Considerada la nueva frontera del desarrollo en
Colombia, la región de la Orinoquia, limítrofe con Venezuela, es una de
las reservas silvestres mejor conservadas del país y un hábitat único
que lucha por sobrevivir a la llegada de nuevos sistemas productivos y
de explotación.
Extensas sabanas inundadas, núcleos de humedales y altillanuras
conforman esta remota región de 900.000 hectáreas que comparten los
departamentos del Meta, Vichada, Casanare y Arauca, así como la región
oriental de Venezuela con la que, conjuntamente, conforman la cuenca del
río Orinoco.
Los ricos recursos naturales de una región hasta ahora olvidada han
hecho que la Orinoquia sea calificada como "un lienzo en blanco", un
territorio abierto a la exploración y la colonización, declarado
"frontera para el desarrollo" con la expansión de la industria
extractiva del petróleo y monocultivos agroindustriales.
"Lo que más nos preocupa es todo lo que viene alrededor de la cultura
petrolera, la construcción de infraestructuras, el desplazamiento de
poblaciones, las inversiones asociadas a las regalías o la migración de
pobladores", declaró a Efe Brigitte Baptiste, directora del Instituto
Humboldt que se dedicada a la documentación de estas transformaciones.
El subsuelo de la Orinoquia esconde importantes reservas petrolíferas
de las que se extrae alrededor del 70 % de la producción nacional (unos
750.000 barriles diarios) así como importantes cuencas mineras de
esmeraldas, hierro y plata que han hecho de sus tierras un preciado
tesoro para las grandes corporaciones.
Del mismo modo, las amplias extensiones de tierra virgen poco
fértiles se han convertido en un reto para el desarrollo de cultivos
destinados a la agroindustria y los biocombustibles, como la palma de
aceite, la caña de azúcar, el caucho o el eucalipto, que han alterado la
dinámica de precios del suelo y han disparado su coste hasta los 15
millones de pesos (unos 7.890 dólares) por hectárea.
Bajo el lema "¿Agua o petróleo?", el pasado 22 de febrero la
comunidad de Humadea (municipio de Guamal), inició un paro pacífico para
impedir la entrada de un taladro perforador de la empresa estatal
Ecopetrol en el recinto conocido como "Lorito 1", a unos metros del río
Humadea, declarado patrimonio turístico.
Líderes del municipio y autoridades ambientales denuncian la
construcción por parte de esta petrolera de un pozo exploratorio entre
dos acueductos que surten de agua a las comunidades de la región y sobre
una importante reserva acuífera de agua dulce.
"La industria petrolera puede que dure veinte o treinta años, pero
una vez acabe de extraer la última gota de crudo, las compañías van a
levantar el trasteo y se van a ir dejando un pasivo ambiental muy
grande", denunció a Efe Edgar Humberto Cruz, líder ambiental de Humadea.
Según Cruz, "es una responsabilidad social y un derecho legítimo
defender nuestra autonomía, nuestro territorio y nuestra garantía de
gozar de un futuro saludable".
Ante esta situación, ecologistas e investigadores reclaman un
desarrollo integral de la región que dé poder a las autoridades locales y
regionales en la toma de decisiones sobre el futuro económico, social y
ambiental del territorio.
"Hay una oportunidad para replantear el crecimiento de la economía.
El llamado es hacia un desarrollo más inclusivo que no se base en un
solo modelo productivo y que atienda un buen ordenamiento territorial",
concluyó Baptiste, con el deseo de que la Orinoquia logre convertirse en
un referente ecológico para todo el país.
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