
Los proveedores de marihuana se arriman a la sombra de los avances científicos y ofrecen producción modificada genéticamente.
De hecho, durante los últimos diez años esta droga parece haber
cambiado completamente su composición, como señala François Thierry, el
jefe de la Oficina central contra el tráfico ilícito de estupefacientes
de Francia, al diario The Guardian.
El producto natural, que se caracterizaba por sus bajas cantidades de
tetrahidrocannabinol (THC), la principal sustancia psicoactiva del
cannabis, ya ha pasado a la historia, según el experto, que subraya que
en pocos años el porcentaje de THC subió del 3-4% al 10%, y a veces
incluso al 30%. En el mercado francés, las nuevas variedades de cannabis
cada vez compiten más con el hachís de Marruecos.
Mientras tanto, las autoridades de los Países Bajos examinan la
posibilidad de volver a incluir el cannabis en la lista de drogas duras.
En los locales especiales de Ámsterdam, donde se puede comprar y
consumir cannabis de forma legal, predominan las drogas de producción
local.
Las numerosas plantaciones neerlandesas de marihuana son la fuente
principal de cannabis de nueva generación, a las que sólo hacen sombra
las de Reino Unido. Tendencias similares se registran en Alemania y
Bélgica, así como en el sureste de Europa. A su vez, Francia, a pesar de
que es el mayor consumidor europeo de marihuana, se queda atrás en este
proceso.
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