sábado, 2 de febrero de 2013

investigadores develan enigma de los búhos


Investigadores estadounidenses revelaron el enigma de cómo los búhos pueden girar casi completamente la cabeza, hasta 270  grados, sin dañar los delicados vasos sanguíneos y sin obstaculizar el suministro de sangre a su cerebro.

Según estudios realizados por especialistas de la Universidad Johns Hopkins, en Baltimore, los vasos sanguíneos en la base de la cabeza de los búhos tienen la capacidad de ampliarse convirtiéndose en una especie de embalses.

Estos embalses permitirían entonces a los búhos acumular sangre para obtener la energía suficiente para irrigar su cerebro y sus ojos mientras giran la cabeza.

"Hasta ahora, los especialistas en escaneo cerebral que como yo lidian con lesiones causadas por traumatismos en las arterias de la cabeza y el cuello humanos siempre se han preguntado cómo estos rápidos y enredados movimientos de cabeza no dejan a miles de búhos muertos tirados en el suelo del bosque por accidente cerebrovascular", dice el neurorradiólogo intervencionista Philippe Gailloud, autor principal del estudio publicado en la edición del 1 de febrero de la revista Science.

Para resolver el rompecabezas, el equipo estudió la estructura ósea y de los vasos sanguíneos en la cabeza y el cuello de varios tipos de búhos tras sus muertes por causas naturales.

Un colorante de contraste fue utilizado para mejorar la imagen de rayos X  de los vasos sanguíneos de las aves, que luego fueron meticulosamente disecados, dibujados y escaneados para permitir un análisis detallado.

El hallazgo más sorprendente ocurrió luego de que los investigadores inyectaran la sustancia colorante en las arterias de los búhos, para imitar el flujo sanguíneo, y giraran manualmente las cabezas de los animales, explica el estudio.

Los vasos sanguíneos en la base de la cabeza, justo debajo del hueso de la mandíbula, se convertían en una especie de embalse a medida que entraba más tinta en el sistema circulatorio.

Esto contrasta radicalmente con la capacidad anatómica humana, en que las arterias por lo general tienden a hacerse cada vez más pequeñas, y no a inflarse, a medida que se ramifican.

"Los resultados de nuestro nuevo estudio muestran precisamente que las adaptaciones morfológicas son necesarias para tales movimiento de cabeza", dijo Gailloud.

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