Desarrollo
sostenible” y “sostenibilidad” se han convertido en términos de moda y
políticamente correctos a costa de desvirtuar sus contenidos críticos.
Canalsolidario. Jordi de Cambra
Según el Informe de la Comisión Mundial sobre medio ambiente y
desarrollo (1987), el desarrollo sostenible es el desarrollo que
satisface las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de
las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades”.
“Desarrollo sostenible” y “sostenibilidad” se han convertido en
términos de moda y políticamente correctos a costa de desvirtuar sus
contenidos críticos, incluidos los que implican la definición que
encabeza este artículo y los principios de la declaración de Río de
Janeiro de 1992, referentes comúnmente utilizados cuando se alude a
dichos conceptos. La creciente reducción del desarrollo sostenible a sus
dimensiones ambientales, tanto en el ámbito del discurso político como
en el de muchos movimientos del activismo ambiental, hace caso omiso
de las dimensiones éticas, políticas, sociales, económicas y culturales
de la sostenibilidad, con la consecuencia de obstaculizar las
alternativas para la construcción de sociedades política, social,
económica y culturalmente equitativas y, por tanto, “sostenibles” en su
sentido genuino.
En los últimos años ha crecido la sensibilización en relación con
los problemas ambientales. Sin embargo, mientras no seamos conscientes
de la relación entre los problemas ambientales y la necesidad de
cambios cualitativos profundos en el actual modelo económico, político y
social, esta “sensibilización” es un maquillaje que no ataca las
raíces del problema y, por tanto, no es nada más que, en el mejor de
los casos, un paso preliminar para su solución.
El imperio del mercado genera explotación de la fuerza de trabajo,
crisis económicas estructurales, injusticia social, corrupción política,
pérdida de la diversidad cultural y degradación ambiental. Las
políticas económicas denominadas neoliberales (que no tienen nada de
“liberales” dado su carácter oligopolista y monopolista) impulsadas
por los gobiernos (ya se autodenominen de derechas, de centro o de
izquierdas) no responden en absoluto a la idea de desarrollo sostenible.
La reducen a menudo a las cuestiones ambientales, lo cual oculta e
impide plantear las otras dimensiones de la sostenibilidad y, por tanto,
la búsqueda de alternativas al modelo vigente. Además, tampoco las
cuestiones ambientales están suficientemente atendidas. La urgencia de
un cambio de paradigma económico comporta la necesidad de dejar de
identificar desarrollo con crecimiento económico: no podemos seguir
creciendo. Si no queremos agotar los recursos del planeta y queremos que
el 80% más pobre de la humanidad pueda dar satisfacción a sus
necesidades básicas (requisito indispensable del desarrollo sostenible),
el 20% más rico debe decrecer. La tesis de la corresponsabilidad de
todos los países en la conservación de la naturaleza soslaya la
responsabilidad histórica de los países industrializados en los
problemas que hoy afectan al medio natural y a los desequilibrios
globales.
El desarrollo sostenible tiene por objetivo la construcción de
sociedades equitativas y el medio para alcanzarlas sólo puede ser la
participación de todos en la toma de decisiones, lo que requiere una
distribución equitativa del poder. Si queremos transformar nuestras
sociedades en sociedades sostenibles es preciso desarrollar la
conciencia de la necesidad de una transformación profunda del modelo
vigente. Ésta es la función que corresponde a los nuevos movimientos
sociales si quieren superar el papel actualmente desempeñado por los
partidos políticos y los sindicatos. Deberíamos tomar conciencia de la
insostenibilidad de nuestro modelo social, económico y político, y de
que, si queremos sobrevivir como especie y desarrollarnos como seres
humanos, no sólo otro mundo es posible sino que es necesario.
Artículo de Jordi de Cambra, Coordinador General del Máster en
Desarrollo Humano Sostenible, Globalización y Desarrollo Local. Cátedra UNESCO de Desarrollo Humano Sostenible, Universidad de Girona.

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