
Una de las prioridades en Durban es avanzar en la renovación del
Protocolo de Kioto, un acuerdo jurídicamente vinculante adoptado en 1997
en la ciudad japonesa, que fijaba objetivos para reducir la emisión de
gases causantes del calentamiento global, aunque sólo obligaba a 37
naciones desarrolladas y a la Unión Europea.
EE. UU., el segundo país más contaminante del planeta, no ratificó el
acuerdo, mientras China, el principal contaminador, está excluido por
tratarse de una economía emergente. Conseguir un nuevo acuerdo sobre
emisión de gases de efecto invernadero urge, porque el período de
compromiso del Protocolo de Kioto expira en 2012.
En la inauguración de la reunión el presidente de Sudáfrica, Jacob
Zuma, agradeció a la ONU su "confianza en la capacidad de África para
albergar esta conferencia". Zuma remarcó que el cambio climático "ya no
es sólo un desafío medioambiental, sino un desafío para el desarrollo",
que para muchas personas es "cuestión de vida o muerte".
Sin embargo, muchos expertos no confían en que el nuevo acuerdo sea
firmado en Durban. Desde hace dos años, a partir del momento de la
cumbre de Copenhague,
quedó claro que la sociedad mundial no está lista para esto. Incluso se
cree que la Conferencia de Durban será la última de su género, después
de la cual el mundo tendrá que pasar varios años de “anarquía
climática”, como lo llaman algunos medioambientalistas, hasta que el
nuevo acuerdo sea alcanzado.
Si el pacto principal parece poco posible, los negociadores podrían centrar su atención en el objetivo que parece un poco menos complicado: crear el fondo que a partir del 2020 proporcionaría unos 100.000 millones de dólares anuales para ayudar a los países pobres a adaptarse al cambio del clima, que cada año causa estragos en el planeta. Pero en las críticas condiciones actuales de la economía mundial, los representantes de casi 200 naciones no tendrán fácil la resolución del problema principal: el dinero.
Si el pacto principal parece poco posible, los negociadores podrían centrar su atención en el objetivo que parece un poco menos complicado: crear el fondo que a partir del 2020 proporcionaría unos 100.000 millones de dólares anuales para ayudar a los países pobres a adaptarse al cambio del clima, que cada año causa estragos en el planeta. Pero en las críticas condiciones actuales de la economía mundial, los representantes de casi 200 naciones no tendrán fácil la resolución del problema principal: el dinero.
En la imagen: Activistas realizan la 'Marcha para el futuro' de
cara al arranque de la Conferencia sobre Cambio Climático en Durban,
pidiendo “justicia climática”.
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