martes, 29 de mayo de 2012

Las llamas del infierno

El Parque Natural de Sanabria en Zamora, es uno de tantos  lugares  hermosos que existe en España, no ya por el lago en si mismo
 Pedro Pozas Terrados.
Un llamamiento a la cordura y al respeto de nuestros bosques 
No permitamos entre todos, que este verano las llamas se conviertan en un infierno, donde la pérdida de valor ecológico, el empobrecimiento de la tierra, la contaminación visual y tal vez la vida, sean protagonistas por irresponsabilidad política o  falta de conciencia.

El Parque Natural de Sanabria en Zamora, es uno de tantos  lugares  hermosos que existe en España, no ya por el lago en si mismo, sino por esos bosques primarios, vírgenes, que envuelven al senderista en su marcha por el mismo vientre boscoso y que nos hacen recordar los orígenes de nuestras raíces como especie humana, temiendo que en cualquier momento, tras los gigantescos helechos, salga a nuestro paso un simpático dinosaurio herbívoro para poder acariciar su lomo escamado. La belleza de tanta pureza te embriaga y deseas que permanezca fijado en tu piel, que dure mucho estos instantes donde materialmente nos unimos con la naturaleza, con el bosque, con la vida. Existen otras rutas como la de el lago de los peces que parece ser sacada de las montañas suizas, de Pedro y Heidi corriendo por las laderas de monte bajo con sus cabritas. Si y en esos momentos pensaba….¿y si alguien se le ocurre tirar un cigarro encendido y esta hermosura explota en mil pedazos?... Soñé con estos paisajes, soñé que volaban, que desaparecían de los libros turísticos, que sus estampas se nublaban, no se si por lágrimas o por rabia contenida….desperté y me encontré con la dura realidad…..Sus bosques, sus campos, estaban ardiendo….unas cerillas y unas mentes obtusas, ciegas de ambición, sin sensibilidad, habían provocado las llamas en su propia casa. Una triste historia que se repite año tras año y que ha originado toneladas de tinta y papel, pero también toneladas de cenizas, de muerte, de pulmones quemados por el fuego y la brisa a lo la largo de toda la geografía española. La vida se escapa donde termina la razón.                                  
Los Parajes de Cárdenas, Cabezo de San Martín, Moncalvo, Moncalvillo, Valdesirga y Valdeinfierno, quedaron totalmente carbonizados en 2005. Se calcula que más de 10.000 hectáreas del parque Natural de Sanabria, quedaron con la marca de un verano negro, con la inconsciencia de quemar, de destruir, de asesinar la vida sólo para beneficio propio. Los vecinos de la zona recordaban en decenas de años, ningún incendio tan grave como el ocurrido a finales a septiembre y primeros de octubre de 2005, cuando ya prácticamente nadie esperaba una tragedia ecológica de tanta importancia. La lluvia, tras diez días sin poder parar al dragón de las llamas con medios humanos, fue la que intervino para sofocar los tres frentes abiertos.
Durante el mes de agosto de ese mismo año, recorrí casi en su totalidad el parque natural de Sanabria e incluso participe en la extinción  de varios incendios durante la segunda quincena de agosto, uno de ellos en la denominada presa rota de Ribadelago. De las observaciones y apuntes tomados, he llegado a la conclusión que los efectos del fuego pueden en gran medida desaparecer, si se ponen además de las ya existentes, una serie de medidas técnicas, de seguridad y prevención.
Desde primeros de años, los expertos anunciaban que el verano se presentaba muy caluroso y seco. Se presagiaba una temporada veraniega de humo y árboles ardiendo como teas olímpicas de la ignorancia. No fue hasta el 23 de julio cuando se aprobaron medidas urgentes en materia de incendios forestales tras la muerte de once miembros de un reten de incendios de Guadalajara.
