La
herramienta puede ayudar a que los países ponderen los costos y las
oportunidades de atraer inversión para alternativas de combustibles
potencialmente más ecológicos
ECOticias.
Los países que están considerando invertir en bioenergía como
una forma de mejorar los ingresos en áreas rurales y cumplir otras metas
políticas podrían echar un vistazo al futuro gracias a una nueva
herramienta interactiva que puede simular los impactos de la producción
de biocombustibles sobre una gama de factores, tales como el crecimiento
económico, el uso de la tierra y la creación de empleos.
La herramienta puede ayudar a que los países ponderen los costos y
las oportunidades de atraer inversión para alternativas de combustibles
potencialmente más ecológicos y más sostenibles – tema que dominó las
conversaciones en la conferencia de Río+20.
La herramienta, parte de un proyecto financiado por la UE y liderado
por el Centro para la Investigación Forestal Internacional (CIFOR) fue
lanzada como parte de la Cumbre Río+20 en Brasil. Entre otras metas, la
herramienta presentada en un reciente estudio de CIFOR intentaba
entender cómo el flujo de las inversiones – tanto internacionales como
internas – podría impactar los paisajes forestales y los medios de
subsistencia de las personas.
“La elección del modelo de negocios que un país decida adoptar,
podría determinar en forma crucial los impactos sobre la tierra y los
medios de subsistencia, por lo que desarrollamos esta herramienta para
entender cómo los instrumentos de política podrían afectar la magnitud
de los flujos de inversión en distintos modelos de negocio”, dijo Eric
Kemp-Benedict del Instituto del Medio Ambiente de Estocolmo, autor del
estudio, quien lideró el desarrollo de la herramienta.
“Las finanzas, la inversión y la iniciativa empresarial, son fuerzas
económicas poderosas que a los gobiernos les gustaría aprovechar, pero
tienen su propia vida y pueden tener impactos que no hacen felices a los
gobiernos. Los medios de vida, los presupuestos y la autonomía de la
población local pueden ser afectados en forma negativa”, agregó.
En combinación con un modelo de impactos en el paisaje, la
herramienta ayudará a los encargados de formular políticas que toman
decisiones sobre bioenergía en países tropicales en desarrollo,
permitiéndoles probar rápidamente muchas combinaciones distintas de
políticas en un entorno controlado y luego evaluar e investigar los
impactos modelados.
La herramienta muestra estimados de escenarios futuros hasta el año
2035. Considera distintas opciones de políticas como información – tales
como subsidios internos y para exportación, zonificación e impuestos,
incluyendo un impuesto al carbono – y presenta indicadores de interés
para los encargados de redactar políticas – tales como inversión
extranjera, propiedad a nivel interno, ingresos tributarios,
exportaciones netas de energía, uso de tierra y empleos.
Adicionalmente, se puede incluir en los modelos aquellos factores que
los formuladores de políticas no pueden controlar – y que en muchos
casos pueden ser altamente inciertos, tal como los precios futuros del
petróleo. Otra información a considerar puede ser el compromiso
político, la seguridad de la tenencia y el riesgo de la inversión
nacional. Para estos “factores difusos” – factores a lo que es difícil
asignarles cifras – los usuarios del modelo pueden estimar un valor
aproximado, estableciendo el valor en una escala de bajo a alto.
Si bien el modelo todavía está en desarrollo, las pruebas sugieren
que puede ofrecer estimados útiles, permitiendo a los países considerar
los impactos potenciales de la fluctuación en los mercados.
“El modelo produce algunos ciclos de “auge y caída” para los
biocombustibles: Ingresan muchos flujos de inversión, dando como
resultado una sobre extensión, y por ello algunas de esas operaciones
salen del negocio”, dice Kemp-Benedict.
Esto indica que el modelo puede ser un medio sólido para examinar
escenarios de la vida real. Muchas regiones de hecho han sufrido esos
ciclos. “Por lo que este modelo nos permite pensar las opciones de
política que podrían ayudarnos a impedir tales resultados en el futuro.”
Más aún, el estudio liderado por CIFOR del cual forma parte este
modelo, ha encontrado que la prisa por producir biocombustibles ha
ocasionado altos niveles de deforestación en muchos países tropicales y
por lo tanto puede tener impactos significativos en el cambio climático
mundial y en los servicios locales del ecosistema.
A pesar de que el debate público sobre biocombustibles mayormente se
refiere al tema de “alimentos versus combustible” – usando cultivos
comestibles como el maíz, la soya y la caña de azúcar para hacer
combustible para maquinaria en vez de alimentos para las personas – la
deforestación es un resultado que los formuladores de políticas deben
tener en mente, dice Kemp-Benedict.
Sin embargo, cuando se maneja de manera sostenible – como priorizando
el cultivo de materias primas en tierras degradadas y evitando el
desmonte de la selva virgen – el biocombustible producido para la
exportación puede lograr una contribución importante para las metas de
desarrollo nacional. .
De acuerdo con La Herramienta de Información Mundial sobre
Biocombustibles, una descripción geográfica de acceso abierto
desarrollada por CIFOR con apoyo de Profundo, Indonesia es un exportador
neto de bioenergía, produciendo 104 millones de litros de etanol y
biodiesel al año, y exportando casi cuatro quintos de este total, 81
millones de litros.
Más aún, en un mundo donde los recursos de combustible fósil se están
agotando cada año, y donde la extracción de fuentes “residuales” como
el petróleo en aguas profundas, las arenas bituminosas y el gas de
lutita se presentan con grandes riesgos ambientales y de seguridad, la
producción de bioenergía puede contribuir también a la seguridad
energética nacional.
Los shocks de abastecimiento y los cambios dramáticos en los precios
de combustible fósil, tienen impactos grandes particularmente en los
países en desarrollo que son importadores netos de petróleo, llevando a
muchos economistas y formuladores de políticas a afirmar que los países
tropicales en desarrollo tienen mucho que ganar al invertir en la
producción de sus propios abastecimientos de bioenergía.
“Todo se reduce al hecho de que este sector implica muchas promesas pero también mucho riesgo”, dice Kemp-Benedict.
El Modelo Nacional de Inversión en Bioenergía (NBIM, por sus siglas en inglés) fue producido en colaboración con el Concejo Sudafricano para la Investigación Científica e Industrial (CSIR) y con el Instituto del Medio Ambiente de Estocolmo (SEI).
El Modelo Nacional de Inversión en Bioenergía (NBIM, por sus siglas en inglés) fue producido en colaboración con el Concejo Sudafricano para la Investigación Científica e Industrial (CSIR) y con el Instituto del Medio Ambiente de Estocolmo (SEI).
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