Los grandes asteroides son una amenaza cada vez mayor para la Tierra, por lo que habrá que invertir más en el estudio de estos cuerpos celestes, que hasta ahora no estaban en el centro de las investigaciones espaciales, afirmó hoy el científico ruso Yuri Záitsev.
 "Los asteroides nunca ocuparon un lugar central en la astronomía ni en 
las investigaciones espaciales", dijo Záitsev, miembro de la Academia de
 Ingeniería de Rusia, en una entrevista con la agencia Interfax.
"Los asteroides nunca ocuparon un lugar central en la astronomía ni en 
las investigaciones espaciales", dijo Záitsev, miembro de la Academia de
 Ingeniería de Rusia, en una entrevista con la agencia Interfax.Agregó que esto se debe a que se consideraban ínfimas las probabilidades de que un asteroide chocase con la Tierra y, por tanto, no tenía sentido invertir enormes recursos en neutralizar una amenaza tan improbable.
Revisión tras  Cheliábinsk 
"Creo que 
después de lo que ocurrió en Cheliábinsk este enfoque será revisado. Si 
el bólido de Cheliábinsk hubiese estallado más cerca de la ciudad, el 
desastre en la central nuclear de Chernóbil no nos parecería tan grave",
 indicó Záitsev.
El académico se refería al meteoroide que el 
pasado 15 de febrero se desintegró en la atmósfera y provocó una lluvia 
de meteoritos junto a esa ciudad rusa en los montes Urales, dejando 
heridas a más de un millar de personas, la mayoría por la rotura de 
cristales.
El futuro: el Apophis, en 2029
Záitsev
 añadió que se comenzó a tomar plena conciencia del peligro que 
representan los asteroides cuando fue descubierto el Apophis, que de 
acuerdo a los cálculos de los científicos pasará a unos 40.000 
kilómetros de la Tierra en 2029.
A esa distancia se sitúan las órbitas geoestacionarias de la mayoría de los satélites de telecomunicaciones.
"No se descarta que la gravitación terrestre afecte la trayectoria del Apophis, por lo que se podría esperar que en 2036 pase más cerca de la Tierra e, incluso, choque con nuestro planeta", agregó.
"No se descarta que la gravitación terrestre afecte la trayectoria del Apophis, por lo que se podría esperar que en 2036 pase más cerca de la Tierra e, incluso, choque con nuestro planeta", agregó.
 El 
académico dijo que las consecuencias de esa colisión serán mucho más 
graves que las del meteorito de Tunguska, que cayó en Siberia en 1908 y 
destruyó millones de árboles sobre una extensión de más de 2.000 
kilómetros cuadrados, aunque -agregó- "seguramente no tendrían carácter 
global".
El 
académico dijo que las consecuencias de esa colisión serán mucho más 
graves que las del meteorito de Tunguska, que cayó en Siberia en 1908 y 
destruyó millones de árboles sobre una extensión de más de 2.000 
kilómetros cuadrados, aunque -agregó- "seguramente no tendrían carácter 
global".
En su opinión, para que el choque de un asteroide contra 
la Tierra sea una catástrofe global el cuerpo celeste tendría que tener 
en su parte más ancha más de un kilómetro, mientras que el Apophis mide 
alrededor de 325 metros.
La Tierra ha tenido suerte
 "La Tierra ha tenido suerte con las 'rocas celestiales'", 
aseguró Záitsev, quien recordó que la superficie de la Luna, Marte y 
Mercurio está cubierta de cráteres dejados por éstas.
"La Tierra ha tenido suerte con las 'rocas celestiales'", 
aseguró Záitsev, quien recordó que la superficie de la Luna, Marte y 
Mercurio está cubierta de cráteres dejados por éstas.
Agregó que 
Júpiter, con su gran masa, ha recibido la mayoría de los asteroides y 
que la atmósfera terrestre es una buena defensa, pero sólo contra 
cuerpos relativamente pequeños.
"Pero no hay garantías de 
seguridad", sostuvo el científico, quien destacó que la Tierra ha 
entrado en una especie de estela de grandes cuerpos celestes.
Explicó
 que en el último decenio han sido descubiertos más asteroides que en 
los dos siglos anteriores y que anualmente se detectan más de un millar 
de nuevos cuerpos.
"Los choques son inevitables. La pregunta es cuándo se producirán", concluyó. EFEfuturo 
 

 
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