Mucho ya se ha hablado de las consecuencias de estos miles de incendios que cada año por desgracia azotan una España cada vez más árida y con peligro de inundaciones y riadas porque faltan raíces que sujeten el agua a la tierra. El alto valor ecológico y económico rara vez es sacado a los medios de comunicación. La contaminación visual, unida a la pérdida de biodiversidad, completa un panorama cada vez más preocupante en esta España que al llegar los meses veraniegos, arde por los cuatro costados y durante unos meses ocupan portadas de actualidad en los informativos. Después...¿Qué ocurre? ¿Dónde esta la política para hacer frente a la nueva situación que se creará el año que viene? ¿Quién quema nuestro monte?.
Se ha comprobado que el  desastre de Sanabria ha sido producido según la Comunidad de Castilla y León, por los ganaderos, para que el año que viene tengan mejor pasto. ¿Es que nadie se ha preocupado de informar a estos ganaderos del error que están cometiendo?. Otros cientos de ellos se han producido por quemar rastrojos. La historia se repite, los mismos hechos con distintos personajillos por llamarlos de alguna forma.
¿No es más sano y se disfruta plenamente de la naturaleza tomándose un bocadillo que hacer una barbacoa que al final terminas contaminado de tragar tanto humo?. No, el hombre no sabe actuar con conciencia .Una barbacoa en verano tiene el 90% de las papeletas para que le toque el gordo de la insensatez y encima si hace aire, tenemos el 100% de provocar un incendio, como el ocurrido en Guadalajara que se saldó con la muerte de toda una Brigada de contra incendios. El hombre debe comprender que no puede quemar rastrojos cuando no se encuentre completamente seguro y que de hacerlo, tiene que tomar todas las precauciones. Pero no, el hombre no es tan sabio para comprenderlo y fuma alegremente mientras conduce para tirar la colilla por la ventana, no vaya a ser que se manche de ceniza su coche. Entre un 80 y un 90% de los incendios podrían evitarse y el resto, ser controlados de forma inmediata. Tenemos suficientes medios para lograrlo, pero no la suficiente voluntad para evitarlo.
Con la crisis que afecta a todas las Comunidades protagonizada por los propios banqueros y políticos, puede que se baje la guardia en cuanto a seguridad y esfuerzos materiales y humanos para controlar los incendios que nos deparará este verano y que de hecho, desde el mes de enero, han sido continuos,  esperando el peligro máximo entre los meses de junio-septiembre. Esos mismos políticos que no han sabido utilizar a sabiendas el dinero público y lo han derrochado en otros proyectos millonarios a veces sin sentido, son los que intentan recortar las brigadas  de prevención de incendios y la vigilancia de nuestros bosques.
No permitamos entre todos, que este verano las llamas se conviertan en un infierno, donde la pérdida de valor ecológico, el empobrecimiento de la tierra, la contaminación visual y tal vez la vida, sean protagonistas por irresponsabilidad política y falta de conciencia.

Daños ecológicos.
Las causas estructurales tal vez las debemos buscar en el estado en como se encuentran nuestros bosques. Los ecosistemas forestales han estado adaptados durante más de 2000 años a una gestión tradicional que está desapareciendo casi en su totalidad. El éxodo rural y una mala gestión forestal, han configurado un paisaje de fácil ignición. La población de nuestros pueblos ha descendido, ha envejecido y ha cambiado sus hábitos. La recogida de leña ha disminuido, la brusca disminución de la ganadería extensiva que controlaba el matorral ha favorecido el incremento de la biomasa forestal inestable. Las cañadas reales que antaño eran autopistas para inmensos rebaños y que se encargaban de limpiar nuestros campos, han quedado como meras reliquias de lo que era antaño aunque hoy se sigan utilizando por una minoría de agricultura extensiva y viajera.
Si a todo ello le añadimos la ignorancia de lo ya mencionado o las repoblaciones masivas y continuas con especies  no autóctonas y de fácil arder, nos encontramos con que el fuego se manifiesta con mucha virulencia afectando a superficies muy extensas.
