En la investigación, realizada en el Parque Nacional de Doñana y cuyos resultados se han publicado recientemente en el Journal of Avian Biology,
han colaborado también expertos de la Universidad de Évora (Portugal) y
la Agencia de Patrimonio Natural de Escocia (Reino Unido).
INNOVAticias.
A pesar de que los búhos reales
cazan cárabos y ambas rapaces nocturnas compiten por el alimento, estas
aves suelen convivir. Un estudio, en el que participa la Estación
Biológica de Doñana, ha revelado uno de los mecanismos desarrollados
por los cárabos para disminuir el riesgo de que los búhos reales los
detecten: mitigar su canto cuando escuchan el de su depredador.
En la investigación, realizada en el Parque Nacional de Doñana y cuyos resultados se han publicado recientemente en el Journal of Avian Biology,
han colaborado también expertos de la Universidad de Évora (Portugal) y
la Agencia de Patrimonio Natural de Escocia (Reino Unido).
El trabajo es el primero en confirmar la hipótesis de que los cárabos comunes (Strix aluco) son capaces de interpretar los sonidos que emiten los búhos reales (Bubo bubo) para determinar su localización y así evaluar el riesgo que corren.
“Los cárabos responden reduciendo sus cantos para no ser detectados
con tanta facilidad y así disminuir la probabilidad de ser cazados”,
explica a SINC Rui Lourenço, uno de los autores del estudio e
investigador de la Estación Biológica de Doñana.
Por otro lado, esta reacción no se da cuando el número de cárabos
machos es muy alto, ya que su comportamiento territorial –utilizan los
sonidos para identificar a los intrusos– es tan importante para la
especie que lo antepone a cualquier amenaza de depredación, a pesar de
los previsibles costes letales.
Dos aves que conviven a la fuerza
El riesgo de que un depredador se encuentre cerca lleva al cárabo a
elegir un hábitat u otro, esto influye en el tamaño de su población y
en el éxito de sus cacerías. Es por esto que en un primer momento
tienden a evitar los lugares ocupados por los búhos reales.
Sin embargo, a veces ambas especies deben cohabitar, ya que los
territorios elegidos por el depredador son ricos en pequeños mamíferos y
aves, que también constituyen la fuente de alimento principal de su
presa.
Esta relación que comparten las dos rapaces es lo que en ecología se
denomina depredación intragremio; “la que se produce entre especies
competidoras”, aclara Lourenço.
Los investigadores establecieron un área de estudio en la que
fijaron 29 localizaciones donde se había confirmado la presencia de las
aves.
Entre marzo y abril de 2008, y septiembre de ese año y marzo de
2009, se completaron 166 sesiones de escucha visitando cada uno de los
29 sitios entre cuatro y siete veces. Durante este tiempo, se
registraron los cantos producidos entre media hora antes de la puesta
de sol y 90 minutos después.
“Es importante el contexto nocturno de estas interacciones, ya que
estas rapaces utilizan mucho el sonido para detectar sus presas y en
este caso verificamos que también lo usan para detectar los depredadores
y evaluar el riesgo”, señala el investigador.
Los resultados se explican debido a que los búhos reales emiten más
sonidos durante la primera media hora en ausencia de luz y los cárabos
lo hacen más tarde, por lo que tienen tiempo de detectar a sus
depredadores, evaluar su posición y modular posteriormente su canto.
Se encontró que la respuesta se producía inmediatamente después de
escuchar a los búhos y, sin embargo, desaparecía con el tiempo.
Aunque ya existen algunos trabajos sobre este tipo de comportamiento
en pequeños pájaros diurnos, se han tratado pocos estudios de este
fenómeno en rapaces nocturnas.
“Hasta el 2000 los investigadores no eran tan conscientes de que
también los depredadores como las aves rapaces y los mamíferos
carnívoros están afectados por el riesgo de depredación”, concluye
Lourenço.
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