sábado, 7 de diciembre de 2013

Feas y odiadas, las chuchas son vitales en ecología

La gente las ve muy grandes y feas, las definen como ratas gigantes y a partir de estos conceptos no solo las juzgan mal, sino que la primera reacción al encontrarlas es matarlas.

Se trata de marsupiales, unos mamíferos de los cuales existen dos órdenes conocidos como Paucituberculata y Didelphimorphia, este último conocido en Colombia como chuchas o zarigüeyas.

"El mayor problema aquí es que hay mucha confusión porque por lo general la gente habla de la chucha común, pero no es la única que tenemos en Medellín, hay otras especies más", explica Sergio Solari Torres, docente de la U. de A. y mastozoólogo peruano invitado por el Parque Explora al ciclo Maravillosos Indeseados.

Un ciclo que, como precisa Andrés Ruiz, jefe de programación académica de Parque Explora, "continuará durante los primeros cuatro meses de 2014 con especies como las pirañas, las cucarachas, los murciélagos y las serpientes, así como con las malezas".

Sergio Solari explica que hay una especie de chucha que solo se alimenta de frutos, lo que la convierte en dispersora de semillas.

Otras, más pequeñas, se alimentan de frutos pequeños y de flores, con lo que cumplen un papel como polinizadoras. Por supuesto no son como las abejas, se mueven de forma mas lenta.

El especialista precisa que en Medellín y sus alrededores se reportan seis especies: la chucha común (Didelphis marsupialis), la orejiblanca (Didelphis pernigra), la de agua (Chironectes minimus), la mantequera (Philander oposum) y dos especies de chucha-ratón: Marmosa isthmica y Marmosops caucae.

En sus crónicas de Indias, Pedro Mártir de Anglería la describe así: "Cara de zorra, cola de mono, orejas de murciélago, manos de hombre, pies de mona, que adonde quiera que va lleva sus hijos en un vientre exterior a modo de bolsa grande".

Las que tienen marsupio son las chuchas grandes y las orejiblancas, que se encuentran sobre los 1.800 metros sobre el nivel del mar. Pero las de la especie común las llevan sobre su lomo.

Ante la inquietud de cómo evitar que entren a su hogar, el mastozoólogo hace énfasis en que ellas no lo hacen siempre y cuando encuentran comida natural. Cuando tienen problemas empiezan primero por buscar en la basura. "Si encuentra algo muy oloroso entre las casas se mete. Le gusta mucho el azúcar", explica Sergio Solari. Y aconseja, que para mantenerlas a raya, debe primar el aseo, no dejar frutas a su alcance ni permitir la acumulación de hojarascas, sitios preferidos para hacer madrigueras.

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