Cuando, tras el paso del Katrina, se retiraron las aguas, el mundo y
los propios norteamericanos asistieron atónitos a una realidad con la
que no contaban: la de centenares de pobres atrapados, negros en su
mayoría, que no habían podido huir de Nueva Orleans por falta de medios.
No ha ocurrido tal cosa con el huracán Sandy, cuyos efectos han sido
devastadores en el este de EEUU, aunque aún más en el Caribe,
especialmente en la castigada Haití. No ha ocurrido nada que no
estuviera previsto. De hecho, lo que más sorprende de esta catástrofe
natural es que probablemente sea el huracán cuyo comportamiento mejor
habían predicho los científicos, a pesar de que haya sido un caso casi
único en términos de fuerza, lluvia, temporada y otras variables que,
sumadas, han hecho de Sandy un ciclón más devastador que otros. Por
primera vez ha obligado a cerrar durante dos días los mercados de Wall
Street. Osama bin Laden y su ataque a las Torres Gemelas solo lo
consiguieron durante 24 horas.
Frente a Sandy solo cabía prepararse lo mejor posible para limitar y
paliar los daños, que, en cualquier caso, iban a ser cuantiosos. Y así,
en general, han hecho las autoridades federales y locales, y la siempre
activa sociedad civil en Estados Unidos.
Está por ver si Sandy le ha supuesto a Obama ese plus que necesitaba
recuperar para asegurarse la reelección frente a Romney el próximo
martes, aupado por su propio comportamiento, pero también con una nueva
apreciación popular del valor del Estado y de la acción pública ante
azotes de la naturaleza y de los propios seres humanos.
Lo que sí ha dejado al descubierto Sandy es un tremendo olvido en la
campaña por parte de ambos contendientes: el de la lucha contra el
cambio climático, probablemente por resultar poco popular en tiempos de
crisis. Se calcula que entre un 5 y un 10% de la fuerza que ganó Sandy
deriva del calentamiento global. Para el gobernador de Nueva York,
Andrew Cuomo, según el cual las inundaciones que se daban una vez al
siglo ahora ocurren cada tres años, “el cambio climático es una
realidad”. ¿Habrá despertado la fuerza de Sandy algunas conciencias?
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