miércoles, 4 de diciembre de 2013

Secuencian el genoma de la cobra real, clave para nuevos fármacos

La cobra real habita en los bosques del sureste asiático y se alimenta de otros tipos de serpiente. El estudio, que ha sido publicado en la revista 'Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS)
ECOticias.
Un equipo internacional en el que ha participado el Consejo Superior de Investigaciones Científica (CSIC) ha logrado secuenciar el genoma de la cobra real, la serpiente venenosa más grande del mundo. Con el conocimiento de las bases genéticas de las neurotoxinas se podrán desarrollar nuevos fármacos, según ha informado el CSIC.
   La cobra real habita en los bosques del sureste asiático y se alimenta de otros tipos de serpiente. El estudio, que ha sido publicado en la revista 'Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), se publica de forma simultánea al del genoma de la serpiente pitón de Birmania, que no es venenosa y que ha permitido a los investigadores comparar ambas secuencias de ADN para vislumbrar las claves moleculares sobre el origen evolutivo de la producción de veneno en la cobra real.

   El investigador del CSIC Juan José Calvete, del Instituto de Biomedicina de Valencia, ha explicado que durante su evolución las serpientes venenosas han desarrollado unas glándulas en las que determinados genes se han ido transformando en toxinas, que más tarde han formado sus venenos.
   Por eso, ha añadido que conocer el mecanismo mediante el cual una proteína ordinaria se transforma en una toxina, podría permitir, en un futuro, reproducirlo en el laboratorio y modificarlo para que en vez de matar, ayude a curar.
   Además, ha precisado que la cobra real emplea el veneno como arma química para capturar a sus presas y para defenderse de sus depredadores y ha agregado que, aunque su veneno no es el más potente del reino animal, una mordedura de cobra real puede inyectar suficiente veneno (unos 7 mililitros) como para matar un elefante.
   Calvete ha agregado que las toxinas de su veneno afectan principalmente a los sistemas cardiovascular y nervioso. Concretamente, ha indicado que bloquean específicamente receptores vitales para la transmisión nerviosa y la muerte sobreviene por fallo cardíaco y arresto respiratorio. Neurotoxinas letales aisladas de venenos de cobras y ambas están en fase clínica para el tratamiento de dolor.
   "El objetivo es poder llegar a emplear ese efecto bloqueador de las toxinas para controlar la actividad de los receptores sobreactivados presentes en algunas enfermedades", ha concluido.

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