La sequía que afecta gran parte de Angola perjudica su producción agrícola, un revés para un país que ya no cubre sus necesidades alimenticias y que no logra relanzar una agricultura otrora floreciente.
En este país, que fue un importante exportador agrícola (café,
bananas, sisal) y autosuficiente desde el punto de vista alimentario en
la época de la colonización portuguesa, la sequía no suele durar más de
dos o tres semanas en diciembre.
Este año, sin embargo, en algunas zonas la seguía se prolongó hasta tres meses.
"La producción se ha hundido en el centro y el sur del país",
constató Belarmino Jelembi, director general de Acción por el Desarrollo
Rural y Medioambiental (ADRA), la principal asociación agrícola.
Ello significa, claro está, una "pérdida de ingresos", pero también "una amenaza de hambruna para las familias", advirtió.
El gobierno anunció en marzo una serie de medidas de ayudas, pero
están por concretar: distribución de semillas para tratar de recuperar
la cosecha perdida, proyectos de irrigación para disminuir la
dependencia de la lluvia y apertura de renegociación de créditos
agrícolas.
"Para reparar las pérdidas sufridas, el consejo de ministros ha
aprobado un plan de ayuda y de asistencia a las poblaciones afectadas
que prevé la distribución de bienes alimenticios y agrícolas, así como
aprovisionamiento de agua por cisternas", prometió también el gobierno.
Esta crisis es un duro golpe para un país inestable en términos de
aprovisionamiento alimenticio, puesto que es extremadamente dependiente
de sus exportaciones agrícolas, lo que ha influido en el nivel de vida
de Luanda, la capital, más elevado que en Tokio.
Décadas de una guerra civil que acabó en 2002 arruinaron la
agricultura angoleña y numerosas plantaciones fueron abandonadas o
transformadas en campos minados.
Para el principal partido de la oposición, el Unita, el gobierno no
invierte lo suficiente en el sector, algo que es posible teniendo en
cuenta los grandes beneficios que se obtienen del petróleo en un país
que es el segundo productor de crudo de África.
La Comunidad de Desarrollo del África Austral (SADC) recomienda
destinar un 10% del presupuesto anual a la agricultura, pero Angola sólo
consagra el 1,21%, según Unita.
El gobierno se defiende asegurando que se destina el 5% y se aumenta año a año para llegar al objetivo de la SADC.
La sequía hace aún más difícil la vida a aquellas familias pobres que
viven del cultivo de los cereales, de las judías o de la patata dulce,
la base de la alimentación local.
Dos de los 18 millones de angoleños se dedican a la agricultura.
La consecuencia de la sequía no será sólo una disminución de los
alimentos, sino también un aumento de los precios de los productos.
A largo plazo, las autoridades consideran que habrá que sustituir el
cultivo de tubérculos, que necesitan mucha agua, por plantas que
dependan menos de las lluvias.
ADRA, que también defiende estas medidas, se muestra inquieta. Esto
"pasa sistemáticamente por el lanzamiento de grandes proyectos que no
están adaptados a las necesidades de la población local, ni a su nivel
de formación", explicó el presidente de la asociación.
Referido a los proyectos de irrigación, por ejemplo, "el gobierno
decide construir una serie de grandes presas cuando nosotros hemos
solicitado simplemente un apoyo para crear una red de micropresas que
los agricultores puedan gestionar por ellos mismos", añadió Jelembi.
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