
Hace un mes un grupo de científicos de Rusia, EE. UU., Canadá, Suecia y
Estonia visitaron la provincia siberiana rusa de Kémerovo, donde se
ubica la zona montañosa Górnaya Shoria y el supuesto hábitat del yeti,
la cueva de Azásskaya. Durante esta expedición los participantes
recogieron muestras importantes de su existencia en la región: huellas,
una madriguera y varios "marcadores" que deben utilizar para delimitar
su territorio. En una huella incluso se encontraron unos pelos
atribuidos a esta especie.
En el marco de esta investigación se realizaron grabaciones en varios lugares para detectar el habla de los míticos yetis.
Según aseguran los expertos sus conversaciones, que se parecen más a
canciones, causan temblor al ser humano. Subrayan que su habla tiene un
tono bajo y a veces parece que gruñen.
Los científicos mantienen que esta particularidad se explica por
razones lógicas. "Nosotros, los seres humanos, tenemos una altura
promedio de 1,5 metros, mientras la mayoría aplastante de estos seres
tienen 2,5 metros de altura y una estructura del aparato vocal
completamente distinta de la de la gente. De hecho, los sonidos que
emiten los yetis son bajos, incluso entran en la categoría de
infrasonidos. El hombre no puede oír estos sonidos, por debajo de 20 Hz,
pero puede sentir su vibración", asegura Ronald Morehead, especialista
norteamericano.
Morehead, que ha investigado durante más de 40 años el 'fenómeno yeti',
contó durante una conferencia reciente que ha tratado de instalar
varias veces cámaras de vídeo en los bosques de California, pero estas
criaturas las rompían. Sin embargo, lograron recoger un archivo de
sonidos de yetis.
Las tecnologías avanzadas también estuvieron implicadas en la taiga
siberiana para detectar el habla de estos seres. El grupo de científicos
rusos y sus homólogos extranjeros mantienen que los yetis tienen su
propio lenguaje, algo que ahora tratan de analizar y descifrar para
descubrir otro enigma de los yetis.
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