            Se necesita un cuidado constante de nuestros campos y montes, empleando recursos económicos en cuidarlos. Como ya se ha puesto en práctica en algunas zonas, los beneficios forestales deberían recaer sobre sus poblaciones.

Medidas novedosas en la lucha contra los incendios forestales.
Ante esta situación de emergencia nacional que todos los años se produce en nuestro país y a parte de las medidas ya tomadas por parte de la Administración Central y Autonómica, propongo una serie de medidas  añadidas que creo podrían reducir considerablemente los incendios forestales. Esta serie de propuestas novedosas, las he ido anotando como observador y voluntario casual en la extinción de incendios y a las observaciones realizadas en el propio terreno.
Tal vez algunas de estas propuestas requieren un esfuerzo político y económico, pero siempre será mejor que las pérdidas de millones de euros, tanto en lo referente a la cubierta vegetal, como al gasto en la propia extinción. Se deben tomar decisiones valientes y eficaces. Los bosques en su totalidad, son patrimonio de todos los españoles y como tal, debemos invertir para conservar y disfrutar.

Medidas Preventivas:
  • Deberían de establecerse controles estrictos en las zonas de máximo riesgo (existen mapas aportados por el Ministerio de Medio Ambiente, donde nos indican donde se localizan las zonas calientes de alto riesgo por número de incendios forestales y su intencionalidad), los cuales y una vez que se diera la famosa Regla del 30 para que el fuego tenga un ambiente ideal para su inicio: >30º C, 30 % pendiente, 30% de humedad y viento 30 Km/hora; o así lo creyeran convenientes los responsables del Puesto de Mando, se activara una alerta preventiva, en la que los equipos de extinción estuvieran preparados para actuar en esa zona y las aeronaves, cargadas de agua,  comenzaran a humidificar  la zona.
  • En la quema de rastrojos, además de las autorizaciones pertinentes y las prohibiciones en los meses de máximo riesgo, se debería humidificar la zona alrededor de la cual se va a realizar la quema, además de permanecer un retén en el lugar (que podría ser el encargado de la humidificación) hasta su finalización.
  • Campañas continuadas de información durante todo el año, no sólo en los meses de verano. Crear la figura de animal que fuera la mascota del Guardabosque y que diera consejos, al igual que hacia el conejo cuando existía ICONA hace años. Esta mascota emblemática que nos advirtiera de la necesidad de conservar nuestros bosques y dar consejos, bien pudiera ser un lince, nuestra especie emblemática.
  • Señalización frecuente en las sendas establecidas e itinerarios, advirtiendo que una cerilla puede apagar tu vida o la de los demás. Consejos de no encender fuego, no tirar colillas, no hacer barbacoas, etc. Tener una amplia información que muchas veces nos ayudan a recordar y a estar prevenidos. Establecer mínimos consejos de seguridad ante un incendio, desde dar a viso a como escapar del mismo.
  • En esos itinerarios tendrían que existir vigilancia de agentes forestales para comprobar el comportamiento de los senderistas, bicicletas, domingueros..etc.
  • Una vez comprobado que la mayoría de los incendios están originados por los agricultores, ganaderos y quema de pastos, se debería prestar especial interés a estos colectivos, para realizar campañas informativas, trípticos, etc, y concienciarles que quemar sin ningún control o en épocas de máximo riesgo, sólo se perjudican ellos mismos, su vida, su pueblo y su gente.
  • La existencia de una oficina donde el ciudadano pueda exponer o proponer formas de actuación eficaces contra los incendios, quejas, información, y toda clase de canalizaciones encaminadas a facilitar al ciudadano su derecho por proteger el bosque, su derecho a ser informado y su derecho a disfrutar de un patrimonio común.

