La injusticia
tiránica de unas multinacionales envueltas en el poder económico y
amparadas por políticos sin escrúpulos, continúa sembrando la
inestabilidad de un mundo cada más inestable, aumentando sus beneficios
hasta cantidades astronómicas y aumentando la pobreza, el hambre, las
guerras y la destrucción de la biodiversidad de una manera inhumana, sin
importarles la vida de las personas, la paz de los países o la muerte
de millones de niños por desnutrición.
Pedro Pozas Terrados .

El ser humano ha llegado a un punto de degradación e
inestabilidad sentimental, que deja ya de diferenciarse del resto de los
seres vivos, para convertirse en un ser inteligente pero inhumano,
despiadado, incontrolado, que mata por el propio sabor a muerte. Un
monstruo que la naturaleza tarde o temprano tendrá que exterminar. Un
terminator de la vida que se alimenta del egoísmo y donde la compasión
hace años que desapareció de su corazón frío y calculador.
Si, existen gentes buenas, sinceras, que luchan por conservar la
tierra. Pero por ser buenas, son barridas por la negrura del poder
financiero y político que sólo buscan beneficios para unos pocos y la
esclavitud para el resto.
Mucho tiene que cambiar el ser humano para poder seguir ostentando la
humanidad de la que presume y ya no tiene. Los dictadores siguen
matando al pueblo a sus anchas y sin remordimientos, las multinacionales
arrasando los recursos naturales y empleando en muchas ocasiones la
violencia y el asesinato para todo aquel que se resista, los bancos
exprimiendo lo poco que tienen los ciudadanos hasta ahogarlos sin
miramientos, los políticos al servicio de un poder X siendo utilizados
como marionetas contra el bienestar social del pueblo, los especuladores
acampando a sus anchas y enriqueciéndose sin que la justicia intervenga
ante tan descomunales robos mientras sin pensarlo mandan a la cárcel a
un pobre hombre que hurta un pedazo de pan para subsistir.
Estamos siendo testigos directos de una revolución del poder contra
el ciudadano, la implantación de un feudalismo riguroso, donde el
plebeyo no tiene derechos ni a respirar y el Señor dueño de tierras y
hombres, los explota, humilla y los viola sin compasión, sin derechos,
siendo objetos de uso para después quemarlos y explotarlos.
Asistimos con la boca abierta a una crisis que ha sido protagonizada
por el poder financiero y consentida por los políticos y sin embargo,
tanto unos como otros, exprimen al ciudadano para que sea él el que
pague las irresponsabilidades y robos realizados por ellos. Y nos
callamos. Y dejamos que nos roben. Y tenemos miedo.
La Estevia, una planta medicinal y curativa, un adulcorante potente
que bien puede suplantar a los que normalmente nos ponen en las comidas y
bebidas dulces, puede ser patentada por una multinacional. Esta planta
es de Paraguay. Es propiedad de la humanidad, de la vida misma y sin
embargo, se permite que se patente como muchas otras plantas. La Unión
Europea, que solo beneficia a las multinacionales y que no son
representantes de los europeos, quieren legalizar su consumo pero
refinándola, es decir, quitándola el 95% de las propiedades medicinales
para no competir o perjudicar a las farmacéuticas. ¿Esto como se llama?
Un robo consentido, un acto criminal de lesa humanidad que no debe
permitirse bajo ningún concepto. Los lobbis que constantemente asesoran e
intervienen en las decisiones de los parlamentarios europeos,
pertenecientes a cientos de multinacionales, son los verdaderos
diputados europeos. Ellos compran a los representantes del pueblo de muy
diversas formas, para conseguir sus objetivos. Esta es la realidad de
una farsa democrática. La democracia se nos ha ido de las manos. No
hemos sabido implantarla. No han sido capaces de separar el poder del
dinero del poder político. No saben lo que es defender los intereses del
ciudadano y de la vida. Se mueven por puro mecanismo de partido.
