 Para el mosquito tigre, el comercio internacional fue la puerta de 
entrada en Europa. Camuflado en neumáticos se fue expandiendo por el sur
 de Europa, especialmente Italia. Ahora se le relaciona con 20 
dolencias, entre ellas la fiebre amarilla. De una forma similar, entró 
la babosa, encaramada en productos de horticultura; o los mapaches, que 
vinieron como mascotas.
Para el mosquito tigre, el comercio internacional fue la puerta de 
entrada en Europa. Camuflado en neumáticos se fue expandiendo por el sur
 de Europa, especialmente Italia. Ahora se le relaciona con 20 
dolencias, entre ellas la fiebre amarilla. De una forma similar, entró 
la babosa, encaramada en productos de horticultura; o los mapaches, que 
vinieron como mascotas.
“La llegada de especies invasoras está aumentado la presión sobre el 
ecosistema y revertir esta situación es cada vez más difícil”, afirma 
Jacqueline McGlade, directora de la Agencia Europea de Medio Ambiente. 
En un estudio reciente, este organismo contabiliza más de 10.000 de 
estas especies y estima que un 15% de ellas tiene impacto ecológico 
negativo.
El picudo rojo, por ejemplo, ha transformado el paisaje de la costa 
mediterránea. El visón americano, que viajó originalmente para ser 
criado en granjas, vive de forma salvaje, en gran parte porque fue 
“liberado” por organizaciones ecologistas. “Están sobrepasando en número
 a sus primos europeos y tienen efectos devastadores en la vida local, 
particularmente contra los pájaros que anidan en el suelo”, destaca la 
Agencia Europea de Medioambiente en su informe.
De las 395 especies autóctonas en grave riesgo clasificadas en el 
libro rojo de la Unión Internacional para la Conservación de la 
Naturaleza, 110 están en peligro por especies intrusas. La lucha contra 
ellas cuesta en Europa cerca de 12.000 millones de euros por año.
La UE estudia estrategias para frenar este problema en sus políticas de biodiversidad para 2020.
España cuenta con un Real Decreto, aprobado en los últimos días del 
Gobierno de Zapatero, que regula y cataloga las especies exóticas 
invasoras. Pese a las polémicas, como las protestas de los sectores que 
explotan estas especies —truchas, cangrejos exóticos, mapaches— como 
modelo de negocio, las organizaciones ecologistas lo defienden como un 
“avance de primer nivel”. “No se trata solo de aplicar la normativa. 
Sino también de comunicar a la población los riesgos derivados de las 
especies exóticas invasoras, que son muchas más de las que están 
incluidas en el Real Decreto, y hacerla participe en la gestión del 
problema”, apuntan desde el grupo especialista en invasiones biológicas.
Para los humanos, el principal riesgo que acarrean es la 
transferencia de enfermedades. La ambrosía, originaria de Norteamérica, 
se está extendiendo gracias a que sus semillas se incluyen en el alpiste
 para pájaros. Según el estudio de la UE, es un poderoso desencadenante 
de la fiebre del heno y otras alergias. Otros causan efectos indirectos,
 como la babosa española, que ha acabado con numerosas cosechas.
 

 
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