Medidas Técnicas:
  • Ante el avance de un incendio, se debería literalmente encharcar y humidificar un frente igual al originado por el fuego frente al mismo, con un ancho suficiente para que no puedan saltar las llamas. Las aeronaves encargadas de descargar el agua, tendrían que actuar en este Corta Fuegos de Agua ubicado a una distancia prudencial para realizar con tiempo los preparativos para frenar su avance. Al llegar, el fuego reduciría la marcha lo suficiente como para comenzar a combatirlo desde los laterales hasta el centro, evitándose posiblemente ante la humedad existente, la quema de las raíces que en situaciones normales, son entre otras, las responsables de fuegos secundarios que pueden surgir de forma instantánea a cien metros con el peligro de quedarse atrapado entre dos fuegos. Este peligro lo he vivido en persona y por ello se que es rápido sin darte opciones a casi nada.
  • Los rascacielos, tendrían que obligatoriamente tener una piscina en su azotea, al objeto de poder servir para la extinción de un incendio en alguna planta. Aunque esta clase de incendios es urbano, he considerado ponerlo por la eficacia que podría resultar este sistema. En muchas ocasiones, los bomberos ante los rascacielos, se encuentran con que sus escaleras o mangueras no pueden llegar a la planta afectada, con el consecuente retraso en la eficacia material. Si existieran helicópteros que en los laterales tuviera mangueras a chorro con un depósito de agua (es factible realizar estas modificaciones sin mucho costo en esta clase de aparatos), el agua llegaría a cualquier planta y una vez acabado el depósito, sólo tendría que subir a la azotea, recargar y seguir con su trabajo de extinción. Estos mismos helicópteros, podrían trasladar a bomberos a lugares de emergencia con mayor rapidez o a las azoteas colindantes.
  • Todos los retenes de forestales y Brigadas de extinción, tendrían que tener teléfonos móviles conectados vía satélite, al objeto de no quedarse sin cobertura al dar las novedades o advertir de focos de incendios. Hablando con estos equipos de extinción, cuando se quedan de reten en un incendio apagado pero que puede reavivarse de nuevo, en ocasiones para dar la alarma tienen que subir a una cima perdiendo más de media hora en dar el aviso por no existir cobertura en sus teléfonos convencionales o radios. En ese tiempo, el foco se convierte en nuevo frente y el frente en nuevas horas de vuelo de los helicópteros. Un agente me decía que una hora de un helicóptero equivale  a 1.500 euros como mínimo.
  • Se debería establecer un Centro Permanente de Lucha Contra Incendios en cada Provincia, que estuviera dirigido por Técnicos de Protección Civil con capacidad de decisión por encima de voluntades e intereses políticos. Estos técnicos serían los encargados de decretar los diferentes niveles establecidos de emergencia, previa consulta con los delegados de los diferentes cuerpos (Guardia Civil, Policía Local, Bomberos, Forestales) y estarían al mando hasta el cese del incendio. Este Centro tendría un equipo suficiente de comunicación para saber en todo momento mediante paneles informativos, donde se encuentran las Brigadas y retenes y los focos de incendio y su avance a tiempo real. Esto podría  mitigar la descoordinación, saber en todo momento los fuegos activos, con que personal se cuenta, comunicación directa con técnicos especialistas y efectuar de esta manera, decisiones rápidas y precisas que pudieran establecer con rapidez un choque de medidas efectivas.
  • Plan de Emergencia Acuático. En aquellos lagos donde se tiene la suficiente anchura en la que los hidroaviones pueden recoger llenar sus panzas de agua, se deberían trazar Pistas de Agua, consistentes en poner boyas  de color amarillo en ambos lados formando una pista de aterrizaje acuático, en la que ninguna embarcación pudiera atravesarla y menos en los casos de emergencia de un incendio. Estas pistas de agua se podrían habilitar en los meses de máximo riesgo, ya que son precisamente en esos meses donde más se disfruta con embarcaciones. En el lago de Sanabria, fui testigo de cómo dos avionetas intentaron durante 45 minutos recoger agua, teniendo que tomar de nuevo altura por la cantidad de embarcaciones que navegaban en el lago. Precisamente existen en ese lugar alrededor de cuatro embarcaderos donde se alquilan barcas, además de las particulares. Un agente forestal, mediante una alarma, activaría el  Plan de Emergencia Acuático ante un incendio forestal cercano o según las necesidades del Puesto de Mando Permanente, avisando a todas las embarcaciones de dejar libre la pista acuática. De esta forma se evitaría la tardanza de recogida de agua y se haría además sin ningún peligro y con total eficacia.
