domingo, 23 de junio de 2013

Confirman la relación entre los paleoglaciares mediterráneos y las precipitaciones

[Img #14220]El artículo del investigador del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH) David Domínguez Villar, que se acaba de publicar en la revista Scientific Reports, establece que la extensión máxima de los paleoglaciares mediterráneos durante la última glaciación se ha datado en 26.000 años, unos cinco mil años antes que los glaciares del Centro y Norte de Europa.

Como afirma este paleoclimatólogo español, su trabajo pone fin a una polémica sobre la cronología del “máximo glaciar” en las montañas del continente europeo, y confirma que el incremento de las precipitaciones fue la causa de este máximo temprano en los sistemas montañosos mediterráneos.

Para llegar a estas conclusiones se han utilizado dos aproximaciones. Por un lado, mediante el método de isótopos cosmogénicos se han datado morrenas de nueve paleoglaciares de las Sierras de Guadarrama, Gredos y Béjar, ya que estas acumulaciones de depósitos que dejan los glaciares "sirven de indicadores geomorfológicos que permiten determinar el límite de la extensión de los glaciares”, explica Domínguez.

Por otro lado, la serie paleoclimática se ha reconstruido a partir del registro de isótopos estables de oxígeno de espeleotemas de la Cueva del Águila (Ávila), datándose mediante el método de series de Uranio-Torio, lo que ha permitido conocer las variaciones relativas de precipitación durante el periodo de interés.
El registro de los glaciares confirma una edad temprana respecto al Centro y Norte de Europa para los máximos glaciares; mientras el registro de la cueva confirma la hipótesis de partida, esto es, que la mayor precipitación coincide con la cronología de esa máxima extensión de los paleoglaciares mediterráneos.

Otro aspecto interesante de este trabajo es la relación que se establece entre la energía que recibe la Tierra procedente del Sol, que varía según la configuración orbital de nuestro planeta, que influye en las corrientes oceánicas del Atlántico Norte y en la dinámica atmosférica sobre el continente Euroasiático, lo que afecta a la pluviosidad de las regiones mediterráneas.

Domínguez concluye afirmando que este artículo, que es fruto de un proyecto financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación y la Junta de Castilla La Mancha, da pie a plantear futuros trabajos sobre teleconexiones en las precipitaciones del Mediterráneo que puedan afectar a escenarios de un futuro próximo.

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