Las comunidades que viven junto a los bosques tropicales alrededor
del mundo pueden calcular el carbono que se almacena en esas áreas con
simples palos y sogas, de forma tan efectiva como los instrumentos de
más alta tecnologías sobre la tierra.
A esta conclusión llegó un
equipo internacional de investigadores, que observó cómo las mediciones
hechas con herramientas rudimentarias obtenían los mismos resultados que
la información reunida por satélites.
Según los científicos, el
trabajo, publicado en la revista Ecology and Society, demuestra que
cualquier proyecto cuya meta sea detener la deforestación debería tener
en cuenta las habilidades de estos pueblos. Algo contemplado en
programas como Redd (Reducción de Emisiones por la Deforestación y
Degradación de los bosques, de Naciones Unidas), pero que no está
ocurriendo en la práctica.
'Por primera vez, hemos mostrado que
las comunidades locales son capaces de observar y medir la biomasa de
los bosques al nivel del Panel Intergubernamental Sobre el Cambio
Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), incluso en las selvas con
más especies de la Tierra', dice Finn Danielsen, ecologista de
organización no gubernamental Fundación Nórdica para el Desarrollo y la
Ecología y autor del estudio.
Estimaciones actuales sugieren que
la desaparición de la masa forestal es responsable del 15% de las
emisiones producto de la actividad humana.
Bajo esquemas como los
del programa Redd, algunos países en vías de desarrollo reciben dinero a
cambio de no talar grandes áreas de bosques tropicales.
'Para
tener impacto en el terreno, hace falta involucrar a la gente que vive
en la zona, que depende de los recursos que provee el bosque', explica
Danielsen, en conversación con la BBC.
'Se puede hacer todo tipo
de detecciones remotas e inventarios nacionales de la cantidad de
carbono almacenado, pero si no se involucra a los miembros de las
comunidades locales, será una tarea muy difícil conectar todos los
factores para tener una implementación real en el terreno'.
Con
esto en mente, el estudio identificó 289 parcelas en nueve tipos de
bosque localizados en cuatro países del Sudeste Asiático y comparó las
estimaciones de carbono recolectadas por los habitantes del lugar con
los resultados reunidos por expertos silvicultores.
Un recurso subestimado
'Obtuvieron los mismos resultados en términos de exactitud y precisión', cuenta Danielsen.
Tal
como explica el investigador, el método utilizado por los pobladores es
'muy sencillo y directo', y requiere instrumentos básicos como palos y
soga.
El científico explicó cómo lo hicieron en los siguientes términos:
Establecieron
una parcela en el bosque con una densidad y variedad de árboles
representativa.Luego midieron los árboles y anotaron su tamaño y cuántos
había.Después ingresaron estos datos en una hoja de cálculo para
determinar cuánto carbono se almacena en esa parcela en particular.Si
ese terreno es representativo del área, se puede calcular cuánto carbono
absorbe el bosque.Los investigadores esperan que estos hallazgos
muestren que las comunidades que habitan los bosques tropicales
constituyen un recurso subestimado a la hora de observar y controlar
aspectos de los proyectos del programa Redd.
'Hay que encontrar formas de que Redd tenga un impacto real en los bosques de todo el mundo', dice Danielsen.
'No
estamos diciendo que ellos pueden hacerlo mejor o que deban hacerlo
solos, sólo decimos que pueden hacerlo tan bien como los expertos
gubernamentales y del sector privado'.
La publicación de este informe coincide con el comienzo del Intercambio Redd 2013 en Oslo, Noruega.
Los
organizadores esperan que el encuentro de 400 expertos en la capital
noruega renueve la agenda sobre protección de los bosques y cambio
climático a la luz de la experiencia hasta el momento de los proyectos
en curso del programa Redd.
La experiencia en América Central
A
la conferencia global también asisten representantes indígenas de
América Central, con la intención de transmitir a los especialistas allí
reunidos que una de las claves para combatir el cambio climático tiene
que ver con el fortalecimiento de los derechos sobre la tierra.
Un
estudio realizado por Prisma, un instituto de investigación de El
Salvador, y la Alianza de Mesoamericana de Pueblos y Bosques (AMPB),
sugiere que en décadas recientes se han devuelto derechos territoriales a
pueblos indígenas y en coincidencia se puede apreciar el surgimiento de
una mejora de la protección forestal.
De acuerdo a este trabajo,
aquellas comunidades locales con firmes derechos sobre la tierra
conservan y protegen mejor los bosques que los gobiernos y la industria.
'Mesoamérica
ha hecho un enorme progreso en el reconocimiento de los derechos
comunitarios sobre territorios forestales. El 60% de los bosques de la
región es propiedad o está gestionada por comunidades locales y pueblos
indígenas', dice Andrew Davis, coautor del estudio de Prisma/AMPB y
participante del encuentro de Oslo.
Según esta investigación,
existe una marcada correlación entre el volumen de masa forestal y los
lugares donde las comunidades indígenas tienen derechos significativos
sobre la tierra.
En Panamá, por ejemplo, los indígenas gestionan
más del 50% de los bosques maduros del país. Allí, como en Honduras y
Guatemala, dice el informe, la presión de la deforestación es
especialmente fuerte y los bosques que están controlados por pueblos
indígenas están a menudo rodeados por áreas taladas para la explotación
minera, forestal o agrícola.
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