Eduardo Gil Delgado sabía dónde se metía cuando hace siete años
decidió montar un negocio de casas rurales. Dejó Madrid para trasladarse
con su mujer, Mari Paz, y sus tres hijos de 11, 9 y 7 años, a Riolago
(León), una aldea de la comarca de Babia, de 25 habitantes,
situada en plena cordillera cantábrica, a 1.300 metros de altitud. Fue
una decisión meditada. La pareja localizó un colegio para los niños, el
supermercado más cercano y el centro médico que le correspondía por
zona. El matrimonio asumió la necesidad de coger el coche para todo.
Además, el primer año vivieron con la incertidumbre de que alguno de sus
miembros no se adaptara al nuevo estilo de vida. Hasta aquí, las
preocupaciones lógicas de cualquier familia. Lo que ninguno imaginaba
era el aislamiento al que se enfrentarían los días de nieve a pesar de
que los vecinos de la comarca tienen a su disposición tres máquinas
quitanieves.
Cada quitanieves tiene un propietario distinto. Por tanto, cada una
se encarga del mantenimiento de un tramo de la carretera diferente. La Junta de Castilla-León
barre la A-66 (de pago); la Diputación de León es la responsable de
limpiar la nieve de la CL-623 (la comarcal) y el Ayuntamiento de San
Emiliano se encarga de pasar la máquina por el interior de las calles de
los 14 pueblos que agrupa el municipio. Sin embargo, los vecinos se
quejan de la descoordinación que existe entre las tres Administraciones y
rara vez se encuentran con toda la red de carreteras completamente
abierta. Los días en los que cae una buena nevada, parte de la comarca
se colapsa. “Este es el cuento de nunca acabar. Nos sentimos aislados.
Muy pocas veces las quitanieves trabajan al mismo tiempo”, se lamenta
Secundino Álvarez.
La triplicidad de servicios complica la vida a algunos vecinos de
Babia. El Ministerio de Hacienda prepara un plan para evitar
duplicidades entre Administraciones y reducir gastos. Pretende agrupar a
aquellas que tienen menos de 5.000 habitantes, siempre de manera
voluntaria. El alcalde de San Emiliano, de momento, prefiere no hablar
de fusiones, aunque el municipio reúna los requisitos para participar en
el proyecto (ya que pertenece al 91% de los municipios españoles que
tienen menos de 10.000 habitantes). Con esta medida el Gobierno estima
un ahorro de 10.500 millones de euros. Hasta ahora pocos detalles han
trascendido de este proyecto, pero fuentes del ministerio aseguran que
el texto definitivo saldrá a la luz durante el próximo mes.
La mayoría de los vecinos de Babia apuntan a la Diputación de León
como la principal responsable del problema. “Son los que tienen las
quitanieves más competitivas, pero solo limpian la carretera comarcal,
es decir, la que llega hasta la entrada al pueblo. Es muy frustrante ver
como el conductor da media vuelta al llegar a nuestro pueblo”, explica
Secundino Álvarez, un ganadero jubilado de Torrestío, uno de los pueblos
situados más al norte de la comarca.
La quitanieves del Ayuntamiento, que descansa en un garaje de San
Emiliano, limpia las calles principales del pueblo, pero no puede
trabajar hasta que la máquina de la Diputación termina su trabajo.
Además, los vecinos que viven más alejados de este municipio son los
últimos en recibir el servicio. Es el caso de Torrestío o Riolago. Los
babianos, cansados de esperar, piden que las máquinas de la Diputación
entren al pueblo y barran los ramales.
La Diputación se excusa en que adecentar las carreteras que pasan por
el interior de los pueblos no es de su competencia y explica que es la
Junta de Castilla y León la encargada de las labores de visibilidad
invernal a través del CECOPI (Centro de Coordinación Operativa del
Infoca). Además, añade que la máquina no cabe por las calles porque son
muy estrechas. Este argumento no convence a ningún vecino. Para
desmontarlo, un grupo de ellos saca una cinta métrica y comprueba que la
calle más angosta de Riolago mide 2,45 metros.
Un poco más comprensivo se muestra el alcalde de San Emiliano,
Basilio Barriada Álvarez, del partido socialista. “Conocemos el problema
y entiendo el trastorno que sufren los vecinos, pero deben comprender
que estamos muy limitados y no podemos llegar al mismo tiempo a todos
los pueblos”, explica el edil, que hace dos años compró la quitanieves
con el dinero que recibió de una subvención. El Ayuntamiento también se
encarga de contratar a los trabajadores que realizan las labores de
mantenimiento. “Su contrato es por obra y servicio”, explica Barriada.
Los inviernos en la comarca de Babia, por regla general, son extremos
y largos. La temperatura media es de 2 grados y la mínima se sitúa en
1,8 grados bajo cero de media, según la Aemet. La Diputación de León,
con el objetivo de afrontar la temporada de nieve, se reunió con la Junta de Castilla y León hace “más de un mes”.
Sin embargo, parece que el encuentro no prosperó lo suficiente, porque
la semana antes del puente de la Constitución cayó la primera nevada y
con ella volvieron los problemas. Muchos vecinos se quedaron aislados.
Los hijos de Eduardo perdieron un día de colegio y él tuvo problemas
para compaginar el cuidado de sus hijos con su trabajo como empresario.
“El año pasado, la temporada de nieve fue suave, pero hace dos años mis
hijos faltaron a clase 35 días lectivos”, se queja.
El problema de la nieve preocupa especialmente a la población más
envejecida. Cada invierno, Maria Josefina y Felisa Díaz, de 98 y 96
años, pasan más miedo. “Somos la última palabra del credo”, se queja la
menor, delante de un plato de lentejas. “De lunes a viernes viene una
mujer a cuidarnos un par de horas; sin ella nos sentimos desvalidas ¿Qué
vamos a hacer cuando no pueda llegar al pueblo al encontrarse la
carretera cerrada?”, se pregunta la anciana.
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