El equipo de
José Martínez, científico del Centro Hispanoluso de Investigaciones
Agrarias (CIALE) de la institución académica salmantina, ya tiene
experiencia en este tipo de trabajo, porque ha realizado una labor
similar para el satélite SMOS
INNOVAticias.
Justo dentro un año, el 31 de
octubre de 2014, la NASA tiene previsto lanzar un nuevo satélite
dedicado a investigación medioambiental y llamado Soil Moisture Active
Passive (SMAP). Su principal misión será medir la humedad del suelo en
todo el planeta. Sin embargo, antes de su lanzamiento, los científicos
necesitan calibrar sus instrumentos y sistemas de medición. En esa
labor está implicada la Universidad de Salamanca, que proporciona
información real sobre la humedad del suelo en la actualidad.
El equipo de José Martínez, científico del Centro Hispanoluso de
Investigaciones Agrarias (CIALE) de la institución académica salmantina,
ya tiene experiencia en este tipo de trabajo, porque ha realizado una
labor similar para el satélite SMOS (Soil Moisture and Ocean Salinity)
de la Agencia Espacial Europea (ESA). El objetivo de esta misión es
estudiar la salinidad del mar y la humedad del suelo, mientras que el
nuevo satélite americano se centra exclusivamente en el segundo aspecto.
Desde hace años, el Grupo de Investigación en Recursos Hídricos de
la Universidad de Salamanca (HIDRUS) que lidera José Martínez tiene una
red de estaciones de medición desplegada en varios puntos de la comarca
de La Guareña, en Zamora, para recoger datos como la temperatura y la
humedad. Con esta información, en la actualidad contrastan los resultados con los que ofrece el satélite europeo SMOS,
que está en órbita desde 2009. De esta forma, ayudan a calibrarlo y a
corregir sus resultados teniendo en cuenta circunstancias que pueden
influir en los registros, por ejemplo, la vegetación de la superficie o
el tipo de suelo.
Ahora, “la NASA también ha elegido esta zona piloto para el nuevo
satélite, que se va a lanzar el año que viene”, señala el científico en
declaraciones a DiCYT. A falta de tener los datos que en un futuro irá
registrando el satélite en su recorrido por la superficie de la
Tierra, “un simulador introduce datos y nosotros los comparamos con los
que tenemos”. Una vez que el SMAP esté en órbita “vamos a comprobar si
lo que mide el satélite se corresponde con la realidad”.
El satélite irá equipado con un radar, que sirve para realizar lo que
los expertos denominan una medición activa, y también un radiómetro,
que lleva a cabo la medición pasiva. Las señales que reciben los
instrumentos que viajarán en el SMAP son distintas si se encuentran con
una superficie de terreno húmeda o seca.
Aplicaciones
Una vez que el satélite SMAP esté en órbita, tendrá diversas aplicaciones, ya que la humedad del suelo tiene muchas consecuencias. Una de las principales está enfocada a la actividad agrícola, puesto que los datos permitirán tomar decisiones para mejorar el rendimiento de los cultivos. Un buen ejemplo de la utilidad de estos proyectos es que gracias a su participación en la misión SMOS, científicos españoles ya han conseguido elaborar mapas de humedad de la península ibérica a muy alta resolución.
En algunas zonas del mundo esta información puede incluso servir para
anticipar futuras condiciones climáticas adversas como sequías que
acaban en hambrunas. Por otra parte, también podría servir para prevenir
situaciones como inundaciones o deslizamientos de tierra, ya que los
indicios previos sobre la humedad pueden dar las pistas suficientes para
que los científicos prevean estos eventos.
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