Si en un vaso
con agua hasta la mitad Usted luego poco a poco le vierte arena ésta por
elemental gravedad se deposita en el fondo y el agua poco a poco
rebasará el fondo del recipiente y se derramará. Eso sucede hoy con el
Lago de Valencia. No solo arena sino lodo, piedras en torrentes a
consecuencia de las lluvias sobre el Parque Henri Pittier y se deposita
en el fondo del mencionado lago. Pero ¿por qué ocurre entonces este
fenómeno lamentable?
Lenin Cardozo

Este parque nacional cuando se decreto como tal durante el
gobierno de J.V. Gómez, por enfáticas sugerencias del botánico Henri
Pittier, abarcaba una superficie de más de 80.000 hectáreas sobre las
cuales se levantaban gigantescos bosques de alta calidad vegetal. A raíz
de la caída del gobierno de Marcos Pérez Jiménez, se relajo la
vigilancia ambiental y comenzaron a penetrar el parque para robar su
madera, para cazar no por comer sino por placer de matar, a levantar
rancherías clandestinas convertidas después por la complacencia política
en barrios sin ley en el interior del parque. Fue una astuta
deforestación por cuanto no se hizo desde fuera, no comenzó por la
periferia (por la obvia visibilidad) sino por dentro cual una carcoma.
Hoy se puede decir, el Parque Henri Pittier esta herido de muerte, ese
cáncer constituido por las rancherías irresponsables, con la vista gorda
de las autoridades competentes, camina desde adentro hacia fuera… Y
como dijo el escritor argentino Eduardo Mallea, “todo verdor perecerá”
aunque la frase esta tomada de la Biblia.
Pues bien, la tierra blanda del bosque al estar descubierta,
desprotegida por la tala, al llover con fuerza las aguas la arrastran
hacia un recipiente geográfico natural, el Lago de Valencia. Las
urbanizaciones asentadas a las orillas de éste, otrora hermoso lago,
comienzan a sufrir los drásticos desastres de las inundaciones con sus
dramáticas consecuencias sociales. Pero esto no es todo. Las ciudades
de Maracay, Valencia, los pueblos establecidos en torno al Parque Henri
Pittier, como Choroni, Chuao, Ocumare de la costa, Cata y otros,
evidencian la perdida de la calidad de sus aguas domesticas, valga decir
con mayor precisión: la potabilidad de sus aguas ya no es confiable.
Durante el gobierno del General Isaías Medinas Angarita, ese extenso
espacio vegetal convertido en parque se le dio el nombre de su
proponente y fundador Dr. Henri Pittier, incansable botánico
naturalizado venezolano aunque nacido en Bex (Suiza. 1859). Realizo
innumerables investigaciones sobre la flora venezolana, el fruto de esos
estudios quedaron recogidos en su abundante bibliografía científica.
Su libro fundamental se titula Manual de las plantas usuales de Venezuela publicado por primera vez en 1926 (Caracas. Lit. del Comercio), luego en 1970 con la incorporación de un Suplemento
(Caracas, Fundación Eugenio Mendoza). Allí escribió estas palabras
conclusivas sobre nuestros bosques: “Volúmenes serian necesarios para
hacer una descripción completa de las bellezas y singularidades de la
admirable naturaleza vegetal de este país”. (p.511). Murió este
distinguido científico en Caracas en 1950.
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