jueves, 24 de mayo de 2012

Las encinas aisladas, claves para conservar la biodiversidad

Un estudio conjunto de las universidades de Castilla-La Mancha y Autónoma de Barcelona ha demostrado el papel que cumplen los árboles aislados, y en concreto las encinas, como piezas clave para la conservación de la biodiversidad en los paisajes agropecuarios.


Los investigadores del grupo de investigación de la Biodiversidad Genética y Cultural del IREC Raúl Bonal, Marisa Hernández y Joaquín Ortego, y del CREAF Alberto Muñoz y Josep María Espelta han sido los autores de este trabajo que han titulado 'Efectos positivos en cadena de la fragmentación forestal en los gorgojos de las bellotas mediados por el aumento del tamaño de la semilla'.
Refugio para insectos
Los autores corroboran que si bien para animales forestales de cierto tamaño estos pequeño fragmentos de árboles no son lo suficientemente grandes para ofrecer una superficie mínima de hábitat, en el caso de los insectos forestales podrían constituir un refugio que les permita permanecer durante generaciones rodeados de un medio desfavorable.
Los investigadores realizaron la mayor parte del trabajo en la localidad toledana de Huecas, y en menor medida en Bargas (Toledo) y en Pueblo Nuevo del Bullaque (Ciudad Real), donde tomaron como modelo de estudio al 'coleóptero curculio elephas', un escarabajo que es principal depredador de las bellotas de la encina.
La bellota más grande
En estas zonas se comparó el tamaño de la bellota entre manchas de bosque y árboles aislados y se comprobó que en estos últimos era mayor, lo que favoreció a las larvas de escarabajo que, de esta forma, completaron su desarrollo con un tamaño mayor, sobrevivieron mejor al invierno y a la primavera y emergieron al año siguiente como adultos más grandes y con mayor fecundidad potencial.
Hasta la fecha sólo había contados estudios, principalmente en Australia, que habían reparado en estos árboles, pero no habían tenido en cuenta a los insectos o los efectos en cadena que el aislamiento puede tener en sus poblaciones a través de cambios en las plantas.
El estudio del IREC y del CREAF pone de manifiesto que estos cambios existen y lleva a sus autores a asegurar que la conservación de dichas encinas "es clave de cara a la regeneración natural del bosque en zonas agrícolas abandonadas, ya que son fuentes de semillas" y a partir de ellas se podrán restaurar, en buena medida, las poblaciones de insectos forestales. EFEverde

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