martes, 10 de diciembre de 2013

La vida en la Tierra podría tener su origen en el centro del planeta y no en el mar

El reciente estudio realizado por científicos de la Universidad de Michigan, EEUU, sobre la biosfera profunda, revela que en el subsuelo existe una comunidad de organismos similares genéticamente pero que viven en lados opuestos del mundo.
 ECOticias.
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Las primeras formas de vida en el planeta podrían haberse originado a grandes profundidades y no en la superficie de la Tierra como se creía hasta ahora, apunta una investigación sobre la biosfera profunda.
   Según recientes estudios, es probable que microbios capaces de vivir y reproducirse a unos cinco kilómetros de profundidad terrestre hayan sobrevivido en completo aislamiento de la biosfera de la superficie durante millones, tal vez incluso miles de millones de años, señala el diario británico 'The Independent'.
   El reciente estudio realizado por científicos de la Universidad de Michigan, EEUU, sobre la biosfera profunda, revela que en el subsuelo existe una comunidad de organismos similares genéticamente pero que viven en lados opuestos del mundo.

PODRÍA HABER EVOLCUIONADOD E UN ANCESTRO

   El parecido global de una forma tan aislada de vida sugiere que pueden haber evolucionado directamente de un ancestro común que vivió en el período en el que la vida en la Tierra se originó, hace unos 3.500 millones de años.
   Los científicos creen que la vida podría haber nacido en pequeñas grietas de rocas subterráneas y que no fue precisamente la energía de la luz del Sol lo que la creó, sino el combustible químico en forma de hidrógeno y metano que se produce en ciertos tipos de roca a altas temperaturas y presiones.
   El hallazgo de una comunidad global de microbios estrechamente relacionada en la biosfera profunda respalda la idea de que la vida no se originó en el denominado caldo primordial de la superficie de lagos y mares, sino en diminutas fisuras llenas de agua ubicadas en rocas subterráneas, ha afirmado el investigador Matt Schrenk de la Universidad Estatal de Michigan, en EEUU.
   "Es fácil entender cómo aves o peces pueden ser similares cuando les separa una gran distancia, pero supone todo un desafío para la imaginación pensar que existen microbios casi idénticos separados por más de 16.000 kilómetros en grietas de rocas a profundidades, presiones y temperaturas extremas", ha señalado Schrenk.

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