Desertec, el gran plan para abastecer Europa con centrales solares
instaladas en el Sáhara, brilla cada vez menos. La decisión de Siemens,
uno de las empresas implicadas, de vender su negocio termosolar y
fotovoltaico, arroja dudas sobre una idea brillante sobre el papel pero
llena de inconvenientes prácticos y económicos.
El plan Desertec es tan sugerente en lo general como complicado en
los detalles. Consiste en instalar enormes centrales termosolares —que
concentran mediante espejos la luz del sol y así calientan un aceite,
que a su vez calienta el agua y cuyo vapor mueve una turbina— desde
arabia a Marruecos. Allí, como la radiación solar es mucho mayor, el
coste por kilowatiohora producido es mucho menor que en Europa. Mediante
un sistema de líneas eléctricas de alta tensión la electricidad iría
hacia Europa, que podría así cumplir sus objetivos de renovables y
complementar la variable electricidad eólica del Mar del Norte.
El problema surge al bajar al terreno. Basta con ver lo que ocurre
bajo el Estrecho de Gibraltar, en los dos cables eléctricos que unen la
Península y Marruecos, para ver que algo chirría. En 2011, España
exportó electricidad a Marruecos 4.500 gigavatioshora, un 15,1 % más que
el año anterior, según la memoria de Red Eléctrica de España (REE). El
aumento respecto a 2010 es del 60%.
Es Marruecos quien necesita electricidad para cubrir su creciente
demanda, mientras que en España están paradas las centrales de gas y
sobra potencia instalada debido al hundimiento de la demanda por la
crisis. Desde Tarifa se ven las luces del nuevo puerto de Tánger-Med y
es fácil imaginar la necesidad de potencia firme y de constante que
necesita Marruecos (que estaría deseando tener un tercer cable, según
fuentes del sector).
Además hay otra pega: las líneas eléctricas. Aunque los cables
submarinos suscitan menos rechazo social que los tendidos aéreos, la
experiencia demuestra que las grandes conexiones internacionales no son
sencillas. España y Francia, dos países amigos, construyen ahora la
primera línea de alta tensión desde 1982 por el corredor Mediterráneo.
Ha generado tanto rechazo en la zona que el coste de la obra ha pasado
de 80 millones a 700 (el sobrecoste de soterrarla durante ocho
kilómetros). Valeriano Ruiz, catedrático de Termodinámica de la
Universidad de Sevilla y ex presidente de la patronal Protermosolar,
explicó que “el principal hándicap son las líneas eléctricas”.
“Siemens continúa viendo Desertec como un plan visionario, muy
flexible y técnicamente posible. Podemos seguir como socio tecnológico
incluso sin la parte solar, ya que tenemos tecnología, por ejemplo, para
reducir pérdidas en el transporte”, señaló un portavoz de Siemens.
Paul van Son, responsable del consorcio que promueve Desertec, ha declarado a la sección de noticias de Nature que no es grave: “No nos afectará demasiado”, ya que hay decenas de socios.
Sin embargo, si Desertec no arranca eso no implica que la energía
solar no tenga un brillante futuro en el norte de África. En septiembre,
la Autoridad Marroquí para la Energía Solar (MASEN) comunicó que un
consorcio liderado por la compañía de origen saudí Acwa Power —y en el
que participaban las españolas Acciona, Sener, TSK y Aries— construiría
una planta de 160 megavatios en Ouarzazate (al sur del país). El
proyecto cuenta con financiación del Banco Mundial y el Banco de
DEsarrollo Africano.
El coste del kilovatiohora producido allí es muy bajo por varios
motivos: la radiación es mayor, la planta triplica el tamaño máximo
autorizado en España, el avance de la tecnología y un concurso ajustado
en el que la empresa saudí bajó los precios por intereses geopolíticos,
según fuentes del sector, y probablmente primas demasiado elevadas en
España. Pero esa es otra historia.
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