Investigadores
del Centro Forestal Lourizán de Pontevedra y de la Universidad de Vigo
han estudiado la probabilidad de supervivencia del pino resinero (Pinus
pinaster) en la Península Ibérica tras un incendio. Esta especie, de
alto valor ecológico y económico, presenta diferentes ecotipos
–variedades genéticas– según la región y es una de las más afectadas por
el fuego debido a la extensión que ocupa en la Península. Los
investigadores examinaron más de 3.000 árboles afectados por las llamas
en Galicia, Andalucía y las dos Castillas.
ECOticias.

“El pino negral o resinero (Pinus pinaster) es una
especie muy importante, no solo ecológicamente, sino también
económicamente en algunas zonas del país, como el caso de Galicia. En
esta región se corta más de la mitad de la madera de esta especie que
se produce en España”, explica a SINC José Antonio Vega, del Centro de
investigación Forestal Lourizán de la Xunta de Galicia. Vega es el
autor principal de un estudio que publica la revista Forest Ecology and Management sobre la supervivencia de este árbol a los incendios.
Desde el punto de vista ecológico, los expertos señalan la
relevancia de la especie, muy diversificada genéticamente y presente en
diversos países de la Cuenca Mediterránea, entre ellos España, donde
tiene su mayor extensión y muestra la mayor variedad de ecotipos. Por
otra parte, es una especie que ha sido ampliamente utilizada en
reforestaciones.
Los investigadores examinaron más de 3.000 árboles de diferentes
ecotipos en zonas afectadas por las llamas de Galicia, Andalucía,
Castilla y León, y Castilla-La Mancha, en incendios producidos desde
1994 hasta 2007.
“Nuestro estudio puede ser útil para muchos pequeños propietarios y
comunidades de montes, que tienen plantaciones de producción de este
pino en diferentes partes del país, y para los gestores de montes
públicos. Ayuda a estimar la probabilidad de supervivencia tras las
llamas de cara a un manejo más adecuado de sus recursos”, apunta el
investigador.
Esta evaluación es importante, desde el punto de vista económico, ya
que una corta anticipada del árbol supone una merma en el rendimiento
de la inversión efectuada en una plantación. Además, los resultados del
estudio han revelado comportamientos muy distintos según la zona y el
ecotipo de la especie.
“Hemos visto claramente que hay unos ecotipos de este pino más
resistentes que otros. Las variedades del sur son menos vulnerables que
las del norte. Concretamente, en Sierra Bermeja (Málaga) hay una
variedad genética que ha mostrado mayor supervivencia que las otras”,
asegura Vega. Este hecho confirma estudios anteriores de este mismo
equipo que indicaban que este ecotipo puede resistir varios fuegos
repetidos a intervalos de años relativamente cortos, lo que no parece
existir en el resto del país.
Tras tres años de incendios, el 55% del ecotipo gallego de la
muestra, el 12% de Sierra Bermeja, el 84% de la meseta castellana y el
37% del Rodenal (Guadalajara) había muerto.
La copa del árbol predice su mortalidad
Otro dato importante del estudio es que el ataque de escolítidos
–pequeños escarabajos perforadores del tronco, particularmente del
género Ips –, aunque generalmente no produce la mortalidad del árbol por sí solo, causa estragos cuando está debilitado por el fuego.
“En el incendio de Guadalajara de 2005, por ejemplo, quedó una
superficie arbolada chamuscada de forma irregular y en esos casos los
gestores tienen muchas dudas respecto a cuál es la mejor medida a
tomar. Digamos que la tradición forestal de selvicultura clásica
aconseja cortar todo, porque esas masas parcialmente chamuscadas son un
foco de atracción de insectos que pueden extenderse a masas
colindantes. Pero cuando hay un incendio de esta magnitud (15.000
hectáreas) se tardan años en poder cortar todo ese arbolado. Hay que
tener unos criterios claros de hasta dónde puedes cortar y a qué masas
darle prioridad”, señala Vega.
“El pino negral o resinero (Pinus pinaster) es una especie
muy importante, no solo ecológicamente, sino también económicamente en
algunas zonas del país, como el caso de Galicia. En esta región se
corta más de la mitad de la madera de esta especie que se produce en
España”, explica a SINC José Antonio Vega, del Centro de investigación
Forestal Lourizán de la Xunta de Galicia. Vega es el autor principal de
un estudio que publica la revista Forest Ecology and Management sobre la supervivencia de este árbol a los incendios.
Desde el punto de vista ecológico, los expertos señalan la
relevancia de la especie, muy diversificada genéticamente y presente en
diversos países de la Cuenca Mediterránea, entre ellos España, donde
tiene su mayor extensión y muestra la mayor variedad de ecotipos. Por
otra parte, es una especie que ha sido ampliamente utilizada en
reforestaciones.
Los investigadores examinaron más de 3.000 árboles de diferentes
ecotipos en zonas afectadas por las llamas de Galicia, Andalucía,
Castilla y León, y Castilla-La Mancha, en incendios producidos desde
1994 hasta 2007.
“Nuestro estudio puede ser útil para muchos pequeños propietarios y
comunidades de montes, que tienen plantaciones de producción de este
pino en diferentes partes del país, y para los gestores de montes
públicos. Ayuda a estimar la probabilidad de supervivencia tras las
llamas de cara a un manejo más adecuado de sus recursos”, apunta el
investigador.
Esta evaluación es importante, desde el punto de vista económico, ya
que una corta anticipada del árbol supone una merma en el rendimiento
de la inversión efectuada en una plantación. Además, los resultados del
estudio han revelado comportamientos muy distintos según la zona y el
ecotipo de la especie.
“Hemos visto claramente que hay unos ecotipos de este pino más
resistentes que otros. Las variedades del sur son menos vulnerables que
las del norte. Concretamente, en Sierra Bermeja (Málaga) hay una
variedad genética que ha mostrado mayor supervivencia que las otras”,
asegura Vega. Este hecho confirma estudios anteriores de este mismo
equipo que indicaban que este ecotipo puede resistir varios fuegos
repetidos a intervalos de años relativamente cortos, lo que no parece
existir en el resto del país.
Tras tres años de incendios, el 55% del ecotipo gallego de la
muestra, el 12% de Sierra Bermeja, el 84% de la meseta castellana y el
37% del Rodenal (Guadalajara) había muerto.
La copa del árbol predice su mortalidad
Otro dato importante del estudio es que el ataque de escolítidos
–pequeños escarabajos perforadores del tronco, particularmente del
género Ips –, aunque generalmente no produce la mortalidad del árbol por sí solo, causa estragos cuando está debilitado por el fuego.
“En el incendio de Guadalajara de 2005, por ejemplo, quedó una
superficie arbolada chamuscada de forma irregular y en esos casos los
gestores tienen muchas dudas respecto a cuál es la mejor medida a
tomar. Digamos que la tradición forestal de selvicultura clásica
aconseja cortar todo, porque esas masas parcialmente chamuscadas son un
foco de atracción de insectos que pueden extenderse a masas
colindantes. Pero cuando hay un incendio de esta magnitud (15.000
hectáreas) se tardan años en poder cortar todo ese arbolado. Hay que
tener unos criterios claros de hasta dónde puedes cortar y a qué masas
darle prioridad”, señala Vega.
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