El Gobierno de la capital mexicana enfrenta el reto de modernizar su
sistema de transporte. Las últimas crisis medioambientales que ha
sufrido el Distrito Federal -seis precontingencias en lo que va de año
por elevadas concentraciones de ozono- podrían servir de revulsivo para poner freno a las emisiones contaminantes, un factor que cada año mata en México a 14.000 personas,
según la Organización Mundial de la Salud y que desde la década de los
ochenta ha representado un problema para una de las urbes más grandes
del mundo, con alrededor de 20 millones de habitantes en toda el área
metropolitana. No es la primera vez que las autoridades tratan de
ordenar el transporte público en la Ciudad de México, si bien hasta
ahora los esfuerzos no han servido para reducir el parque automovilístico en la capital.
El Gobierno del DF, a través de la titular de medio ambiente, Tanya
Müller, ha señalado en los últimos días que para acabar con los altos
niveles de contaminación que imperan en la ciudad propondrá medidas drásticas que encarezcan el uso del coche privado,
algo que deberá ir de la mano de la mejora de la red de transporte. En
esta dirección, la Secretaría de Transportes y Vialidad presentará en
las próximas semanas un programa para transformar el sistema, que tiene
como prioridad acabar con la flota obsoleta de peseros (microbuses) que
operan en el municipio. Según los datos facilitados por el investigador
del Instituto de Geografía de la UNAM, Manuel Suárez Lastra, el 60% de
los 20 millones de desplazamientos que a diario se realizan en la
capital, se hacen en pesero.
Con esta finalidad el Ejecutivo local
modificará las condiciones para la concesión de una ruta, exigiendo que
sean empresas -y no personas, como hasta ahora- las encargadas de
gestionar el servicio. “Tendrán prioridad los chóferes que ya operan en
cada corredor. Se les dará la oportunidad de seguir cubriendo el
servicio siempre y cuando se conviertan en empresas y cumplan los
requisitos que se establezcan, lo que implicará, entre otros, vehículos
más nuevos”, aseguraba este viernes en conversación telefónica el
titular de la Secretaría, Rufino H León Tovar. “Queremos eliminar estas
unidades de aquí a 2018. En el caso de que los actuales concesionarios
no acepten, se sacará a concurso público el servicio”.
Las unidades que actualmente circulan por la ciudad tienen una media de 20 años de antigüedad. Además de ser altamente contaminantes
y contribuir, en buena medida, al deterioro de la calidad del aire,
otra de las razones para por las que el Gobierno quiere sustituirlos es
la de mejorar la seguridad de los viajeros. Hoy, subirse a un pesero en
la Ciudad de México resulta para un foráneo toda una aventura. Viejos y
destartalados, pareciera, por el ruido, que sus motores se quejan más
que los usuarios, quienes distribuidos como piezas del Tetrix en los
pasillos, a menudo son víctimas de asaltos.
Para el responsable de Transportes,
el sistema de la Ciudad de México presenta “un esquema aceptable en lo
que se refiere al metro, al metrobús y a la red de transporte de
pasajeros, compuesto este último por una flota de camiones regulados que
llegan a zonas marginales de la entidad. “Sí existen muchas
deficiencias en el transporte concesionado que operan los microbuses”,
señala León Tovar. En los últimos meses la Secretaría realizó un total
de 3.231 inspecciones, según datos oficiales, lo que ha provocado 908
suspensiones y 87 unidades llevadas al depósito de vehículos por alguna
infracción. En este período 602 sellos –inmovilizaciones- fueron
retirados al arreglarse el problema que existía (un parabrisas roto,
falta de espejo retrovisor, etc).
El doctor Suárez Lastra considera que el sistema de transporte
público en la capital tiene como principales fortalezas el que llega a
toda la ciudad y su coste es uno de los más bajos del mundo. “La columna
vertebral es el metro, con 12 líneas y una muy buena cobertura en la
parte central de la urbe”. Sin embargo, el investigador de la UNAM
opina que el sistema ha sido rebasado. “La oferta no cubre la demanda
en términos de lo que debería ser un transporte público cómodo. En horas
pico está repleto”. Suárez cree además que hay deficiencias en la
articulación entre los distintos sistemas: “Los colectivos –peseros-
alimentan al metro pero no llegan más allá, los trasbordos son a veces
demasiados grandes”, señala. Coincide con el Gobierno a la hora de
reconocer que el transporte que opera el GDF está en buenas condiciones,
pero son los concesionados los que presentan mayores deficiencias. “Es
indispensable regularlo, elevar las tarifas, construir más metro y con
mayor capacidad, así como hacer microbuses biarticulados (con tres
vagones y no dos).
Suarez Lastra señala también que ante el crecimiento del parque
automovilístico la solución no pasa por hacer segundos pisos: “Debemos
dejar de darle más espacio al vehículo particular”. Critica también que
el DF no sea una ciudad cómoda para caminar: “No hay infraestructura
para el peatón”.
En este sentido, la Secretaría que dirige León Tovar también
contempla dentro de la estrategia integral de movilidad la “adecuación
de calles para todos”, así como una mejor articulación de los diferentes
medios y la reducción del uso del coche privado.
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