viernes, 18 de octubre de 2013

Ordenadores y hombres luchan contra la desaparición de los glaciares andinos

Usando superordenadores y tecnologías que desafían el tiempo inclemente, un grupo de científicos espera ganarle la batalla al calentamiento global y evitar que los glaciares tropicales latinoamericanos se sigan derritiendo.
Esos picos helados, aparentemente inalcanzables y aislados del mundo, han sido tocados por el cambio climático y están desapareciendo –especialmente en Perú, Bolivia y Ecuador, que juntos albergan la mayoría de los glaciares tropicales del mundo.
Perú alberga el 71% de los glaciares tropicales del mundo, pero en los últimos 30 años un 22% de su superficie ha desaparecido. En la vecina Bolivia, más del 40% de sus blancas cumbres están “retrocediendo”, es decir, se derriten progresivamente, dejando rocas donde antes había hielo y nieve. Y más al norte, en Ecuador algunos glaciares retroceden entre 25 y 30 metros al año.
Los glaciares tropicales regulan gran parte del agua en la región andina. En épocas de sequía o poca lluvia, los apus blancos –del quechua apu 'señor(a)', montañas que según la cosmovisión andina están asociados a una divinidad- proveen un amplio caudal de agua para consumo humano, para agricultura y para la generación de energía hidroeléctrica.
“Los glaciares son capaces de acumular importantes cantidades de agua en forma de nieve y hielo, y de liberarla posteriormente de forma paulatina, especialmente en épocas de precipitación escasa o nula”, afirma Daniel Mira-Salama, experto en adaptación al cambio climático del Banco Mundial.
Investigadores en Bolivia, Ecuador y Perú, realizan una serie de estudios administrados por la Comunidad Andina de Naciones para tratar de buscar vías de adaptación al impacto del retroceso de las nevadas cumbres andinas.
Bolivia
“Antes había mucha nieve. Ahora estamos tristes, nuestra montaña se derritió”, cuenta Samuel Mendoza, un habitante de Chacaltaya, la montaña de 5.400 metros de altura en la Cordillera Real de los Andes bolivianos, que entre 1970 y 1980 albergó la pista de esquí más alta del mundo.
Bernardo Guarachi, conocido como “Pata de Cabra”, el andinista boliviano de mayor fama mundial, tampoco oculta su tristeza cuando ve la montaña. “La primera vez que visité este glaciar fue en 1974. Este era un nevado blanco, hoy vemos pura piedra”.
El retroceso de los glaciares se atribuye principalmente al aumento acelerado de la temperatura en el planeta. Estudios recientes corroboran que en las altas cumbres andinas la temperatura media se eleva más rápido que en el resto del mundo.
Para entender mejor el fenómeno, los científicos usan una supercomputadora que simula los aumentos de temperatura futuros y también tienen acceso a imágenes históricas de las cumbres glaciares del satélite ALOS.
Ecuador
El Antisana mide 5.753 metros y está en la provincia del Napo, en el centro-norte de Ecuador. Sus glaciares y los páramos cercanos, como el Papallacta y el Valle del Tambo, son una importante fuente de agua potable para el sur de Quito.
Algunos glaciares del estratovolcán “presentan un marcado retroceso, con una tasa de alrededor de 25 a 30 metros por año, en promedio”, afirma Luis Maisincho, investigador del Instituto Nacional de Meteorología e Hidrología, INAMHI, y encargado de procesar los datos que generan dos estaciones de monitoreo meteorológico, instaladas a más de 4.000 metros sobre el nivel del mar.
Las estaciones del Antisana son las más altas del Ecuador y las únicas instaladas cerca de la superficie del glaciar. Por eso, “se puede obtener información valiosa sobre las condiciones de la atmósfera a esta altura y podemos conocer la relación entre el clima y el glaciar”, señala Maisincho. Agrega que la estación muestra posibles escenarios de “dónde y cuándo se van a generar los impactos más importantes por escasez de agua y facilita las estimaciones sobre los impactos esperados en la disponibilidad de agua”.
Perú
En el caso de Perú, los estudios se basan en tres pasos claves: incrementar la comprensión científica de la dinámica glaciar, definir estrategias de adaptación a partir de la información obtenida, e implementar las medidas de adaptación identificadas.
Así, para la cuenca del Mantaro y del Urubamba, se han desarrollado atlas y escenarios climáticos al 2030, y se ha realizado una detallada evaluación del impacto de la variabilidad y cambio climático priorizando cultivos como café, granadilla y palto en la subcuenca de Santa Teresa, en Cusco, y papa y maíz en la subcuenca de Shullcas en Junín.
Estos estudios aportan información sumamente valiosa para mejorar el manejo de los cultivos en estas zonas, incrementar la productividad, y a su vez convertir estas experiencias en ejemplo para otros lugares.

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