El cortado del bar de Eva en la Plaza Mayor de Alzira (Valencia) ayer
sabía raro. “Tenemos café con agua mineral”, rezaba un cartel
manuscrito a la entrada de su local. Y no es que Eva haya querido
innovar, es que el Ayuntamiento de Alzira ha prohibido el consumo de
agua corriente porque todos los pozos que abastecen al pueblo están
contaminados por pesticidas. En concreto por terbumetona-desetil, un
producto de la degradación de la terbumetona, un herbicida de
comercialización y uso prohibido por la Unión Europea desde 2002.
Con sus cerca de 45.000 habitantes, el término municipal de Alzira
está atravesado por el río Júcar, que riega cientos de campos de
cultivo. Y la terbumetona no es el único problema. La agricultura
intensiva de regadío lleva años generando exceso de nitratos en el agua.
Tantos años, que ni siquiera el ayuntamiento sabe concretar desde
cuándo el uso del agua en Alzira está restringido para embarazadas y
lactantes por la recomendación de la OMS de evitar que beban agua con
estos niveles de nitratos.
Desde el pasado miércoles, con la detección de los restos del
herbicida, beber y cocinar con agua corriente está absolutamente
prohibido. Los vecinos desconfían y es que según el Ayuntamiento, al
menos llevan un mes bebiendo terbumetona-desetil.
Las concejales de Salud y Servicios Públicos se reunieron de urgencia
el pasado martes con los técnicos municipales, que han encontrado en
los seis pozos públicos que abastecen de agua a la población cantidades
de terbumetona-desetil que varían entre 0,15 y 0,19 microgramos por
litro, cuando el límite está en 0,10. Desde que se tomaron las muestras
hasta que se obtuvieron los resultados ha pasado un mes.
El Ayuntamiento asegura que esta es la primera vez que se registran
valores de este compuesto por encima de los límites. Mercedes Banyeres,
concejal de Sanidad, achaca el problema a que el pesticida originario,
la terbumetona, tiene un periodo de degradación muy largo y sus
subproductos persisten durante años aunque, asegura, el herbicida ya no
se utilica. La falta de lluvias de este año, según el consistorio, hace
que el componente tóxico no pueda diluirse. Y a ojos de los ciudadanos,
tampoco sus explicaciones diluyen el problema.
Seis enormes bloques rectangulares, como contenedores de barco con
grifos, han sido instalados en la ciudad. Son seis fuentes con un
sistema de ósmosis inversa que incluyen un filtro de carbono activo para
depurar el agua. Los vecinos los miran de reojo al pasar pero van a
tener que acostumbrarse a ellos porque convivirán durante al menos dos
meses. Justo el tiempo que tardará en estar lista una planta de
tratamiento que el Ayuntamiento ha pedido a la empresa concesionaria de
la gestión del agua.
Estas fuentes pertenecen a un pueblo vecino, Carcaixent, en el que el
año pasado se prohibió el uso del agua potable durante cinco meses,
incluido el verano, por un problema similar. El consistorio invirtió
300.000 euros en sistemas de depuración que solucionaron el problema y
Alzira ya ha anunciado que necesitará invertir cerca de 600.000. Pero en
Alzira se han adelantado y no han esperado al resultado de los
contraanálisis que verifiquen que los resultados obtenidos son exactos,
antes de tomar medidas.
“Este no es un problema de salud pública”, explica Félix Hernández,
director del Laboratorio de Análisis de Residuos de Plaguicidas de la
Universidad Jaume I de Castellón. Según Hernández los niveles en Estados
Unidos para esta sustancia son más laxos y en Europa y asegura que para
que se noten problemas gástricos al ingerir la terbumetona-desetil
haría falta una concentración mucho mayor sostenida en el tiempo.
Además, en su opinión la solución pasa por un mayor control del uso de
los pesticidas.
La población se ha acostumbrado a defenderse de manera individual
contra las restricciones de uso de agua. Y a río revuelto, ganancia de
pescadores.
Gabi, propietario de un bar en la Plaza Mayor, ha gastado 10 euros en
la adaptación de la máquina de café para poder dar servicio con agua
mineral a sus clientes en fallas, que es temporada alta. Además, tendrá
que vigilar que la garrafa no se le vacíe, porque si la máquina toma
aire, se estropea. También estarán alerta diversos restaurantes que
aseguran que en sus cocinas ya solo se usa agua embotellada.
Los supermercados hacen su particular agosto y venden cada día
cientos de garrafas de agua. Y los vecinos que, en el mejor de los casos
tienen en casa un sistema de ósmosis inversa, tampoco podrán usarlo
sino se instalan un filtro de carbono. María, rodeada de altos estantes
azules llenos de agua en un supermercado, no podía más: “Yo me instalé
la ósmosis en casa el verano pasado y ahora ya no me sirve. Con la
situación que hay, esto es ya lo que nos faltaba”.
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