El
plan surcoreano de convertirse en el cuarto país en cazar ballenas fue
una dura bofetada a los incesantes esfuerzos por encontrar un consenso
internacional, y en vez de ello la situación parece continuar en una
escalada de tensión.
Corea del Sur sacudió la reunión anual de la Comisión Ballenera
Internacional (CBI) que finalizó el viernes en Panamá al anunciar que se
valdrá de un vacío legal en la moratoria a la pesca comercial que
permite la caza con fines científicos, la misma táctica que actualmente
emplea Japón.
Noruega e Islandia desafiaron abiertamente la moratoria comercial.
Varios otros países, como Estados Unidos y Rusia, permiten la caza de
ballenas a sus pueblos aborígenes.
La CBI impuso una moratoria a la caza comercial de ballenas desde
1986, en medio de temores por la supervivencia de estos gigantes
marinos. Además de la pesca con fines científicos, la moratoria permite
la caza de subsistencia por parte de pueblos indígenas, una práctica en
general menos controvertida ya que es mucho más pequeña en escala e
impacto.
Los negociadores surcoreanos afirmaron en Panamá que el país ha
tolerado la diplomacia a favor de la moratoria, pero que se encuentra
bajo una fuerte presión en el ámbito doméstico.
Pero ambientalistas, mientras critican la postura surcoreana,
concuerdan en parte con que el anuncio es resultado del fracaso
internacional en torno al tema.
"Por años, Corea del Sur ha dicho que acata las reglas y ha sido
castigado, pero Japón continúa matando ballenas y no ha sido
responsabilizado por ello, y eso es injusto", afirmó Phil Kline, de la
campaña por los océanos de la organización ecologista Greenpeace.
"El problema es que la cantidad de ballenas minke, que son las que
cazarán, es una de la más reducida entre las ballenas", afirmó.
La carne de ballena es una de las más populares en la ciudad
surcoreana de Ulsan, que sirve los restos de ballenas que son capturadas
"accidentalmente" en sus redes. Críticos afirman que el alto nivel de
capturas levanta sospechas de que algunas ballenas son asesinadas
intencionalmente.
Corea del Sur ha afirmado que su caza de ballenas estaría restringida
a sus aguas, en oposición a Japón que enfurece a Australia y Nueva
Zelanda al enviar expediciones a aguas antárticas que han sido
declaradas un santuario para estos animales.
Pero Corea del Sur no ha sido el único país en arrojar una bomba
durante las reuniones de la Comisión. Dinamarca ha insinuado que
desafiará a la CBI tras rechazar la ampliación de los derechos de caza
de ballenas para los pueblos aborígenes de Groenlandia, que supondría
matar a 10 ballenas jorobadas al año.
La caza de ballenas por aborígenes ha sido menos controversial debido
a su pequeña escala, pero sus críticos afirman que la caza en
Groenlandia representaría una industria disfrazada ya que la carne de
ballena es ampliamente ofrecida a los turistas.
Los esfuerzos de 2010 de alcanzar un compromiso y reducir la caza
japonesa, que colapsaron durante la reunión en Marruecos, buscan también
asegurar la sobrevida de la Comisión Ballenera Internacional.
En repetidas ocasiones Japón ha amenazado con abandonar el grupo de
89 países, afirmando que debe apegarse al propósito para el que fue
creado en 1946 de regular la caza.
Muchas veces olvidada ante la reciente escalada de tensión, Canadá
abandonó la Comisión cuando la moratoria entró en vigor. Actualmente
establece un sistema de cuotas para la caza por parte de los indígenas
sin buscar la aprobación de la Comisión.
Leigh Henry, de la rama estadounidense del grupo WWF, afirmó que la
Comisión continúa siendo un órgano importante y espera que Dinamarca
revise y vuelva a presentar su propuesta.
"Las ballenas, así como muchas especies migratorias, no conocen
barreras internacionales por lo que existe un peligro enorme para un
país como Canadá si no asegura que esas cuotas sean sostenibles",
señaló.
En otra propuesta a la Comisión, Japón y sus aliados aniquilaron una
propuesta para declarar santuario a la región del Atlántico sur, a pesar
que allí no se desarrolla la caza actualmente y que la mayoría de los
países en la zona apoyaban la idea.
A pesar de la palpable tensión en Panamá, algunos negociadores y
ambientalistas destacaron algunos puntos. Señalaron que los expertos
trabajan juntos en temas como salvar a las ballenas de que se vean
atrapadas en las redes o en naufragios, lo que involucra a todos los
países a pesar de su posición sobre la caza.
Pero una de las decisiones concretas en la que ambos grupos de países
estuvieron de acuerdo fue en verse menos. Así, las reuniones de la
Comisión serán a partir de ahora cada dos años y no anualmente.
Imagen tomada el 26 de junio pasado y distribuida el 5 de julio por
la Guardia Costera de Taean que muestra una ballena capturada
accidentalmente por pescadores surcoreanos, en el puerto de Taean.
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