Cada mañana, Eugenio Donato, técnico de la oficina de control de la
polución del Ayuntamiento de Roma, recibe los datos de las 13
centralitas que relevan la contaminación del aire. “Si el día anterior
superamos los límites [en 2012 pasó 57 veces, de las 50 consentidas por
las normas europeas], escruto las previsiones para el día siguiente: si
veo que hay inestabilidad, viento o lluvia, bien. Si el buen Dios no
piensa intervenir – ironiza – bloqueamos el tráfico el día siguiente”.
Los vehículos más contaminantes (con tecnología y filtros más
anticuados) no pueden circular en la zona verde, un área de 120
kilómetros cuadrados. Si los niveles de polvo o bióxido de azoto siguen
altos, el sexto día circulan los con matrícula impar, el séptimo los
pares. No es un trabajo sencillo: Roma tiene un marco municipal de 1.250
kilómetros cuadrados, casi dos millones de vehículos matriculados y al
menos 650 mil motorini. “Damos ayudas para comprar coches
híbridos; de los cerca de 2.700 autobuses, 400 ya marchan con gas
natural y todos tienen como máximo ocho años. Tenemos los domingos a pie.
Suelen ser cuatro, antes de marzo, más que para abatir la
contaminación, para sensibilizar a los ciudadanos”. En 2013, aún no
hubo.
“Son reacciones contra la emergencia, no existe una estrategia para
contrastar la contaminación”, denuncia Lorenzo Parlati, en la sede
romana de la asociación Legambiente. “Por ejemplo –argumenta - 17 mil
plazas de aparcamiento de pago, de las 90 que hay en el centro, pasaron a
ser gratis. Y cuando debes pagar, el coste es de un euro por hora y con
4 euros puedes dejar el coche 8 horas: un chollo que fomenta la
utilización de los vehículos hasta dentro el casco antiguo”.
Además del tráfico que generan los propios romanos – para los cuales
coger un autobús es una especie de tortura, acostumbrados a llegar hasta
la puerta de cualquier sitio en moto o en coche – hay otra
preocupación, en una ciudad que cuenta 22 millones de visitantes al año:
“La administración ha vuelto a abrir el centro a los autobuses
turísticos, que antes debían aparcar fuera. Ha instituido 15 áreas donde
pueden esperar, en plena zona monumental, por ejemplo a lo largo de la
calle de la Conciliazione, frente a San Pedro, o detrás del Coliseo,
donde llega uno cada 30 segundos”.
El antiguo Anfiteatro Flavio atraviesa una época difícil: tienen que
arrancar la restauración, ahora bloqueada por un juicio, y las obras
para una tercera línea de la metropolitana. “Los andamios van a reducir
el espacio disponible entre el Coliseo y la actual estación – considera
Legambiente – El ayuntamiento no va a desviar el tráfico, sino que ha
pensado en reducir las aceras”. La asociación abrió una petición
“Salvemos el Coliseo” del tráfico, que se puede firmar en Avaaz
No hay comentarios:
Publicar un comentario