Un ballenero japonés, custodiado por una patrullera y un barco para
prevenir ataques, zarparon hoy del puerto de Shimonoseki, en la
provincia de Yamaguchi (suroeste), con rumbo al Océano Antártico para
dar comienzo la temporada de captura de cetáceos.
Según la Agencia nipona de Pesca, la flota se encontrará allí con el buque bandera, Nisshin Maru, para iniciar una temporada en la que, hasta marzo, esperan lograr capturar 985 ballenas rorcuales y otro tipo de cetáceos.
El ballenero zarpó con la patrullera Shonan Maru 2 y con un barco especial para evitar los ataques del grupo de ecologistas estadounidense Sea Shepherd Conservation Society.
En esta ocasión la flota estará integrada también por miembros de la Guardia Costera japonesa, indicó la agencia de noticias Kyodo.
El Gobierno nipón asegura que el objetivo de estas capturas "científicas" es investigar el ADN y el contenido de los sistemas digestivos de estos cetáceos, y de hecho sus expediciones a la Antártida están a cargo del Instituto de Investigación de Cetáceos, pero los ecologistas denuncian fines comerciales.
Por su parte, Sea Shepherd ha anunciado que incrementará hasta cuatro el número de barcos que utilizará esta temporada para detener la caza de cetáceos.
Además, la agencia no ha querido anunciar una fecha concreta sobre el inicio de la temporada a fin de prevenir acciones por parte de Sea Shepherd, que desde 2005 lleva a cabo prácticas de "obstrucción" para impedir las operaciones de caza.
En la temporada 2011/2012 Japón no cubrió siquiera un tercio de su objetivo de pesca (establecido en unas 900 ballenas) por el mal tiempo y también por el "acoso" de dos barcos de Sea Shepherd, que siguieron a los pesqueros japoneses durante 27 mil kilómetros y bloquearon la caza en varias ocasiones.
En concreto, en la temporada pasada Japón apenas pudo lograr capturar 267 ballenas debido en parte a los 11 casos en los que se vio sorprendido por las obstrucciones del grupo ecologista.
Japón, que ha reforzado desde 2010 la seguridad de sus navíos para evitar el boicot ecologista, abandonó la caza de ballenas en 1986 por la moratoria impuesta a nivel internacional, pero la retomó en 1987 alegando motivos científicos, entre las críticas de numerosas asociaciones y países.
Según la Agencia nipona de Pesca, la flota se encontrará allí con el buque bandera, Nisshin Maru, para iniciar una temporada en la que, hasta marzo, esperan lograr capturar 985 ballenas rorcuales y otro tipo de cetáceos.
El ballenero zarpó con la patrullera Shonan Maru 2 y con un barco especial para evitar los ataques del grupo de ecologistas estadounidense Sea Shepherd Conservation Society.
En esta ocasión la flota estará integrada también por miembros de la Guardia Costera japonesa, indicó la agencia de noticias Kyodo.
El Gobierno nipón asegura que el objetivo de estas capturas "científicas" es investigar el ADN y el contenido de los sistemas digestivos de estos cetáceos, y de hecho sus expediciones a la Antártida están a cargo del Instituto de Investigación de Cetáceos, pero los ecologistas denuncian fines comerciales.
Por su parte, Sea Shepherd ha anunciado que incrementará hasta cuatro el número de barcos que utilizará esta temporada para detener la caza de cetáceos.
Además, la agencia no ha querido anunciar una fecha concreta sobre el inicio de la temporada a fin de prevenir acciones por parte de Sea Shepherd, que desde 2005 lleva a cabo prácticas de "obstrucción" para impedir las operaciones de caza.
En la temporada 2011/2012 Japón no cubrió siquiera un tercio de su objetivo de pesca (establecido en unas 900 ballenas) por el mal tiempo y también por el "acoso" de dos barcos de Sea Shepherd, que siguieron a los pesqueros japoneses durante 27 mil kilómetros y bloquearon la caza en varias ocasiones.
En concreto, en la temporada pasada Japón apenas pudo lograr capturar 267 ballenas debido en parte a los 11 casos en los que se vio sorprendido por las obstrucciones del grupo ecologista.
Japón, que ha reforzado desde 2010 la seguridad de sus navíos para evitar el boicot ecologista, abandonó la caza de ballenas en 1986 por la moratoria impuesta a nivel internacional, pero la retomó en 1987 alegando motivos científicos, entre las críticas de numerosas asociaciones y países.
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