Nosotros no valemos nada para ellos, excepto cuando nos piden su voto
cada cuatro años. Y así lo están demostrando día a día.
Mutilan una planta medicinal que es beneficio de la humanidad, la
quieren patentar y sólo por sus propios intereses, solo porque esta
planta puede que rebaje los enfermos y de esta forma los beneficios de
las farmacéuticas. Hagamos RESISTENCIA y plantemos en nuestros balcones y
jardines la Estevia para consumo propio y como patrimonio de la
humanidad.
El precio de los alimentos se ha duplicado desde que los fondos
privados invierten en cosechas. La especulación con los alimentos ha
llegado hasta duplicar el precio de algunos de ellos y ha empujado al
hambre a 350 millones de personas. ¿Por qué no se toman medidas urgentes
y se detienen a todos los especuladores? ¿Por qué permitimos que
multinacionales se adueñen de la alimentación mundial sin que los
gobiernos hagan nada contra ello? ¿Por qué se permite este abuso? Sin
embargo cuando se trata de rescatar a un banco por sus malas gestiones,
enseguida ponen dinero público sin consultar al pueblo, prácticando un
nuevo robo contra el ciudadano. A estas alturas, quien no vea en esta
película de terror quienes son los malos y sus estrategias, es porque
esta completamente ciego y quiere vivir de espaldas a una realidad que
al final le hará sucumbir como a todos, en la mismísima miseria humana.
El proceso es como sigue: Los capitales especulativos invierten en
producción de una cosecha que suele ser normalmente en cereales o trigo.
El fondo especula en la bolsa con la cosecha en la que se ha
invertido, intentando de esta forma que el precio suba para venderla y
sacar beneficio. El precio del producto sube tras varias compraventas y
el 98% de los fondos que adquieren una cosecha, la revenden, no se la
quedan. Esa subida de precio permite el beneficio al fondo inversor,
pero supone un drama para millones de personas, a las que se les limita
el acceso a la comida. Esta es la manera macabra en la que el poder
económico y la especulación juegan con la vida de la humanidad, de la
muerte, sin importarles el sufrimiento y la desesperación de los seres
humanos. Y esto esta siendo permitido por los gobiernos y la Unión
Europea y después se echan las manos a la cabeza cuando de vez en cuando
saltan a los medios de comunicación las hambrunas en distintas partes
del mundo. Nos piden dinero, fundaciones que no denuncian la realidad y
que enseguida abren cuentas para que el ciudadano descargue su
conciencia, dinero que se pierda en gran medida por el camino de la
irresponsabilidad, en lugar de atajar y combatir donde radica el
problema.
La alimentación debe ser tratada por los estados como un bien de la
humanidad, un derecho asistido, por lo que tendría que ser protegida, no
patentada y con leyes internacionales que la protegiera de la
especulación y la patente de sus semillas.
En África se ha seleccionado a diferentes poblaciones para probar la
vacuna contra la malaria en más de 15.000 niños. Aún no saben la
eficacia real de la misma ni tampoco los efectos secundarios, y sin
embargo utilizamos a los más desfavorecidos como conejillos de indias
para ver que pasa y si es eficaz, se comercializa. Dicen que por ser
zonas donde más existe la malaria, pero también sin duda por ser más
cómodo y no tener tantos requisitos legales en caso de que los efectos
secundarios sean catastróficos. Ya ha pasado en otros ensayos con
medicamentos como el Xigris recientemente retirado y del que ha podido
matar a 728 personas.
Si no cambiamos nuestro rumbo, si continuamos navegando sin brújula
ni mapa de navegación, nunca llegaremos a destino y posiblemente
hundiremos nuestro barco que de forma irresponsable hemos gobernado.
Cuando ello ocurra, no valdrá suspiros y lloros, y el dinero solo será
un papel que jamás debió de inventarse, un error que los humanos
pagaremos con nuestro suicidio en la deriva a ninguna parte.
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