Se trata de una especie africana de gran tamaño y sorprendente olfato que ayuda a salvar vidas.
Al descubrir que la rata gigante de Gambia, una especie de roedor que
se encuentra ampliamente extendida en África, a Bart Weetjens, un
ingeniero industrial y de producto graduado en la Universidad de Amberes
(Bélgica), se le ocurrió que ellas podrían contribuir a salvar vidas.
Con esto en mente, en 1997, con la ayuda de colegas y del Gobierno
belga, fundó el Desarrollo de Productos para la Detección de Minas
Antipersonas (Apopo, por sus siglas en holandés).
En la organización estas ratas son entrenadas durante seis
meses para que sean capaces de detectar tanto el TNT de las minas
antipersona como la bacteria responsable de la tuberculosis en el esputo
humano (flema que se arroja de una vez en cada expectoración).
Las ratas, una vez detectan el explosivo o la bacteria rascan la zona
para indicar el hallazgo, con lo que, sin saberlo, están evitando miles
de muertes y mutilaciones por las minas, y también reduciendo la
transmisión de la tuberculosis, enfermedad por la que, según la
Organización Mundial de la Salud (OMS), cada año mueren 2 millones de
personas. Y a cambio de estos hallazgos las ratas reciben un poco de maní o de plátano.
Actualmente Apopo trabaja en cinco países, cuenta con 300 ratas y tiene 200 empleados. Mientras
que en Mozambique estas ratas están contribuyendo a la labor de
desminado, donde todo apunta a que gracias a ellas este país logrará
cumplir con su plan de quedar libre de minas terrestres en el 2014, en
Tanzania estos animales detectan decenas de tuberculosos cada semana.
El entrenamiento
Para que este gran olfato de la rata gigante de Gambia pueda ser
utilizado con fines humanitarios es necesario un arduo entrenamiento.
La labor comienza casi desde el nacimiento del animal. Al mes de
nacidas las ratas son destetadas de su madre e inician un proceso de
socialización y acostumbramiento a los ruidos y rutinas del entorno
humano.
Luego se les enseña a asociar el sonido de un clic con la
recompensa. Después, ese premio se relacionará con un olor específico,
que será la especialidad de cada una.
“Enseñarle a un animal a identificar un olor relacionado con algo
positivo (comida, juegos o caricias) permite que lo identifiquen por
siempre”, explica la médica veterinaria peruana Paola Melly.
Según Melly, así como hay perros que detectan droga o hasta el cáncer,
en el Perú se usan perros para descubrir el olor de cable quemado en el
cableado subterráneo.
“Esto deriva en ahorro de dinero para la empresa y el perro no es
expuesto al peligro en absoluto, porque solo indica el lugar y una
persona manipula las conexiones”, agrega la especialista.
Si bien la recompensa y el mantenimiento veterinario de estas ratas es de bajo costo, “el
entrenamiento demanda una inversión de 7 mil dólares por un periodo que
va entre los 8 y 12 meses”, le explicó a ‘El Comercio’ Verónica
Raymond, miembro de Apopo.
No obstante, el método sigue siendo más rentable que muchos implementados hasta el momento, pues estas ratas son capaces de cubrir un área de 300 metros cuadrados en una hora, frente a los dos días que toma este mismo trabajo en el modo tradicional.
No obstante, el método sigue siendo más rentable que muchos implementados hasta el momento, pues estas ratas son capaces de cubrir un área de 300 metros cuadrados en una hora, frente a los dos días que toma este mismo trabajo en el modo tradicional.
Además es un método seguro en cuanto nadie se expone a la muerte, ni
siquiera las ratas, pues la explosión se activa con un peso de 5 kilos y
el peso de ellas es de alrededor un kilo y medio.
En ese sentido la ayuda que podrían prestar estas ratas es invaluable,
sobre todo teniendo en cuenta que unos 70 países tienen territorios
minados. En África, guerras pasadas dejaron extensos territorios llenos
de minas, cuya remoción es costosa y de alto riesgo.
Solamente en Colombia, uno de los países del mundo donde se
registran más minas antipersonales, la acción de estos artefactos
explosivos dejó 304 heridos y 58 fallecidos entre enero y septiembre
pasados. Del total de víctimas, 211 correspondían a miembros de la fuerza pública y 151 a civiles. (Lea: Víctimas de minas antipersona en el país desde 1990 son más de 10 mil)
Sobre la posibilidad de que Apopo amplíe sus servicios a otros países,
Raymond indica que por el momento solo trabajan en las zonas que son
hábitat natural de estas ratas. No obstante aclara que la organización
trabaja donde se le requiera, “con invitación o en conjunto con los
gobiernos locales”.
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