  • Existen en el mercado polvos de bicarbonato o bombas con este producto que son muy eficaces para la extinción de incendios. Se debería estudiar estas posibilidades técnicas para ver si es factible emplearlas en la lucha contra los incidios forestales.
  • Se deberían estudiar todas las iniciativas que se presentan para la extinción de incendios y ser canalizadas por esas oficinas de atención al ciudadano. Un laboratorio de ideas para luchar contra las llamas, puede resultar ser un gran beneficio para nuestros bosques y nuestra biodiversidad.
Medidas Económicas:
  • Para evitar los gastos económicos tan elevados que suponen contratar a empresas que facilitan los helicópteros y hidroaviones, se podrían utilizar aparatos aéreos militares que con adaptaciones técnicas sencillas, podrían convertirse en una verdadera flota en la lucha contra los incendios forestales. No tenemos que olvidar, que el medio ambiente se convertirá muy pronto en prioritario en la defensa nacional.
  • Que la madera quemada no pueda ser utilizada por parte de ninguna empresa para conglomerado, madera barata o cualquier otra forma de beneficio económico.
  • En las extensiones afectadas por incendios que se ignore las causas o que hayan sido causados por cualquier tipo de intencionalidad o negligencia, tendría que prohibirse tanto la recalificación de terrenos, como la concesión de ninguna actividad con beneficio económico, incluido los campos eólicos.
  • Las Brigadas de Extinción de incendios tendrían que tener contrato fijo todo el año y no sólo los meses de alto riesgo. Estos contratos temporales solo hacen agravar la situación, debido a que trabajan con una precariedad de empleo, corriendo el peligro que algunos de ellos sean los que provoquen incendios para tener ocupación laboral. En los meses en que los incendios sean casi nulos, se dedicarían al cuidado de nuestros bosques, a patrullar las zonas boscosas, a realizar cursos y visitas a colegios para la concienciación, agricultores, ganaderos, etc. Tendrían que ser profesionales y guardianes de nuestros bosques.
Estas son sólo algunas de las medidas que si se pusieran en marcha, sin duda reduciría el numero de incendios y por consiguiente, las hectáreas quemadas.
Alberto Vazquez Figueroa propuso un plan contra incendios novedoso y muy eficaz, consistente en pequeñas torres que se pondrían en funcionamiento para humidificar el bosque ante cualquier alarma o conato de incendio.
            Todos, incluidos ciudadanos y administraciones, tenemos el deber y la obligación de proteger la riqueza forestal y faunística, nuestras costas y la naturaleza en líneas generales. Son sólo un préstamo que debemos conservar y dejar si cabe mejor de cómo nos lo entregaron. Las generaciones futuras, nuestros hijos, deben seguir cuidándolo. La Tierra y su biodiversidad junto con los hombres y sus generaciones futuras,  se asemejan a una antorcha en la cual el fuego tiene que ser alimentado constantemente y entregado al siguiente relevo de igual forma o con más fuerza, para que esa luz, esa llama de esperanza, no se consuma y desaparezca. Si ello ocurriera, el hombre habrá dejado de existir. De ahí la gran importancia de su conservación.
No permitamos que la Estadística siga aumentando año tras año, que las hectáreas vayan ardiendo como si de una simple tea se tratara. Pidamos una conservación sostenible de nuestros bosques, una limpieza constante, un mimo cariñoso. No olvidemos nunca que ellos son los guardianes de la vida, los guardianes de nuestro planeta.

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