La misión SMOS de la Agencia Espacial Europea (ESA) para estudiar la humedad de los suelos y la salinidad de los océanos acaba de cumplir 3 años, tiene fondos para proseguir 2 años más y tecnología para hacerlo otros 20, de ahí que la atención esté puesta en "pulirla" y su financiación.
La sede de la ESA en Madrid ha acogido hoy la presentación
internacional de más de tres años de la misión europea SMOS, un satélite
de tres brazos y 69 antenas lanzado en noviembre de 2009.
En
este período en órbita, la misión ha proporcionado, por primera vez y
única, según sus responsables, series de datos globales sobre la
salinidad de los océanos y humedad de los suelos.
Esta información es importante para que los científicos comprendan mejor la circulación de los océanos y el ciclo del agua.
CAMBIO CLIMÁTICO
Esto permitirá entender mejor cómo está afectando el cambio climático y para mejorar lo modelos climáticos y meteorológicos.
Entre
los datos constatados durante estos tres años, sus responsables han
destacado, por ejemplo, que la salinidad de la superficie oceánica se ve
afectada por el paso de un huracán.
Así, han explicado que el
huracán Igor de 2010 provocó que el agua de la desembocadura del
Amazonas incrementase su grado de salinidad al mezclarse con aguas más
profundas y saladas.
CORRIENTE DEL GOLFO
SMOS,
para el que España desarrolló su radiómetro -Miras-, ha arrojado
también luz sobre la evolución de la serpenteante corriente del Golfo,
uno de los sistemas de corrientes más estudiados.
Esta corriente,
que se origina en el Caribe y fluye hacia el Atlántico Norte, juega un
importante papel en la transferencia del calor y sal, influyendo en el
clima de la costa este de Norte América y la costa oeste de Europa, han
detallado los investigadores.
Los datos sobre salinidad muestran
que el agua caliente y salada impulsada hacia el norte por la corriente
del Golfo converge con aguas más frías y menos saladas, transportadas
hacia el sur a lo largo de la costa este de Norte América por la
corriente del Labrador.
AGUA EN VEGETACIÓN
Otras
de las cosas que mide SMOS es la cantidad de agua almacenada en la
vegetación, lo que sirve por ejemplo para valorar el riesgo de
incendios; o la velocidad del viento en la superficie del mar, lo que se
logró con el paso del huracán Sandy.
No obstante, sus
responsables han insistido en que lo más importante hasta ahora es haber
comprobado que funciona y que está dando resultados.
En este
sentido, Jordi Font (del CSIC), uno de los científicos españoles de
SMOS, ha subrayado que se trata de una misión pionera con muchos
riesgos, que aún está solventando algunos problemas.
Entre ellos, ha enumerado el impacto del Sol sobre el océano, lo que distorsiona en ocasiones las mediciones de SMOS.
Tras
señalar que trabajan para corregir esto y que aún están a tiempo, ha
recalcado que lo mejor de estos tres años ha sido demostrar que la
salinidad del mar se puede medir desde el espacio.
BOYAS ROBÓTICAS
Font
ha dicho que los datos que se obtienen de SMOS se complementan en la
actualidad con los que ofrecen las 3.500 boyas robóticas lanzadas al mar
dentro del proyecto Argo.
Según este experto, la salinidad y la
temperatura determinan la densidad del agua, lo que es vital para saber
cómo funciona las corrientes marinas.
Desde la ESA se ha valorado
que por primera vez España ha liderado tanto el desarrollo del
instrumento principal del satélite como las operaciones y la explotación
científica de los datos.
SMOS ha superado su supuesto límite de vida, establecido en tres años.
Los
investigadores han asegurado que existen fondos para explotarlo otros
dos años más (9 millones anuales), pero la tecnología podría hacer que
la misión durara otros 20 años.
Ahora lo fundamental es seguir
manteniendo la calidad científica de los resultados, el mejor aval para
su continuidad, según ESA. EFEfuturo/EFEverde
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