años estudiándolos a través del Proyecto Primates.
Al comer frutas, ayudan a llevar las semillas de un lado a otro, que
luego son depositadas a través de sus excrementos en lugares aislados e ideales para su germinación. Así, la selva renueva su flora constantemente y mantiene la dinámica de las selvas tropicales. Un solo mono dispersa más semillas que las que logran diseminar otras muchas especies al mismo tiempo.
Link explica que este primate, que puede alcanzar los 10 kilos de peso, es un animal muy sensible a la presencia del ser humano en su entorno. Ocupa grandes áreas de bosque para sobrevivir y por eso la tala lo está dejando cada vez más aislado. Además, no es como un jaguar u otro mamífero terrestre, que pueden atravesar extensiones de áreas deforestadas. La vida del mono araña café está estrechamente ligada a los árboles y cuando ellos no están se vuelve un ser indefenso.
Su fragilidad y vulnerabilidad se hace más evidente debido a su largo ciclo reproductivo, en el cual las hembras solo pueden tener una cría cada tres años y empiezan a reproducirse después de cumplir los 8 años. "Lo que se logre hacer en los próximos años por cuidar al mono araña café, determinará el futuro de la especie, que ahora más que nunca enfrenta su peor situación, no solo por el avance de la agricultura, sino por los proyectos mineros que se están concretando en su hábitat. Por eso ha sido muy difícil sacarlo de la lista roja", informó Link.
Este mono ingresó a la biodiversidad nacional después del 2001. Antes había sido considerado equivocadamente como una subespecie del mono araña amazónico Ateles belzebuth, que habita entre la Amazonia y la Orinoquia. Se creía que eran la misma especie, ya que ambos tienen un parche blanco en la frente. Por eso, ha habido pocos trabajos hacia su conservación.
Uno de ellos es liderado por la Fundación Proaves, en la reserva El Paujil, situada en la serranía de las Quinchas, entre Puerto Boyacá (Boyacá) y Bolívar (Santander), donde se han hecho monitoreos con cámaras trampa y se preservan 3.200 hectáreas donde el mono ha podido resguardarse.
Por su parte, la Fundación Proyecto Primates, desde 2005, ha monitoreado las poblaciones de marimondas en los bosques húmedos tropicales de Remedios y Puerto Berrío (Antioquia), así como en algunas zonas de Barrancabermeja, Puerto Parra y Cimitarra (Santander). Aquí se busca conocer con precisión su ecología, comportamiento social, sus ciclos reproductivos y su variabilidad y estructura genética, lo cual complementa los pocos estudios aislados logrados sobre estos primates en la década de los 70.
Para estos grupos de estudio del mono araña café, así como para otras instituciones como la Fundación Biodiversa, Wildlife Conservation Society (WCS) y Conservación Internacional (CI) que también se han interesado en su conservación, el proceso ha tenido que incluir trabajos con la comunidad para que los pobladores conozcan la crítica situación de estos primates, se involucren cada día mas con su cuidado y dejen a un lado la cacería. "Pero aún falta mucho camino", explica Link, quien opina que muchos de los esfuerzos de preservación nacionales deben ir dirigidos a esta especie. "Colombia no pude darse el lujo de ser el primer país en permitir la extinción reciente de un primate y ver cómo desaparece uno de sus animales emblemáticos".
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