
Los científicos utilizaron iones de cromo trivalentes, que son bien
conocidos por su emisión de la luz en el infrarrojo cercano (800 a 2500
micrómetros). Los cuantos de luz del sol hacen que los electrones de
estos iones pasen a un estado energético más alto, pero al regresar a su
estado inicial, los electrones expulsan la energía acumulada en forma
de la luz infrarroja.
Sin embargo, en este caso la emisión de luz dura no más de varios
milisegundos. El autor del invento, Zhengwei Pan, junto con sus colegas
crearon una estructura química que 'enreda' la luz. Los iones de cromo
se incrustaron en una matriz de un compuesto de zinc. La energía de los
electrones agitados se atrapa en un 'laberinto de trampas', que almacena
la energía durante más tiempo y luego la devuelve a los iones de cromo.
Como resultado, la sustancia va emitiendo la luz infrarroja a lo largo
de dos semanas.
Los físicos tardaron tres años en elaborar la estructura. Primero el
material dió brillo durante varios minutos, luego durante días, hasta
alcanzar el 'período sin recarga' de varias semanas. Después, durante un
año los investigadores lo probaron dentro y fuera de edificios, en días
soleados, nublados y lluviosos, lo mojaron con agua dulce y salada, y
lo pusieron en una solución corrosiva. El material lo resistió todo.
Sin embargo, los físicos creen que todavía podrían aumentar la duración
de la emisión de la luz. Entre sus posibles aplicaciones estarían el
diagnóstico médico del cancer, por ejemplo al vincular las
nanopartículas del compuesto a las células cancerígenas. También el
material podría ser utilizado en la construcción de baterías solares de
alta efectividad. Y los militares podrían usarlo para poner 'marcadores'
que se vean solo con la ayuda de los visores nocturnos.
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