

Bromwich y sus colegas han investigado la región occidental, frente
al mar de Amundsen, basándose en los datos meteorológicos tomados en la
base Byrd, situada a unos 1.100 kilómetros del polo Sur.
Se sabía ya que la península Antártica, apodada el caribe del continente blanco,
es una zona de rápido calentamiento, con un incremento de la
temperatura superior a 2,5 grados en el último medio siglo, según datos
del IPCC (Panel Intergubernamental de Cambio Climático).
Sin embargo, las cosas no están tan claras en otras zonas. El problema
es que la compleja circulación oceánica que rodea la Antártida dificulta
mucho la investigación y la modelización del cambio climático allí,
hasta el punto de que es la región del planeta sobre la cual los
científicos tienen más incertidumbres. Pero los estudios están avanzando
a buen ritmo y se han obtenido resultados importantes en los últimos
años, de manera que una buena parte del próximo informe del IPCC, el
AR5, se dedica al continente blanco, reduciéndose notablemente las
incertidumbres.
Los registros meteorológicos en la base Byrd comenzaron en 1958, con
el año Geofísico Internacional. El problema es que las medidas no han
sido continuas desde entonces, ya que la base no ha sido siempre
permanente (ocupación en invierno y verano) y los equipos automáticos de
toma de datos han sufrido a veces desperfectos. Lo que Bromwich y sus
colegas han hecho es reconstruir toda la serie de medidas de
temperaturas del aire cerca de la superficie en la zona completando la
información mediante interpolación de datos con registros de otras
estaciones.

La zona estaba bajo sospecha de los expertos de clima ya que allí, en
la costa del mar de Amundsen se ha venido registrando un incremento de
la pérdida de hielo en el mar en los últimos años, debido al
adelgazamiento y fusión de la capa helada que desencadena el aumento de
la temperatura del agua. Pero había dudas acerca de la temperatura del
aire. La cuestión que Bromwich y sus colegas se preguntan es si la
Antártica Occidental está a punto de parecerse a Groenlandia, en cuanto a
deshielo se refiere. “Es el calentamiento máximo registrado en 2005 una
manifestación de esa transición?”, plantean.
Por ahora, los datos de estos expertos muestran que entre 1958 y 2010
se ha producido allí en aquella región un calentamiento de 0,47 grados
centígrados por década, acumulando un incremento de 2,44 grados en 52
años. Además, llaman la atención sobre la necesidad de tener en la zona
una buena red para hacer observaciones meteorológicas a largo plazo.
Termostato del planeta
Las regiones polares del planeta son como un termostato global que
regula el sistema climático de la Tierra, explica el Servicio Antártico
Británico (BAS, en sus siglas en inglés). Las superficies heladas ayudan
a enfriar la atmósfera al reflejar radiación solar hacia el espacio y
la oscuridad de los océanos la absorben; las aguas heladas son clave en
el sistema de corrientes oceánicas que distribuyen el calor por todo el
planeta y el océano austral que rodea el continente blanco es un
sumidero natural del dióxido de carbono.
“La mayor parte de las series largas de medidas de las estaciones de
investigación en la Antártida muestran que no hay una tendencia
significativa ni al calentamiento ni al enfriamiento y las temperaturas
en la mayor parte del continente [antártico] han sido relativamente
estables en las últimas décadas”, señalan los expertos del BAS. Pero
recalcan que la situación es totalmente diferente en la Península
Antártica, en cuya costa occidental las temperaturas han subido casi
tres grados centígrados en los últimos 50 años, “unas 10 veces la media
global”, un incremento solo igualado en Alaska y en Siberia. Y las aguas
de la corriente circumpolar antártica están calentándose más
rápidamente el resto del océano global, advierten. Ahora, la nueva
investigación de David Bromwich y sus colegas supone extender la zona de
calentamiento especialmente alto a la Antártida Occidental.
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