
La iniciativa, que afectó al menos a 300.000 mujeres, formó parte de la
política demográfica fujimorista, que buscaba reducir el nivel de la
pobreza manteniendo a raya la natalidad. Pero en vez de la
anticoncepción quirúrgica voluntaria, se aplicaron prácticas encubiertas
bajo engaño, amenaza o extorsión.
"La pobreza no se combate eliminando a los pobres, sino generando más
trabajo con sueldos dignos", dijo a este respecto el presidente de Perú,
Ollanta Humala, subrayando que el país nunca deberá regresar a aquella
época.
La investigación correrá a cargo de la Fiscalía Provincial de Lima, que
recogerá información de todos los departamentos del país donde se
realizó esta práctica ilegal contra la humanidad, antes considerada un
delito común.
Un genocidio enmascarado
Tras permanecer 6 años en el poder, el ex presidente Alberto Fujimori
anunció en 1996 un programa de planificación familiar que consistía en
rebajar el índice de natalidad para preservar y mejorar la calidad de
vida de todos los peruanos.
La iniciativa corrió a cargo del Ministerio de Salud, que aplicaba esterilizaciones a mujeres en edad fértil, sobre todo a indígenas de escasos recursos
y de zonas rurales. Según explicó un consejero de salud en un
comunicado, las mujeres peruanas tienen demasiados hijos y se olvidan de
tomar las pastillas o de vacunarse, lo que preocupa al Gobierno.
La iniciativa encontró respaldo en el exterior. El Banco Mundial
entregó fondos para ayudar a aplicar el programa de control de
natalidad, mientras que Estados Unidos realizó donaciones a través de
USAID (la Agencia de EE. UU. para el Desarrollo Internacional).
Edward Bos, experto del Banco Mundial, opinó entonces que gracias a
esta medida Perú entraría en una época dorada, concentrando sus recursos
ya no en la cantidad sino en la calidad de las escuelas y de los
hospitales. "Los menores de 15 años no aportan nada. Sólo son
consumidores netos de recursos en salud, alimentación y educación",
subrayó.
Esterilizadas a fuerza a cambio de arroz
Los primeros testimonios de las mujeres operadas no tardaron en salir a
la luz. Día tras día iban apareciendo múltiples denuncias de las
peruanas sometidas a esterilizaciones por medio de engaños o bajo
amenaza.
"Un día fui al hospital y vi cómo había unas 20 mujeres tumbadas en el
piso en un charco de sangre, todas recién operadas", relata Josefa, una
de las primeras mujeres que testificó ante las autoridades para que los
autores y ejecutores del programa sean sancionados.
Para cumplir el plan de esterilización
a menudo los médicos chantajeaban a la población más pobre: "si no te
haces la esterilización, no te daremos comida para tus hijos".
Desesperadas por su difícil situación económica, muchas mujeres
aceptaban con tal de recibir a cambio un poco de arroz o de azúcar.
Miles de peruanas fueron intervenidas contra su voluntad. Una de estas víctimas, Bacilia Herrera, recuerda que fue al hospital porque tenía un fuerte dolor de espalda cuando, de repente, la tendieron en una camilla y le pusieron inyecciones. Al despertarse al día siguiente descubrió que había sido intervenida.
Miles de peruanas fueron intervenidas contra su voluntad. Una de estas víctimas, Bacilia Herrera, recuerda que fue al hospital porque tenía un fuerte dolor de espalda cuando, de repente, la tendieron en una camilla y le pusieron inyecciones. Al despertarse al día siguiente descubrió que había sido intervenida.
La mayoría de las mujeres fueron operadas por practicantes de
enfermería, lo que las dejó secuelas de por vida. Así, varios meses
después de la operación, Cléofl tuvo que ser ingresada con carácter de
urgencia en el hospital presa de unos fuertes dolores: los médicos
habían olvidado un hilo de seis centímetros en su vientre. "Ahora
siempre tengo ardor en la cintura y no puedo cargar leña", se lamenta.
Según las investigaciones, al menos 18 campesinas perdieron la vida a
raíz de estas operaciones. Uno de los casos más sonados fue el de María
Mamérita Mestanza, campesina que murió tras ser esterilizada después de
verse sometida a acoso durante un año para que se sometiera a la
cirugía.
¿Un dolor que cae en olvido?
Ante la negativa del sistema judicial peruano de investigar las
esterilizaciones forzadas, en junio de 1999 las víctimas se vieron
obligadas a acudir a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos
(CIDH).
En 2003, tras la huida del país de Fujimori, la CIDH había reportado
hasta unas 2.000 esterilizaciones forzadas durante el fujimorismo, lo
que fue tachado por la comunidad internacional de genocidio.
Por su parte, las nuevas autoridades reconocieron los abusos que se
cometieron en la aplicación del programa de planificación familiar y
firmaron el acuerdo de solución amistosa, que prevé investigar y
castigar a los responsables.
Sin embargo, en 2010 el proceso fue archivado por la Fiscalía debido a
que las esterilizaciones fueron tipificadas por el organismo como
homicidio involuntario y no como violación de los derechos humanos.
En la actualidad, los supuestos responsables siguen impunes. Entre
ellos se encuentra el actual congresista fujimorista Alejandro Aguinaga,
el ministro de Salud en aquella época, que -pese a las pruebas
existentes- ha negado la existencia de dichas prácticas.
"Si no se los juzgaron en aquella época, hay que volverlos a juzgar. En
el Estado democrático hemos rehecho casos que fueron juzgados en una
época en donde no se respetaba el derecho", manifestó el primer ministro
de Perú, Salomón Lerner.
Las mujeres afectadas todavía albergan la esperanza de que la pesadilla
que vivieron en la época fujimorista no caiga en el olvido ni quede
impune.
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