La contaminación del aire no es algo difuso en la ciudad: en los
cruces de calles y en las rutas más transitadas los índices son más
altos que en las zonas con menos tráfico, y se intensifica en las horas
punta. Lo han visto claramente unos investigadores de la Universidad de California en San Diego
que han diseñado unos pequeños sensores móviles de ozono, oxido nitroso
y monóxido de carbono que envían en tiempo real los datos al teléfono
móvil, de manera que el usuario puede controlar la calidad del aire que
respira en cada momento.
Se llama CitiSense y es “el único sistema de vigilancia de la calidad
del aire capaz de suministrar los datos en tiempo real a teléfonos
móviles y ordenadores personales en todo momento”, señala la Universidad
de California en San Diego, donde se ha desarrollado y probado. “Los
datos de los sensores también pueden utilizarse para estimar la calidad
del aire en toda un área y suministrar la información a todas las
personas, no solo a los que llevan los sensores”.
Cada dispositivo CitiSense lleva sensores para los contaminantes
principales generados por automóviles y camiones, y las lecturas se
presentan en la pantalla del móvil con un código de colores que muestra
la escala oficial en EE UU, del verde (bien) al rojo (peligroso). Los
científicos, que han utilizado métodos de inteligencia artificial para
captar los datos de contaminación, señalan que en el futuro los sensores
estarán incluidos directamente en el teléfono.
“Estamos haciendo visible lo invisible”, dice William Griswold,
expertos en ciencias de la computación y líder del proyecto. “Queremos
obtener más y mejores datos que podamos proporcionar a la gente”.
El equipo de San Diego ha hecho un experimento este año con una
treintena de usuarios –voluntarios de la misma universidad- que han
llevado los sensores durante cuatro semanas. Además de verificar su buen
funcionamiento, los investigadores han visto que el CitiSense tiene un
buen potencial educativo porque los que lo han usado han constatado cómo
varía la contaminación en su entorno e incluso han tomado medidas para
evitar los puntos calientes, por ejemplo, cuando circulan en bicicleta o
cuando están esperando el autobús (apartándose de los escapes del
vehículo). Cada dispositivo con los sensores cuesta ahora unos mil
dólares, pero se puede reducir mucho el precio si se fabrican
masivamente, afirmas estos expertos.
De cara al futuro, Griswold, y sus colegas consideran que es posible
desplegar una red de cientos de pequeños sensores incorporados en los
teléfonos móviles de la gente que suministren los registros a
ordenadores centrales para que analicen los datos. La información
resultante se podrá suministrar al público individualmente o a los
organismos públicos.
Antes hay que mejorar la tecnología y superar, por ejemplo, el
problema del gran consumo de batería que supone el intercambio de datos
entre el CitiSense y el teléfono móvil.
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