El modelo de
grandes cadenas de ropa como H&M fomenta un uso de ropa de rápida
caducidad, promoviendo una insatisfacción crónica de moda efímera, con
tejidos de baja calidad.
ECOticias.
La cadena H&M ha lanzado una campaña para la recogida de ropa
usada en todas sus tiendas con el fin de reciclarla. Los responsables
de la marca hablan de compromiso medioambiental, sin mencionar las
condiciones laborales y el impacto que produce la industria textil
globalizada. La campaña anuncia que a cambio de las prendas entregadas
se darán descuentos para utilizar en sucesivas compras, promoviendo la
insostenible tendencia a la ropa de usar y tirar. La iniciativa supone
además una gran competencia para las organizaciones sin ánimo de lucro
que se dedican a la recogida de ropa.
El modelo de grandes cadenas de ropa como H&M fomenta un uso de
ropa de rápida caducidad, promoviendo una insatisfacción crónica de moda
efímera, con tejidos de baja calidad. Una industria textil globalizada
en la que en los países empobrecidos se produce los tejidos y la ropa,
en condiciones laborales y salariales pésimas, mientras que en los
países enriquecidos se promueve un consumo acrítico y barato de ropa. En
este contexto, la campaña lanzada por la cadena más que apostar por la
sostenibilidad y la justicia social, supone un lavado de imagen
afianzado en una gran campaña publicitaria.
Intenta desactivar informaciones surgidas con respecto a los
compromisos sociales y ecológicos de la cadena como documentan
exhaustivamente los informes de la campaña Ropa Limpia
(falta de salud laboral por el uso de abrasivos, bajos salarios y
explotación laboral…) contraviniendo el propio código de conducta de la
empresa.
Cada año se desechan un millón de toneladas de ropa a nivel estatal.
Mayoritariamente estas prendas acabarán en la basura, lo que supone un
despilfarro ecológico de enormes dimensiones mientras que en países
empobrecidos las maquilas controladas por las multinacionales de ropa,
compiten con la economía local y causan situaciones de empobrecimiento
estructural. Una situación que debería demandar políticas de reducción
en el consumo de ropa, con tejidos de larga duración, garantizando su
reutilización y reciclaje.
La mayor parte de las prendas que se recogen en los contenedores de
recogida selectiva son gestionadas por parte de ONGs sin ánimo de lucro
que clasifican la ropa hacia tiendas de segunda mano, venta a bajo
precio en países empobrecidos o reciclaje de fibras. Sin embargo, aunque
estas organizaciones, mayoritariamente vinculadas a proyectos de
cooperación, pueden tener buenas intenciones, paralelamente se están
implantando mafias de venta de ropa de segunda mano con destino a países
empobrecidos que obtienen lucrativos ingresos gracias a la buena
voluntad de la gente, compitiendo con los mercados locales de
elaboración de tejidos.
La campaña lanzada por H&M puede suponer un impacto tremendo en
el futuro de las entidades sociales que se dedican a la gestión de la
ropa de segunda mano, que realizan su actividad como una herramienta
para la donación de ropa a gente con necesidades, la mejora en las
condiciones de vida de colectivos desfavorecidos y en riesgo de
exclusión, generando con ella empleo social.
Ante esta situación, Ecologistas en Acción demanda que otro modelo de
producción, distribución y consumo de ropa, basado en la durabilidad
en vez de la obsolescencia de modas cambiantes, apostando por la
reducción y promoviendo circuitos de recogida selectiva, trueques,
tiendas gratis y utilización como “trapos” para su reutilización y, con
posterioridad, el reciclaje de los tejidos. Un modelo por el que no
apuesta la cadena sueca de ropa.
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