La polémica megaminera en Galicia tendrá película propia. Y en pro de
la independencia, el equipo que dirige la realizadora Cora Peña lanzó
una campaña en busca de micromecenazgo a través de Internet. Faltan
cuatro días para que acabe el plazo que se han fijado para cosechar el
presupuesto más reducido con el que pueden sacar adelante su trabajo y
han conseguido aportaciones, más grandes o más pequeñas, de unos 130
particulares. Con lo reunido hasta el momento se encuentran al límite
(96%) de alcanzar el dinero mínimo necesario (6.043 euros, aunque lo
“óptimo” serían 11.979) que requiere la elaboración de su proyecto. Se
trata de un largo documental, de entre 60 y 80 minutos, que aspira a
enmarcar el caso de la mina de oro de Corcoesto, codiciada por la
compañía canadiense Edgewater, en la realidad minera internacional
(dominada, efectivamente, en un 65% por el país norteamericano) y en la
actual política de la Xunta. En tiempos de crisis, el Gobierno de Feijóo
se propone resucitar numerosas concesiones mineras por toda Galicia y,
en plena fiebre del oro, a consecuencia de esta crisis, tiende la mano a
las multinacionales. Ecologistas, vecinos y oposición advierten de que
en realidad se está permitiendo el “saqueo” del tesoro que esconden las
entrañas del país.
Precisamente así, 'Tesouro de Corcoesto', se llamará el documental de
Cora Peña. Cuando expire este plazo de cuatro días, se abrirá uno
nuevo, de hasta 40, en busca del presupuesto óptimo. Hay aportaciones pequeñas,
pero también un par de ellas de 500 euros. Entre los patrocinadores,
muchos de ellos anónimos, se pueden leer los nombres de la escritora
María Reimóndez, el actor Miguel de Lira, la política Encarna Otero o el
conocido geólogo Juan Ramón Vidal Romaní. Grupos ecologistas como la
Sociedade Galega de Historia Natural (SGHN) han sacado a la luz varios
informes científicos que relacionan la contaminación por arsénico en las
aguas de varios manantiales y el río Anllóns con la actividad de la
mina, que fue abandonada en los años treinta del siglo pasado y todavía
desprende partículas de este veneno. El arsénico está atrapado en la
roca, y aflora cuando esta es triturada, pulverizada, para extraer el
metal precioso. Esa operación última, el lavado de la piedra para
obtener el oro, se realiza con ayuda de cianuro. Todas estas sustancias
tóxicas quedarán almacenadas para siempre en gigantescas balsas situadas
entre los ayuntamientos de Cabana de Bergantiños y Coristanco. Según el
presidente de la SGHN, ocuparán una superficie equivalente al casco
histórico de Santiago.
Cora Peña, directora de 'Tesouro de Corcoesto', conoció en Perú la
lucha indígena contra una minera empecinada en explotar un filón, la
mina Afrodita, en un cerro sagrado. Fue durante el rodaje del documental
sobre Alfonso Graña, hijo del conocido como rey de los jíbaros,
Ildefonso Graña Cortizo, que nació en Amiudal (Avión) a finales del XIX y
murió en Iquitos. El objetivo hubiera sido seguir a Graña hasta
Galicia, en el reencuentro con sus raíces, pero ni las autoridades
peruanas ni las españolas permitieron ese viaje desde la Cordillera del
Cóndor. Supuestamente, el hijo de gallego corría el riesgo de querer
escaparse de su país para siempre porque era pobre.
“Las estrategias de implantación de estas multinacionales mineras son
siempre muy parecidas”, explica la realizadora, “entre ellas mismas se
amparan, en Canadá son un lobby, y tienen de su parte a la justicia, por
más que se den escándalos medioambientales y abusos de los derechos
humanos por allí donde pasan. Además, se venden unas a otras y seguirles
el rastro es muy complicado. En materia minera, los canadienses son muy
fieros desde hace un siglo”. Si encuentran oposición, optan por el
“desgaste”: “El lobby minero es poderoso, y se puede permitir tener
paciencia”. El otro gran problema son los seguros de accidentes: “No hay
compañías que aseguren proyectos tan riesgosos”. Según la SGHN, al año
se llegan a registrar en todo el mundo hasta tres catástrofes naturales
por roturas de balsas mineras.
Allá a donde van en busca de minerales, según explica la directora,
las compañías “realizan una fuerte campaña a través de los medios de
comunicación y se presentan con un discurso sobre desarrollo, inversión y
empleo”. Mientas tanto, lo habitual es que los responsables políticos
del lugar en cuestión “criminalicen la protesta”, la contestación
popular y ecologista, y se intente “desprestigiar a los científicos” que
se atreven a plantar cara, con argumentos, a las promesas de las
compañías mineras.
“Lo que me estoy encontrando, en las entrevistas que estamos haciendo
a expertos en minería internacional”, cuenta Peña, es que en los países
que se consideran menos desarrollados, “la gente está menos preparada y
cuenta con menos medios” para luchar y expresarse, “pero tiene más
conciencia política y detecta más rápido el saqueo, porque está
acostumbrada, desde hace 500 años”.
El objetivo final de este equipo, compuesto por la realizadora, un
biólogo y una historiadora del arte, es hacer un trabajo lo más neutral y
realista posible sobre el caso de Corcoesto, con entrevistas a muchos
personajes favorables, además de a los contrarios: “Son ellos los que
van a hablar y defender sus ideas, no nosotros”. Pero de momento,
todavía no han logrado que nadie salga a defender “científicamente” el
proyecto. La minera “evita la confrontación, y su hilo argumental es el
de los puestos de trabajo”. Hablan de 270 empleos de duración todavía
incierta, en una comarca castigada con una tasa de paro del 27%.

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