
A unos 200 kilómetros al sur de Pekín, en la provincia de Hebei,
decenas de minas productoras de cobre, níquel y hierro ponen en peligro
la preservación del mayor atractivo turístico de China. Algunas minas
están a menos de cien metros del descomunal monumento.
Sin embargo, debido a que muchas de estas minas tienen permiso de
trabajo, los activistas por la preservación no pueden hacer nada, dijo
el vicepresidente de Great Wall Society, Dong Yaohui.
El Departamento de Patrimonio Cultural asigna anualmente fondos para
reparar las partes dañadas de la muralla, pero esto no impide su
deterioro.
“El dinero no es un problema importante en la protección de la Gran
Muralla. Si se aprueba una ley que prohíba la extracción de minerales a
una cierta distancia de ella, ¿costará algo? ¡No!", indica Dong.
Actualmente más de un 70% de la muralla está dañada y sólo el 20% está
en buen estado, según los expertos en protección del patrimonio
cultural.
La Gran Muralla recorre once provincias, su longitud es de 6.400
kilómetros. La antigua fortificación, que fue erigida para defender
las incursiones de otros pueblos a los dominios chinos, atrae a
millones de turistas de todo el mundo.
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