sábado, 26 de mayo de 2012

El millar de empresas españolas sujetas al sistema europeo de comercio de emisión de CO2 afrontan hoy fuertes incertidumbres, a la espera de que la UE se atreva (o no) a retirar del mercado el exceso de permisos en circulación para emitir dióxido de carbono.

El próximo mes, el Consejo de Ministros de Energía se reúne en Luxemburgo para consensuar la nueva directiva de eficiencia energética, que puede condicionar el precio pagado por la industria más emisora por tonelada de carbono que deja escapar a la atmósfera.
Hoy, el precio por tonelada de CO2 roza los siete euros, una cantidad exigua si se compara con los 30 euros que llegó a alcanzar años atrás o los 16 euros de hace un año.
Desde 2005, las grandes industrias europeas están afectadas por el Sistema Europeo de Comercio de Derechos de Emisión, que les obligar a comprar créditos de carbono como toneladas de dióxido de carbono hayan emitido.
Para que el impacto sobre su actividad no sea tan fuerte, reciben una asignación gratuita que ha ido descendiendo periodo a periodo.

Las emisiones han bajado debido a la crisis

Pero ahora se presenta un problema: debido a la crisis las emisiones han bajado, lo que ha causado la caída del precio del CO2 y algunas industrias han vendido parte de sus asignaciones, es decir, hay más derechos de emisión en el mercado que necesidades de las empresas, explica Kepa Solaun, socio director de la consultora Factor CO2, con sede en España, Italia, Reino Unido y Tailandia.
Por tanto, argumenta, el precio "tiende a cero".
Una segunda lectura, por parte de las administraciones, es la siguiente: los proyectos de reducción de gases de efecto invernadero se desincentivan y a las industrias no les me merece la pena reducir o, dicho de otra manera, emitir sale barato.

Pocos incentivos financieros para cambiar el modo de producción

Dado que el precio que las compañías deben pagar por quemar combustibles fósiles es tan bajo, tienen pocos incentivos financieros para cambiar su modo de producción usando energías limpias.
Toda esta situación, "hace plantearse a la Unión Europea retirar o limitar los derechos de emisión", aunque, según Kepa Solaun, es improbable que lo haga a través de la nueva directiva de ahorro energético.
Otra posibilidad es hacerlo mediante el nuevo régimen de subasta de derechos que entrará en vigor el 1 de enero de 2013.
A juicio de Iria Flavia Peñalva, de Factor CO2, la sensación es que se producirá "algún tipo de intervención", quizá a través de un mecanismo de dosificación de los activos de carbono, sin que llegue a ser un instrumento formal de retirada de derechos.
En el caso de que no se limiten los actuales permisos de emisión de dióxidos de carbono, "es completamente factible que sigan bajando los precios".
Pero, en el caso de que la UE opte en junio por revisar el calendario de subastas del 2013-2020 y limite los derechos, el precio del CO2 subirá, lo que hará más difícil contribuir al cambio climático.
El Régimen de Comercio de Derechos de Emisión (ETS por su sigla en inglés) es la principal herramienta de la UE contra los gases de efecto invernadero, y afecta a 11.000 fábricas.
En España, explica Iria Flavia Peñalva, hay industrias que han bajado tanto su produccción por la crisis que la venta de sus permisos excendentarios "les ha servido para sanear sus cuentas", aunque no es la situación que les gusta porque el CO2 no es su negocio.

Mínimos históricos del precio de carbono

Actualmente, hay muchas instalaciones que aprovechan para comprar dado los mínimos históricos que está alcanzando el precio del carbono y "están haciendo un plan de compras medianamente organizado para evitar encontrarse con cero derechos a mitad del periodo y tener que comprar a un precio previsiblemente más alto".
Sin embargo, esta vía solo la están utilizando aquellos que poseen una caja financiera robusta.
La consultora de servicios climático Factor CO2 será en breve la primera organización española que logra el sello PAS 2060, que certifica la neutralidad en las emisiones de CO2 de sus actividades.
Este sello, elaborado por el British Standard Institute (BSI), persigue suplir un vacío que estaba generando confusión en el público, ya que cada vez hay más productos en el mercado que afirman ser neutros en emisiones y no había ninguna norma en esta materia. EFE

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