Los análisis de sangre, mejor después de comer, según el investigador Francisco Pérez Jiménez, de la Universidad de Córdoba, quien afirma que, frente a la idea tradicional, los alimentos tienen un efecto inmediato en la salud.
Así lo ha señalado a Efe este catedrático de Medicina, quien
esta semana ha recibido en Madrid el premio Instituto Danone-Martí
Henneberg por su trayectoria científica investigadora en alimentación,
nutrición y salud, dotado con 20.000 euros.
En concreto, el grupo
de investigación de Pérez Jiménez estudia los efectos postprandiales
-después de comer- de las grasas, que tienen "efectos inmediatos
evidentes" sobre el estado de salud.
Pérez explica que se ha visto
que determinados alimentos, como las grasas (mantequilla o bollería),
después de comer producen una serie de cambios en el organismo que
pueden ser perjudiciales para la salud.
Se ha observado que los
lípidos -grasas- ingeridos en el desayuno, por ejemplo, tienen una
influencia en el estado de oxidación e inflación de las arterias durante
todo el día.
Una medición en ayunas esto no lo detectaría, aclara Pérez.
Este
catedrático de Medicina, que junto a su equipo ha publicado estos
resultados en diversas revistas científicas, detalla que después de la
ingesta de alimentos hay personas que muestran "un pico" en algunos
marcadores, como los triglicéridos, lo que provoca mayor riesgo
cardiovascular.
"Esta elevación en forma de pico desaparece a las
ocho horas, por lo que haciendo un análisis en ayunas -12 horas- los
triglicéridos pueden ser normales, pero ya se ha dado un pico que es
perjudicial", asegura.
Se trata en definitiva de hacer análisis más precisos que los que se hacen en ayunas.
Ahora, lo que hay que hacer para extender a la práctica clínica estos análisis es estandarizar un método.
Según
este científico, para la prueba de diabetes en embarazadas, por
ejemplo, se sabe qué cantidad de azúcar administrar y los tiempos; en el
caso de los triglicéridos habría que hacer lo mismo, saber qué dosis de
grasa administrar antes de hacer un análisis.
Sus estudios
también han constatado que los nutrientes tienen además una función
moduladora del metabolismo por medio de la cual incluso pueden activar o
desactivar genes en el estado postprandial.
En este sentido,
Pérez indica que su grupo ha demostrado que la grasa ingerida en el
desayuno produce reacciones distintas en las arterias si ésta es
mantequilla o aceite de oliva (mejor).
Otra de sus líneas de
investigación es la nutrigenómica (qué tipo de alteraciones genéticas
provocan que unas personas respondan de una manera u otra a los
alimentos) y la nutrición personalizada.
En la actualidad hay unas 200 variantes genéticas relacionados con la obesidad.
Su
equipo, en colaboración con José María Ordovás, del Centro de
Investigación Nutricional de Boston, y las empresas Gendiag (española) y
Ferrer Incode, ha puesto en marcha un "nutrichip".
Se trata de
una prueba de ADN a través de la saliva en la que se analizan 125
variantes genéticas y que establece si la obesidad de la persona tiene o
no componentes genéticos y si esa obesidad se puede complicar con
diabetes, presión arterial o colesterol.
También algunas de estas variantes prevén la respuesta al ejercicio físico, consumo de calorías y tipo de dieta más beneficiosa.
El
15 % de los obesos son estéticos, con ausencia de colesterol o
diabetes, pero un 85 % sí tiene o tendrá esas complicaciones y, por
tanto, un alto riesgo de desarrollar enfermedad cardiovascular.
"El
nutrichip te dice si esa persona tiene esos genes que pueden
complicarle la obesidad y permite un tratamiento personalizado", según
Pérez.
No obstante, continúa, esta herramienta no es "un milagro",
pues de la obesidad aún no se conocen todos los genes implicados y el
"nutrichip" estudia 125 variantes genéticas de las conocidas.
Éste lo tienen desde hace unos meses sobre todo clínicas privadas y la prueba cuesta unos 500 euros. EFE

No hay comentarios:
Publicar un comentario