El nuevo trabajo, publicado en PNAS, determina que la especie Arabidopsis thaliana —modelo de estudio en biología vegetal que se distribuye de manera natural por todo el hemisferio norte
ECOticias.
Un estudio de la Facultad de Farmacia de la Universidad de
Barcelona y el Instituto Max Planck de Investigación Fitogenética
(Alemania), entre otros centros, ha analizado las variedades enanas en
la planta Arabidopsis. En los años 60 hubo un movimiento
agrario, denominado revolución verde, que mediante técnicas de mejora
genética permitió obtener variedades de cereales enanos y más
resistentes y productivos.
Estas técnicas de mejora genética de cultivos contribuyeron a
incrementar la producción agrícola en países en vías de desarrollo. En
1970, el científico Norman Borlaug, pionero en la producción de
variedades semienanas e icono de la revolución verde, recibía el premio
Nobel de la Paz por su lucha para reforzar la producción agrícola en
el mundo mediante la biotecnología.
El nuevo trabajo, publicado en PNAS, determina que la especie Arabidopsis thaliana
—modelo de estudio en biología vegetal que se distribuye de manera
natural por todo el hemisferio norte— presenta entre un 1% y un 5% de
individuos semienanos en poblaciones de Europa y Asia.
"La distribución geográfica no es el resultado de la expansión de
poblaciones, puesto que los individuos semienanos presentan diferentes
mutaciones que demuestran un origen independiente", explica Rubén
Alcázar, investigador Ramón y Cajal en el Departamento de Productos
Naturales, Biología Vegetal y Edafología de la Facultad de Farmacia. "Es
interesante —continúa el experto— que este fenotipo sea tan
recurrente, porque esto indica algún tipo de ventaja evolutiva".
Tras la huella de la evolución natural
En muchas variedades de arroz y cebada que son semienanas, la talla
baja está causada por un déficit en giberelinas, unas hormonas
vegetales que potencian el crecimiento en altura. Estas variedades
semienanas presentan un gen alterado que afecta a una enzima que
participa en la etapa final de la biosíntesis de giberelinas.
Esta deficiencia, sin embargo, no afecta a otros procesos del
desarrollo vegetal que son dependientes de esta hormona. Esto se
explica por la existencia de otros genes funcionales que permiten
suplir las giberelinas en el resto de procesos donde son necesarias.
"Podríamos decir que esta mutación afecta principalmente a la altura de
las plantas", indican los autores del trabajo.
El nuevo estudio sugiere que las mutaciones que producen individuos
semienanos por el déficit en giberelinas son favorecidas en algunas
poblaciones locales. "Es un caso donde una mutación aislada por el
hombre para aumentar la productividad agrícola es seleccionada por la
naturaleza en respuesta a un factor ambiental que todavía no hemos
podido determinar", remarca Rubén Alcázar.
"Esto nos demuestra que podemos anticipar soluciones a los retos de
la agricultura, estudiando la evolución natural de las poblaciones,
incluso en plantas modelo como la Arabidopsis", concluye Alcázar.
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