El cártel de los países exportadores de crudo admitía en su última
reunión algo que auguran las instituciones y las grandes compañías del
sector desde hace meses. Estados Unidos está incrementando rápido la
producción de energía
y eso está cambiando el equilibrio de fuerzas en el mercado. Es una
tendencia que, además, tiene claras consecuencias para la economía
estadounidense, porque reducirá su déficit exterior y es una fuente de
empleo.
Solo hay que fijarse en Montana. Por sus carreteras circulan por las
noches tráileres con tanques, nitrógeno líquido, arena, tubos y casas
móviles hacia campos petrolíferos como los que operan en Glendive. Hace
una década era una ciudad fantasma. Ahora, tras 30 años parada, vive su
segunda primavera, como Miles City y Sidney, otras dos ciudades situadas
al este del Estado y otras regiones del país. Este florecer energético,
no exento de protestas, se repite en Idaho, Nuevo México, Utah y
Wyoming.
ExxonMobil, la mayor firma del sector, augura que la creciente
producción de petróleo y gas natural en EE UU y Canadá llevará a la
región a convertirse en 2025 en la mayor exportadora, superando a los
países de Oriente Medio. Y la Agencia Internacional de la Energía
anticipa que ya en 2015 solo EE UU superará a Rusia como mayor
exportador de gas natural. Se espera que más de la mitad del crecimiento
de la oferta de esta fuente provenga de la región durante las dos
próximas décadas. Esto será posible gracias a técnicas como la
controvertida fractura hidráulica, que permiten extraer el gas atrapado
en la roca de forma menos costosa. La agencia estadounidense de la
energía también maneja un horizonte de dos a tres años al hablar de EE
UU como país exportador neto de gas natural.
En el caso del crudo, los organismos proyectan que rebasará a Arabia
Saudí y Rusia como productor para 2017 y en menos de dos décadas se
convertirá en exportador neto, con lo que la mayor potencia económica
reducirá mucho su dependencia. ExxonMobil estima que la inversión
reciente del sector en el gas natural le convertirá en el segundo
combustible más usado en 2025, superando al carbón. La producción
mensual de crudo en EE UU está al nivel más alto desde 1998, equivalente
a 6,5 millones de barriles diarios. El Estado líder es Tejas, con más
de dos millones de barriles diarios, según la Energy Information Administration.
“Los efectos de la evolución energética de EE UU se sentirán más allá
de Norteamérica y de la industria”, señalaba la AIE en su último
informe sobre tendencias. A la fragmentación de la roca para extraer el
gas se le suma la explotación de los yacimientos de petróleo en roca
porosa, como en Dakota del Norte y la vecina Canadá. La OPEP dice por eso que los dos países tendrán el mayor crecimiento en la producción en las próximas dos décadas.
En cifras, el cártel petrolero prevé que la producción de crudo
estadounidense crezca el equivalente a 810.000 barriles diarios este
año. Para superar a Arabia Saudí y Rusia debe llegar a los 10 millones.
Es, señala, una tendencia sin vuelta atrás. No solo dejará EE UU de
importar tanto crudo de la OPEP, se espera que también reduzca las
compras de México, Colombia y Brasil. El consumo doméstico de EE UU está
entre los 16 millones y los 20 millones de barriles diarios.
Para el año que viene, la producción doméstica de EE UU podría superar los siete millones de barriles diarios. La National Intelligence Council
estima que se doblará para 2020, hasta llegar a los 15 millones,
suficiente para desbancar a Arabia Saudí. La AIE lo deja bastante más
bajo, en 11 millones y que a partir de esa fecha baje gradualmente hasta
los nueve millones para 2035. Aun así, supone un cambio radical.
Hace solo cinco años, la posibilidad de que EE UU se convirtiera en
país autosuficiente era una simple aspiración. Ahora hay fecha, 2035.
Para entonces, según las proyecciones de la AIE, el 90% de las
exportaciones de los países productores en Oriente Medio irán dirigidas a
Asia. Esta evolución, anticipa la IHS Global Isight, reducirá el
desequilibrio en la balanza exterior de EE UU, que el pasado trimestre
registró un déficit de 107.500 millones.
Los analistas de la firma calculan que la industria extractiva genera
1,7 millones de empleos, lo que podría doblarse en una década. Es más,
creen que el abaratamiento de la energía podría ser un incentivo para
que empresas de otros sectores traigan su producción a casa. Y hablan de
consecuencias políticas derivadas de no comprar crudo a países como
Venezuela, del que importa el 8%, o de Oriente Medio y el Norte de
África, de donde llega el 45% de la energía que se consume.
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